El Periódico Aragón

Más cerca que nunca

Otro tanto de Sandro rasca una victoria merecida y que alienta al Huesca a la permanenci­a

- SERGIO RUIZ ANTORÁN HUESCA

Otra vez él. Otra vez ellos. Otra vez el Huesca valiente, el de Pacheta, ese que merece salvarse porque lucha, no rebla, va a por la victoria, junto y convencido de que puede lograrla. Y así la encontró, en otro disparo de corazón de Sandro que convirtió en error de Unai Simón todos los aciertos acumulados por sus compañeros. Dominando, tocándola, incisivo, seguro, con demasiados componente­s para merecer un triunfo que saca de nuevo al Huesca del peligro, que lo acerca un poquito hacia el objetivo. Sólo un poco. Pero es algo. Quedan dos partidos: Betis en Sevilla y Valencia.

No era una alucinació­n. Si cerrabas los ojos se escuchaba el aliento de los aficionado­s. No estaban. Se sentían. Y no sólo en el cántico enlatado de la megafonía. Las piernas del Huesca parecían impulsadas por su presencia, alentando a los suyos a tirar para adelante. Con ese ánimo, esa valentía esgrimida en la semana, salió un grupo conciencia­do en su misión: ganar o descender. Era la versión del Huesca bueno, el de la Real, dominando el partido desde el control de la pelota, siendo vertical sin precipitar­se, pisando área. Así todo el partido.

Esa ambición desembocó en acoso. En esos primeros veinte minutos ya había completado cien pases, aglutinaba el 70% de la posesión y había ejecutado seis disparos. Con Ferreiro, Rico y un MVP Seoane muy activo, Maffeo y Galán siendo más extremos que laterales, el Athletic cediendo todo, (( hasta a sus dos delanteros, con Williams y Raúl García en el banquillo, las ganas de gol y victoria del Huesca no eran rapidez descuidada. Centros rápidos engarzados con jugadas más elaboradas o de primer toque se combinaron ante un muro defensivo y contemplat­ivo. Faltó eso, ya saben, esos detallitos, esa ligera diferencia que alcanza la gloria. Esa que se escapó por poco en esos intentos de Seoane, en los centros repetidos de Maffeo o los centímetro­s de ese cañonazo lejano que Vavro volvió a enviar al larguero tembloroso.

La segunda de verdad llegó a la media hora, poco después de que Íñigo Martínez inquietara en un balón parado, la única forma con la que el Athletic parecía meter miedo. Fue un córner seguido que remató en cabezazo limpísimo Mir y sacó Unai Simón en un rechace muerto en el rectángulo chico que liberó por centésimas Íñigo Martínez cuando o Siovas o Pulido iban a su caza.

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LALIGA Sandro celebra con Vavro el gol que dio la victoria al Huesca ante el Athletic, ayer en El Alcoraz.

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