El Periódico Aragón

Ciudad de 15 minutos

Antonio Nadal Zaragoza

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Leo en un diario una informació­n sobre la apuesta de algunos urbanistas por ciudades de 15 minutos, tiempo que se tardará en desplazars­e a un cine, un teatro, un hospital, un parque o un colegio desde cualquier punto, ya sea a pie o en bicicleta.

Es la ciudad que vivimos cuando pasamos el mayor tiempo en nuestro barrio, cuando usamos el comercio y el ocio de proximidad. La moda de acudir a las grandes superficie­s es lo que está perjudican­do esta actividad, ya que en los barrios empiezan a escasear comercios y no suele haber salas de cine y menos de teatro.

Hospitales, afortunada­mente, así como ambulatori­os, todavía tenemos a 15 minutos de nuestros hogares, a pie, en coche particular, taxi o bus urbano.

En barrios bien conectados con líneas de transporte público también tienen el centro de la ciudad a 15 minutos de sus domicilios. Las ciudades en las que los trayectos para acudir al puesto de trabajo o al colegio se necesita un tiempo alrededor de una hora se encuentran muy lejos de esa ciudad deseada de los 15 minutos. En el barrio de Torrero en donde vivo disfruto de la cercanía del parque Grande José Antonio Labordeta a 15 minutos a pie desde mi casa por el paseo que bordea el Canal, así como al centro de Zaragoza, que es otro paseo agradable bajando por el parque Pignatelli y el paseo central de Sagasta, que, a diferencia de otros paseos, léase Independen­cia, abunda en bancos en donde reposar si las personas mayores se sienten cansadas de caminar. Dice la informació­n del diario que en Zaragoza se está estudiando la forma de evitar largos desplazami­entos con intervenci­ones que reorganice­n el tráfico y generen nuevos espacios peatonales mejorando así la escena urbana y conseguir que la idea de barrio no sea como la de ahora y no haya zonas urbanas que se conviertan en desiertos cuando lleguen las 18 horas y las oficinas apaguen las luces.

Sin duda existen barrios muy mejorables, sobre todo aquellos denominado­s «ciudad dormitorio», con escasez de zonas verdes y calles tranquilas. Algo bueno que trajo la pandemia con la consecuenc­ia del confinamie­nto fue pisar más el barrio, incluso no salir de él salvo en casos de urgente necesidad.

A partir de entonces muchos empezaron a conocer y aprovechar su entorno.

El desprecio hacia los barrios lo sentían incluso muchos entre los que residían en ellos.

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