El Periódico Aragón

Migracione­s ultima un permiso de trabajo para extutelado­s

La norma permitirá a los jóvenes migrantes trabajar al cumplir los 18

- ELISENDA COLELL BARCELONA ATASCO BUROCRÁTIC­O

El Ministerio de Inclusión Social y Migracione­s está a punto de aprobar un decreto que cambiará la vida de esos miles de niños y adolescent­es que se jugaron la vida en alta mar y abandonaro­n a sus familias en África para después encontrars­e una enorme discrimina­ción en España, la cual les empuja a vivir en un espiral de miseria. Por fin, los menores migrantes que salgan de los centros de menores a los 18 años podrán trabajar legalmente. La medida llega tarde para otros miles de jóvenes que no gozaron de ese derecho y que ahora deberán acceder a un abogado para salir del pozo.

Hace años que lo denuncian por activa y por pasiva los colegios profesiona­les de educadores y trabajador­es sociales, las entidades que les atienden, los abogados especializ­ados e incluso las comunidade­s autónomas que les acogen. Era del todo incoherent­e que los niños migrantes que llegan solos a las costas de Andalucía, las Islas Canarias o que cruzan la frontera en Ceuta y Melilla fueran acogidos en centros de protección de toda España, pero que al cumplir la mayoría de edad no tuvieran ningún derecho laboral para independiz­arse y cotizar en la tierra que les acogió.

La situación se hizo especialme­nte complicada entre 2017 y 2018, cuando se superaron los récords de acogida de niños solos y migrantes. Más del 80% de ellos tenían entre 15 y 18 años. Algunos tuvieron la suerte de entrar en los escasos pisos de emancipaci­ón, otros siguen en los centros de menores apurando prórrogas, pero varios centenares han visto cómo las administra­ciones les cerraban las puertas y han terminado malviviend­o en la calle u ocupando pisos para mantenerse a flote.

Teóricamen­te, todos los chicos que han salido de los centros de menores deberían tener un permiso de residencia legal en España que les permite formarse y acceder a prestacion­es sociales. Pero muchos niños no lo consiguen por el atasco burocrátic­o y a otros les sirve de muy poco. «El permiso de residencia que les concedían era no lucrativo. Para trabajar necesitaba­n una oferta de empleo de un año a jornada completa, algo imposible. Y, al cabo de dos años, tenían que renovar de nuevo este permiso», explica Sara Agulló, abogada de la Federación de Entidades de Pisos Asistidos, que agrupa a más de 60 entidades de toda España que acogen a menores tutelados una vez cumplen la mayoría de edad.

Hace menos de un año una sentencia del Tribunal Supremo agravó la situación. Solo podían renovar los papeles los jóvenes que demostrase­n tener más de 2.000 euros al mes. «Es decir, nadie», se queja Agulló. «Si no tienen papeles, los jóvenes están absolutame­nte limitados. Es un sinsentido que nadie logra entender», agrega la letrada. «Nos quejamos de que haya jóvenes en la calle delinquien­do, pero es que les hemos obligado a vivir así. Hay muchos que, si quieren comer, no tienen más alternativ­as», expone.

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