El pulso por las patentes de las vacunas tardará en resolverse
La Organización Mundial de la Salud reclama la liberalización para acelerar la producción de dosis El futuro de la campaña de inmunización global contra el covid-19 depende de esta decisión
Se necesitan entre 10.000 y 14.000 millones de vacunas para poner punto y final a la pandemia de covid-19. Se necesitan además por todo el mundo y se necesitan ya. Los primeros meses de producción masiva de estos fármacos han puesto sobre la mesa poco más de 400 millones de dosis: un escaso 3% del total que se necesitaría para frenar la expansión del virus. Los pronósticos más optimistas estiman que, de seguir así, se tardará entre un año y un año y medio en producir inyecciones suficientes para inmunizar a todo el mundo. Los más pesimistas calculan que serán años y que aun así será difícil llegar a todos.
El diagnóstico del problema está claro. El cuello de botella está en las fábricas: si no se producen más vacunas es porque los actuales productores no dan abasto. Hasta aquí hay un cierto consenso. La disputa empieza en cuanto toca hablar de soluciones. Hace ya meses que oenegés, expertos y hasta la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) reclaman una suspensión temporal de las patentes como una vía para acelerar la producción global de vacunas. La propuesta parecía estancada ante la oposición de las farmacéuticas, pero ahora que Estados Unidos ha mostrado su apoyo a la iniciativa parece que el debate vuelve a coger forma. Europa ya ha dicho que suspender la propiedad intelectual no es la «solución mágica». La brecha de inmunización sigue entre el norte y el sur. Y esto, a su vez, se traduce en más contagios, más muertes y más pérdidas económicas y sociales asociadas al coronavirus. Este es el contexto para empezar el debate.
¿QUÉ SIGNIFICA LIBERAR UNA PATENTE?
Empecemos por el principio. Todos los medicamentos, incluidos las vacunas, se comercializan bajo unos derechos de propiedad intelectual (también llamados patentes). Las farmacéuticas utilizan este recurso para blindar la producción y explotación de sus productos durante unos 20 años para que, al menos en este periodo, puedan recoger los frutos de la inversión realizada en fases de investigación. En la práctica, los propietarios de patentes tienen dos alternativas. O se quedan con la «exclusiva» de sus productos o entregan su fórmula a terceros a cambio de unos royalties. En ambos casos, la industria se asegura un retorno, aunque entre un modelo y otro puede variar (y mucho) el margen de beneficio. La decisión se puede aplicar tanto a las vacunas en sí como a las materias primas necesarias para su fabricación.
¿QUÉ IMPLICA PARA LA PRODUCCIÓN GLOBAL DE VACUNAS?
La propuesta de suspender las patentes de las vacunas contra el covid-19 supondría una ruptura drástica con el actual modelo de producción. Las propietarias de estos fármacos deberían dar la receta de sus vacunas y explicar qué proceso siguen para fabricarlas. Es decir, dar a conocer tanto su fórmula como todo el proceso de transferencia de tecnología y conocimiento implicado. Esto permitiría que otros productores se puedan lanzar a fabricar vacunas (previo pago de royalties y durante el tiempo que dure el acuerdo, claro). El debate sobre la suspensión temporal de patentes llegará a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, si logra el consenso por unanimidad, podría salir adelante en junio. El futuro de esta propuesta dependerá no solo de que se llegue a un acuerdo, sino de qué ponga en la letra pequeña.
La OMS quiso que las farmacéuticas compartieran avances pero no lo han hecho
¿QUÉ ARGUMENTOS HAY A FAVOR DE ESTA PROPUESTA?
El principal argumento para suspender temporalmente las patentes de las vacunas es que, viendo que la pandemia sigue haciendo estragos por todo el mundo, urge aunar esfuerzos para aumentar la producción global de vacunas. Y si ha quedado claro que los actuales productores no llegan a más, habrá que dejar que otros fabricantes echen una mano. «Esto no significa que el sistema de patentes ha fracasado, sino que no funciona para hacer frente a un problema de alcance global. Es una medida excepcional, sí. Pero también estamos viviendo en circunstancias excepcionales», recuerda Rafael Vilasanjuan, miembro del consejo de dirección de la Alianza Global para la Vacunación (GAVI).
«Las patentes nunca fueron diseñadas para usarse durante emergencias globales», argumenta un editorial de la revista Nature. «Una patente recompensa a los inventores protegiendo sus invenciones de la competencia desleal durante un tiempo limitado», añade. «Tampoco podemos olvidar que las vacunas se empezaron a desarrollar en laboratorios públicos y que tanto su estudio como su producción han sido financiados con millones y millones de financiación pública», recalca Raquel González, responsable de relaciones internacionales de Médicos Sin Fronteras. La portavoz también recuerda que en mayo del 2020 la OMS abrió una plataforma para que las farmacéuticas compartieran de manera voluntaria sus avances tecnológicos y que, un año después, la iniciativa sigue sin registrar una sola entrada.
¿QUÉ ARGUMENTOS HAY CONTRA ESTA PROPUESTA?
El principal argumento contra esta propuesta es que, a pesar de todo, fabricar una vacuna no es para nada fácil. Más en el caso de las vacunas contra el covid-19, que parten de unas plataformas tecnológicas muy sofisticadas que hasta ahora no se habían desarrollado para producir a gran escala. Se estima que estas fórmulas cuentan con unos 200 ingredientes de base y que cada materia prima viene de una parte diferente del mundo. Hay pocas, poquísimas, fábricas capaces de trabajar con compuestos como el ARNm (que caracteriza las vacunas de Pfizer y Moderna). Y todavía hay menos productores con herramientas validadas para este tipo de procesos. Johnson & Johnson, por ejemplo, sondeó más de 100 empresas para producir su vacuna pero vio que tan solo diez tenían las infraestructuras necesarias para fabricarla.
«La suspensión de patentes no es una panacea», esgrime Steve Bates, director ejecutivo de la Asociación de Bioindustria, en declaraciones al portal Science Media Center. El portavoz de la industria argumenta que «entregar un recetario sin los ingredientes, las garantías y la infraestructura necesaria no ayudará a fabricar más rápidamente». Las farmacéuticas también han mostrado su preocupación por el hecho de que «fábri