La muralla, de más de un kilómetro, avanza hacia su plena recuperación
La muralla que rodea Alba- rracín, que mide algo más de un kilómetro de longitud, es uno de los elementos más característi- cos de la villa turolense, hasta el punto de que forma parte in- separable de su perfil. Desde su creación, la Fundación Santa María ha ido rehabilitándola tra- mo a tramo y, por ejemplo, ya se han recuperado totalmente 500 metros situados en la parte tra- sera de la catedral. Ahora, tras la regeneración del entorno pai- sajístico situado bajo la torre de Doña Blanca, quedan pendien- tes de acometer otras zonas que, como en el tramo precedente, re- cibirán subvenciones de la Direc- ción General de Patrimonio del Gobierno de Aragón. La muralla, que es discontinua, se adapta al terreno agreste de la villa y la ciñe, sobre todo por su parte norte, donde se encuentra la torre del Andador, y por el flanco oeste, en el que se abren los portales de Molina y del Agua. Los tramos que han llegado hasta nuestros días son del siglo XIV, pues a lo largo de la historia se realizaron ampliaciones sucesivas. Llama la atención es que el propio emplazamiento de Albarracín, sobre un espolón rocoso, constituyó en tiempos su mejor recurso defensivo en una zona de contacto entre los reinos de Aragón y de Castilla, si bien a partir del siglo XVIII las murallas perdieron por completo su carácter protector frente al enemigo.