Podemos afronta una etapa para reformarse y pactar con el PSOE
Yolanda Díaz y, previsiblemente, Ione Belarra se encargarán de gestionar el legado
Podemos ya no estará más bajo la tutela de Pablo Iglesias. El líder que ha controlado el partido con puño de hierro durante los últimos siete años abandonó la política el pasado martes. Dejó todos sus cargos y, con ellos, puso a la formación morada a las puertas de una nueva etapa. De su hiperliderazgo, la dirección pretende caminar hacia un liderazgo coral. Tareas no les van a faltar. Iglesias ha dejado en herencia un partido que necesita reconstruir su estructura territorial, prácticamente inexistente, y la labor incesante de negociar con el PSOE en el Gobierno de coalición para defender el acuerdo programático. Antes de dimitir, Iglesias ya señaló a las encargadas de hacer frente a estos retos: Yolanda Díaz e Ione Belarra.
El próximo 13 de junio, Podemos elegirá una nueva secretaria general. La apuesta de la cúpula morada es la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, que, salvo hecatombe, saldrá elegida en Vistalegre VI. Sobre ella recaerá (( todo el peso de redirigir un partido que lleva siete años bajo el dictado de Iglesias y, sobre todo, reforzar los cimientos inestables que en los comicios autonómicos del 2019 no soportaron el desgaste de un ciclo electoral que, en algunos momentos, parecía interminable. Una tarea que resulta necesaria para formar a la nueva generación de líderes que en los próximos años sustituyan a los actuales dirigentes.
Hace unos meses, el partido dio el primer paso en este sentido, reactivando los círculos ciudadanos que caracterizaron a la formación en sus inicios. Pero no parece suficiente a la vista de los resultados en Madrid, uno de los territorios en los que los morados perdieron 20 escaños hace dos años con la aparición de Más Madrid y donde la candidatura de Iglesias solo les ha aportado tres diputados más, situándoles en 10 escaños. A la Asamblea Ciudadana Estatal de junio Belarra deberá llegar con los deberes hechos y un proyecto para ganar peso autonómico bajo el brazo.
La ministra de Derechos Sociales, cuando salga elegida, tendrá también la tarea de lidiar con el PSOE, con la ayuda de la responsable de la cartera de Trabajo, Yolanda Díaz. Dos meses atrás, Iglesias descargó sobre la actual vicepresidenta tercera del Ejecutivo sus responsabilidades. La entronizó como líder del sector morado del Consejo de Ministros y la designó candidata de Unidas Podemos a las próximas generales. Díaz no ha aceptado nunca el encargo de ser cabeza de lista en los comicios de 2023, pero su posición como vicepresidenta sí la sitúa a las riendas en el Gobierno.
MÁS DISCRETA
Embarcada en un intento de derogar la reforma laboral, inmersa en los últimos meses en la redacción de la ley Rider y entregada al diálogo social, Díaz suma a sus labores la negociación con Pedro Sánchez. Hasta el momento, Iglesias se reunía con el presidente del Gobierno en momentos concretos, cuando la coalición se atascaba o la tensión interna se hacía irrespirable. Ahora será trabajo de la vicepresidenta tercera, que ya ha dejado claro que sus formas son menos estridentes y más discretas.
En esta labor estará también Belarra. La ministra, con un perfil más similar al de Iglesias, actuará con más contundencia, labor de la que ha dado buenas pruebas de poder realizar con sus choques con la responsable de Defensa, Margarita Robles. Y aquí está el último reto que les lanza el exvicepresidente: hacer funcionar esta bicefalia.
Belarra, más polémica, hará de contrapeso a Díaz en la relación con Sánchez