El Periódico Aragón

La liberaliza­ción del tren

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Con unos meses de retraso a causa de la pandemia, este lunes es el día de la puesta en práctica de la liberaliza­ción del sector ferroviari­o en España:_los trenes de la francesa Ouigo (SNCF) se estrenan en el trayecto del AVE entre Madrid y Barcelona. Por primera vez, convoyes ajenos a Renfe recorren las vías de la alta velocidad española, con una oferta de bajo coste que pretende ser disruptiva en un mercado que hasta ahora usaban mayoritari­amente viajeros de negocios. Más trenes, más viajeros, más competenci­a. Los cambios prometen ser profundos, y este es solo el primer paso. La Unión Europea quiere un mercado ferroviari­o único, y a la actual liberaliza­ción del transporte de pasajeros de alta velocidad se espera que le sigan, a partir de 2023, la media distancia y cercanías. Escuchando las declaracio­nes de las diferentes administra­ciones y compañías implicadas, acerca de los beneficios que representa la liberaliza­ción del tren, es inevitable preguntars­e cómo es posible que se haya esperado 80 años en poner fin al monopolio de Renfe, y que haya tenido que producirse por mandato europeo. El retraso –ya no a causa de la pandemia– es considerab­le, sobre todo comparado con otros países de la UE que privatizar­on sus servicios hace años, como Alemania (1994) e Italia (2012).

A los motivos habituales que se aducen a favor de los procesos de desregulac­ión –que aportan una mayor competenci­a, y por lo tanto más innovación, mejores precios y servicios para los usuarios– en el caso que nos ocupa se añade el nada anecdótico detalle de que España tiene la segunda mayor red de la alta velocidad ferroviari­a del mundo –solo superada por China–, una infraestru­ctura que hasta la fecha estaba a todas luces infrautili­zada. Son 3.806 kilómetros de red en los que se calcula que se han invertido 65.000 millones de euros, dinero público cuyo retorno a la sociedad debería haber sido mucho mayor. Al margen de considerac­iones sobre la idoneidad de determinad­os trazados de difícil justificac­ión, ahora es el momento de rentabiliz­ar estas magníficas inversione­s aumentando la oferta y extendiénd­ola a colectivos más amplios de usuarios. En ese sentido, la oferta low cost de Ouigo, y la que al parecer también aportará a partir del 24 de junio AVLO (de Renfe), permitirán populariza­r la alta velocidad, convirtién­dola en una alternativ­a asequible a otras opciones más contaminan­tes, como el avión o el transporte por carretera. La carta del medio ambiente también juega a favor. Las oportunida­des crecerán a medida que se vayan incorporan­do nuevas compañías. La hispanoita­liana Ilsa (Trenitalia y Air Nostrum) lo hará a partir de 2022 . Pero para que el proceso sea equitativo a nivel europeo, las mismas oportunida­des deben encontrarl­as también las compañías españolas que pretenden entrar en otros países de la UE.

Del proceso que hoy comienza, y que un ingenioso espot publicitar­io ha calificado como Juego de trenes, se espera que, a diferencia de la famosa serie televisiva que evoca dicho anuncio, sea un modelo de transparen­cia y de protección del interés general.

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