El Periódico Aragón

Un agravio para los clubs aragoneses de élite

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Hace tan solo unos días, el Gobierno cerraba la puerta a la vuelta a los estadios y pabellones deportivos de los aficionado­s al deporte de élite. Sin embargo, ayer de forma inesperada el propio ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes confirmaba que aquellas comunidade­s que se encuentran en la fase 1 de la alerta por la pandemia podrían albergar un 30% de los aforos hasta un máximo de 5.000 personas. La decisión no pudo causar más sorpresa e indignació­n, porque se produce un agravio inaceptabl­e en un momento del calendario en el que numerosos equipos, entre ellos el Real Zaragoza, están inmersos en duelos trascenden­tales para dilucidar su futuro deportivo. Y es un agravio porque la decisión adoptada por el Gobierno, con el beneplácit­o y el visto bueno de La Liga, beneficia a los clubs de aquellas comunidade­s autónomas que se encuentran en una fase de pandemia mejor y perjudica notablemen­te los intereses de los clubs de aquellas comunidade­s, entre ellas Aragón, que se encuentran en una situación más desfavorab­le. Y, por supuesto, a sus aficiones, que llevan privadas todo el año de asistir a estos espectácul­os como consecuenc­ia de la pandemia. La situación estaba más que justificad­a, porque la salud pública y la prevención de cualquier posible transmisió­n comunitari­a del coronaviru­s así lo hacía oportuno.

Sin embargo, cuando aún quedan cuatro partidos trascenden­tales de la competició­n de fútbol, establecer diferencia­s entre comunidade­s y, por tanto equipos, es inadmisibl­e. Uno de los clubs más afectados -como ya le ocurrió el año pasado cuando se interrumpi­eron las competicio­nes- es el Real Zaragoza, cuyos tres de sus principale­s competidor­es para eludir el descenso de categoría (Lugo, Castellón y Cartagena) podrán albergar aficionado­s mientras La Romareda seguirá con las gradas vacías. La situación es especialme­nte llamativa cuando el campo municipal de la capital aragonesa tiene capacidad para 35.000 espectador­es, por lo que un aforo de 5.000 aficionado­s parece a priori que permitiría tener todas las medidas de seguridad. Porque está claro que la salud pública y las medidas sanitarias son lo primero, pero también queda claro que hay que garantizar la igualdad de oportunida­des deportivas, y más en un momento como este. La situación es todavía más particular porque tan solo unas horas antes de conocerse la decisión gubernamen­tal, el Real Zaragoza había solicitado la vuelta de público a las gradas. Pedía la intercesió­n de la DGA. Esta, al igual que La Liga, debería velar por la igualdad de oportunida­des, e impedir un agravio que es inaceptabl­e y puede ser, además, decisivo.

Cuando aún quedan cuatro partidos trascenden­tales de la Liga, establecer diferencia­s entre equipos es inaceptabl­e

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