El Periódico Aragón

Pacheta: «Estoy muy orgulloso de estos jugadores»

- Y LLEGÓ

Como para no estar orgulloso. Por los tres puntos, por el juego, por la entrega. «Estamos orgullosos, como lo estábamos en Cádiz y como en todos los partidos que yo llevo aquí. Estoy muy orgulloso de estos jugadores, que luchan cada partido. Somos un equipo luchador», indicó Pacheta al acabar el partido. El entrenador recalcó que son el cuarto equipo que gana al Athletic de Marcelino. Estoy muy contento por la victoria, y me llena cómo se ha producido. Espero que el 23 de mayo estemos fuera de la zona de descenso», concluyó Pacheta.

Cuando la tregua de los instantes finales con Morcillo alargando al Athletic hasta el área de Álvaro, un error en la comunicaci­ón entre Unai Simón y Vesga permitió a Mir robarla en la presión adelantada. En lo que era un penalti en movimiento, el delantero talonó mal y desperdici­ó al aire el 12º disparo del Huesca. Balas sin pólvora.

El cambio de portería no supuso otro en esa pendiente imaginaria que parecía deslizar el balón hacia el arco vasco. Siguió el Huesca avasallado­r, pese a que el Athletic parecía dar un paso adelante que podría aprovechar­se en espacios. Siguió insistiend­o el Huesca en sus dardos sin diana. Un cabezazo de Rico, una rosquita de Ferreiro, otro testarazo de Mir... Nada. Tampoco desesperac­ión.

Pero la moneda de la suerte tiene dos caras. La fortuna y el infortunio. Y a falta de ese toque propio cayó del otro lado. Y Sandro parece ser un especialis­ta en estas artes, un trilero que convierte la trampa en premio escondido. Como ese golpeo de corazón ante la Real, el grancanari­o se inventó otro toque de gloria. Desde la esquinita derecha la reventó a la portería en una diagonal que rompió el molde de barro de Unai Simón en tanto de salvación. La piña de celebració­n era el símbolo de cómo ha salido el Huesca de esta situación límite, unido, y de cómo tenía que terminar la faena.

Porque no se escondió ni achicó, siguió con su discurso, intentando ampliar la renta, rematar el partido. La tuvo Mikel Rico. No fue. Y llegaron los cambios. El Athletic puso a sus delanteros titulares y Pacheta añadió oxígeno y piernas, sin abandonar el plan, contempori­zando con el balón, inteligent­e, no suicida para amarrar una victoria tan importante como la vida. Un triunfo que le saca de la cueva otra vez, esa a la que no quiere volver nunca más. A la que no merece volver.

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