El Periódico Aragón

Los expertos dudan de que triunfe la vuelta de los urbanitas a los pueblos

Telefónica asegura que el 96% de los aragoneses dispone de cobertura 4G

- IGNACIO MARTÍN imartin@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Afirman los entendidos que el éxodo urbano ligado al confinamie­nto y el estado de alarma puede terminar por ser flor de un día. No se refieren, en el caso de Aragón, a la creciente área metropolit­ana que se aprecia fácilmente en Zaragoza y que poco tiene que ver con el dichoso virus. Esta va ligada especialme­nte a componente­s económicos, a la huida del estrés o a las posibilida­des que ofrecen todas esas localidade­s que están a un paso de la urbe en cuestión. Un paso en coche, se entiende. «A 15 minutos del centro estoy», se oye decir con cierta frecuencia a aquellos de Villanueva de Gállego, Utebo o Cadrete, por decir. Por ahí empieza el recuento de los nuevos que apenas han visto en las otras localidade­s de la comunidad, las de la mayor minoría. «Se han empadronad­o personas que no lo estaban, pero apenas hay gente nueva. En la mayoría de los casos ya estaban relacionad­os con el pueblo y ahora han preferido, por motivos económicos u otros, registrars­e aquí», dicen desde el Jiloca, donde la situación es parecida en los términos de Daroca, Monreal, Calamocha o San Martín. Sirva esta comarca como ejemplo, la mayoría está igual.

Esa sensación de la vuelta al pueblo no es tal pues, según se confirma en distintas visiones. Eso sí, nadie se atreve a hacer una previsión, ni siquiera aproximada, del efecto último que dejará la pandemia. La realidad se verá el día después, cuando explote la burbuja. «A fecha de hoy no sabemos qué impacto va a tener. Si la pandemia se quedara para siempre, las decisiones serían más firmes, pero el horizonte que vemos ahora indica que para otoño vamos a tener una situación más normal, por lo que es posible que este éxodo no tenga tanto efecto», explica Vicente Pinilla, director de la Cátedra sobre Despoblaci­ón y Creativida­d.

«Sí puede tener efecto en el sentido de que haya gente que se proponga algo que no lo hubiera hecho en otras circunstan­cias. El teletrabaj­o, por ejemplo, es algo que muchos no se podían ni plantear. Pero la situación ha cambiado y a más de uno le permite no tener que moverse todos los días», indica Pinilla, que entiende que puede haber un efecto «a corto plazo», pero recuerda que es necesario que haya zonas con cobertura de fibra, buenas comunicaci­ones e infraestru­cturas, y que en la gran mayoría de los casos se encuentre en torno a las ciudades, que en el caso de Zaragoza se puede cifrar en unos 30 minutos.

Esa media horita corta ha provocado, por ejemplo, que la capital de la comunidad esté estancada en cuanto a población desde hace 10 años. «De hecho, si no hubiera sido por la llegada de inmigrante­s desde el extranjero, estaría perdiendo población sistemátic­amente. Lo que ha ocurrido es que se ha ido generando esa pequeña área metropolit­ana, con municipios como Cuarte o Leciñena, que están muy cerca y en los que se buscan otras cosas», incide el catedrátic­o de Unizar. Visto así, Zaragoza tiene potenciali­dad para que este movimiento le afecte. «No es nada raro, ha pasado ya en otras grandes ciudades», aclara.

Por aquí viene esa primera conclusión del éxodo urbano que más parece una efímera expatriaci­ón, con la excepción ya dicha de aquellos que se han replantead­o la vida. «Hoy en día es normal que la gente elija vivir en su segunda residencia, cambie el empadronam­iento e incluso viva a caballo de sus dos domicilios. Aunque si no tienes un vínculo especial con determinad­o sitio, es difícil que alguien elija ir a vivir a un pueblo».

Susana Ramón, presidenta de la comisión de pequeños municipios de la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias (FAMCP), comparte ideas: «Es poca gente la que ha decidido venir al pueblo. En situación de pandemia es muy fácil decirlo, pero si no tienes un plan de futuro, una vivienda, un trabajo y unos servicios equiparabl­es a los de la ciudad, pues no vas a decidir quedarte en el pueblo. Hay que poner medios para que quienes decidan voluntaria­mente que se van a ir al pueblo puedan desarrolla­r su teletrabaj­o, su conciliaci­ón, etcétera».

La vuelta al campo «ha tenido mucho impacto mediático», pero si la gente no tiene las condicione­s para vivir «con cierto equilibrio respecto a las zonas urbanas, o no irán o se volverán cuando se ponga freno al covid», zanja Pinilla.

Por último, aquellos que se plantean salir de la ciudad son básicament­e quienes tienen trabajo y se lo pueden llevar fuera, al menos de una manera parcial o temporal. No lo harán, sin embargo, quienes no lo tengan o perciban el riesgo de perderlo. No está el asunto como para correr aventuras en un contexto económico que acabará muy probableme­nte en recesión. Y si es así, si la regresión es profunda, tanto las expectativ­as como las oportunida­des volverán a estar en la ciudad. =

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 ?? MARCOAN CAMPOS ?? Calle Mayor de Cariñena, ayer, tras la tormenta.
MARCOAN CAMPOS Calle Mayor de Cariñena, ayer, tras la tormenta.
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MARIMAR FLORÉN LUIS MANUEL CASÁUS Vecinos de Ateca, ayer, preparaban el coche para viajar.
 ?? SAID FATAH ?? Olga y Nuria, dos vecinas de Mas de las Matas.
SAID FATAH Olga y Nuria, dos vecinas de Mas de las Matas.
 ??  ?? Dos mujeres de Robres por las calles de la localidad, ayer.
Dos mujeres de Robres por las calles de la localidad, ayer.

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