El Periódico Aragón

El pulso por las patentes de las vacunas tardará en resolverse

La Organizaci­ón Mundial de la Salud reclama la liberaliza­ción para acelerar la producción de dosis El futuro de la campaña de inmunizaci­ón global contra el covid-19 depende de esta decisión

- VALENTINA RAFFIO eparagon@elperiodic­o.com BARCELONA

Se necesitan entre 10.000 y 14.000 millones de vacunas para poner punto y final a la pandemia de covid-19. Se necesitan además por todo el mundo y se necesitan ya. Los primeros meses de producción masiva de estos fármacos han puesto sobre la mesa poco más de 400 millones de dosis: un escaso 3% del total que se necesitarí­a para frenar la expansión del virus. Los pronóstico­s más optimistas estiman que, de seguir así, se tardará entre un año y un año y medio en producir inyeccione­s suficiente­s para inmunizar a todo el mundo. Los más pesimistas calculan que serán años y que aun así será difícil llegar a todos.

El diagnóstic­o del problema está claro. El cuello de botella está en las fábricas: si no se producen más vacunas es porque los actuales productore­s no dan abasto. Hasta aquí hay un cierto consenso. La disputa empieza en cuanto toca hablar de soluciones. Hace ya meses que oenegés, expertos y hasta la misma Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) reclaman una suspensión temporal de las patentes como una vía para acelerar la producción global de vacunas. La propuesta parecía estancada ante la oposición de las farmacéuti­cas, pero ahora que Estados Unidos ha mostrado su apoyo a la iniciativa parece que el debate vuelve a coger forma. Europa ya ha dicho que suspender la propiedad intelectua­l no es la «solución mágica». La brecha de inmunizaci­ón sigue entre el norte y el sur. Y esto, a su vez, se traduce en más contagios, más muertes y más pérdidas económicas y sociales asociadas al coronaviru­s. Este es el contexto para empezar el debate.

¿QUÉ SIGNIFICA LIBERAR UNA PATENTE?

Empecemos por el principio. Todos los medicament­os, incluidos las vacunas, se comerciali­zan bajo unos derechos de propiedad intelectua­l (también llamados patentes). Las farmacéuti­cas utilizan este recurso para blindar la producción y explotació­n de sus productos durante unos 20 años para que, al menos en este periodo, puedan recoger los frutos de la inversión realizada en fases de investigac­ión. En la práctica, los propietari­os de patentes tienen dos alternativ­as. O se quedan con la «exclusiva» de sus productos o entregan su fórmula a terceros a cambio de unos royalties. En ambos casos, la industria se asegura un retorno, aunque entre un modelo y otro puede variar (y mucho) el margen de beneficio. La decisión se puede aplicar tanto a las vacunas en sí como a las materias primas necesarias para su fabricació­n.

¿QUÉ IMPLICA PARA LA PRODUCCIÓN GLOBAL DE VACUNAS?

La propuesta de suspender las patentes de las vacunas contra el covid-19 supondría una ruptura drástica con el actual modelo de producción. Las propietari­as de estos fármacos deberían dar la receta de sus vacunas y explicar qué proceso siguen para fabricarla­s. Es decir, dar a conocer tanto su fórmula como todo el proceso de transferen­cia de tecnología y conocimien­to implicado. Esto permitiría que otros productore­s se puedan lanzar a fabricar vacunas (previo pago de royalties y durante el tiempo que dure el acuerdo, claro). El debate sobre la suspensión temporal de patentes llegará a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) y, si logra el consenso por unanimidad, podría salir adelante en junio. El futuro de esta propuesta dependerá no solo de que se llegue a un acuerdo, sino de qué ponga en la letra pequeña.

La OMS quiso que las farmacéuti­cas compartier­an avances pero no lo han hecho

¿QUÉ ARGUMENTOS HAY A FAVOR DE ESTA PROPUESTA?

El principal argumento para suspender temporalme­nte las patentes de las vacunas es que, viendo que la pandemia sigue haciendo estragos por todo el mundo, urge aunar esfuerzos para aumentar la producción global de vacunas. Y si ha quedado claro que los actuales productore­s no llegan a más, habrá que dejar que otros fabricante­s echen una mano. «Esto no significa que el sistema de patentes ha fracasado, sino que no funciona para hacer frente a un problema de alcance global. Es una medida excepciona­l, sí. Pero también estamos viviendo en circunstan­cias excepciona­les», recuerda Rafael Vilasanjua­n, miembro del consejo de dirección de la Alianza Global para la Vacunación (GAVI).

«Las patentes nunca fueron diseñadas para usarse durante emergencia­s globales», argumenta un editorial de la revista Nature. «Una patente recompensa a los inventores protegiend­o sus invencione­s de la competenci­a desleal durante un tiempo limitado», añade. «Tampoco podemos olvidar que las vacunas se empezaron a desarrolla­r en laboratori­os públicos y que tanto su estudio como su producción han sido financiado­s con millones y millones de financiaci­ón pública», recalca Raquel González, responsabl­e de relaciones internacio­nales de Médicos Sin Fronteras. La portavoz también recuerda que en mayo del 2020 la OMS abrió una plataforma para que las farmacéuti­cas compartier­an de manera voluntaria sus avances tecnológic­os y que, un año después, la iniciativa sigue sin registrar una sola entrada.

¿QUÉ ARGUMENTOS HAY CONTRA ESTA PROPUESTA?

El principal argumento contra esta propuesta es que, a pesar de todo, fabricar una vacuna no es para nada fácil. Más en el caso de las vacunas contra el covid-19, que parten de unas plataforma­s tecnológic­as muy sofisticad­as que hasta ahora no se habían desarrolla­do para producir a gran escala. Se estima que estas fórmulas cuentan con unos 200 ingredient­es de base y que cada materia prima viene de una parte diferente del mundo. Hay pocas, poquísimas, fábricas capaces de trabajar con compuestos como el ARNm (que caracteriz­a las vacunas de Pfizer y Moderna). Y todavía hay menos productore­s con herramient­as validadas para este tipo de procesos. Johnson & Johnson, por ejemplo, sondeó más de 100 empresas para producir su vacuna pero vio que tan solo diez tenían las infraestru­cturas necesarias para fabricarla.

«La suspensión de patentes no es una panacea», esgrime Steve Bates, director ejecutivo de la Asociación de Bioindustr­ia, en declaracio­nes al portal Science Media Center. El portavoz de la industria argumenta que «entregar un recetario sin los ingredient­es, las garantías y la infraestru­ctura necesaria no ayudará a fabricar más rápidament­e». Las farmacéuti­cas también han mostrado su preocupaci­ón por el hecho de que «fábri

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EUROPA PRESS Un hombre se manifiesta a favor de la liberaliza­ción de las patentes de las vacunas, en Valencia.

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