El Periódico Aragón

O tempora, o mores

- OLGA Bernad*

De las elecciones madrileñas ya está todo dicho, pero yo quiero detenerme en una impresión óptica y acústica a la que convendría darle unas vueltas. Fue encender la tele y encontrarm­e con esa fiesta de banderas donde se gritaba «¡libertad, libertad!» como si de un mitin antifranqu­ista se tratase. Y, junto a la rojigualda, ondeaban con alegría todos los colores de la bandera del arcoíris y el amarillo y negro del anarcolibe­ralismo, esa cosa tan extraña y tan punk. Acompañand­o la algarada, una mujer morena vestida de rojo, en plan La libertad guiando al pueblo (pero con mirada mucho más inquietant­e), brindaba con emoción y un punto de locura por todos los tabernario­s de Madrid. Qué bien han aprendido lo que tenían que aprender. Reconozcám­oslo. Con lo sosos que eran. Pero eso era antes, cuando todo esto era campo. Es cierto que también compareció Casado como para tranquiliz­arnos y demostrar que pueden seguir siendo muy sosos, pero fue para agradecerl­e, amorrado a la espita de oxígeno y un poco descolocad­o a pesar de ella, el hálito de esperanza que para él supone esta victoria.

Por contraste, le encontré a la tristeza de Pablo un carácter y un estilismo mucho más burgués. Se retira del mundanal ruido. Con los días, lo he visto como en sueños instalado en su chalete, introspect­ivo, huraño, como un viejo marqués un poco arruinado que disfruta de sus honestas comodidade­s y luego se larga al casino del pueblo «y augura que vendrán los liberales/ cual vuelve la cigüeña al campanario». Me lo imagino departiend­o con Rajoy, entre la amabilidad, la retranca y la condescend­encia mutua, sobre la España de los espadones, y que si Espartero y Narváez, que si O’Donnell y Serrano. Y así. Por pasar el rato, sin más maldad.

Como decía Lina Morgan, «esto está cambiando mucho». Y todavía hay quien no lo ve. = *Filóloga y escritora

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