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Los restos sin identificar de un combatiente en la Guerra Civil esperan una tumba digna para ser inhumados Quienes lo rescataron proponen un entierro con honores
Sin inhumar
Se sabe de él que era un varón de 19 o 20 años, que llevaba en la cintura una cartuchera con unos peines de balas de máuser, y que murió en la guerra civil cuando asaltaba una trinchera o al salir despedido de ella. Y también que encontró la muerte, como otros miles de sus coetáneos, en la batalla de Levante, terrible choque de la primavera y el verano de 1938 que quedó eclipsado por la siguiente batalla, la del Ebro. Ochenta y tres años después de su último suspiro, los huesos de este muchacho se guardan en una caja en el Instituto Pluridisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid. Y su caso de combatiente anónimo sin tumba duerme en un dosier que se hizo llegar en 2018 a la ministra de Defensa, Margarita Robles. Los mismos datos del caso llegaron al entonces director general y hoy secretario de Estado de Memoria Histórica, Fernando Martínez. E incluso quien fue ministro de Movilidad, José Luis Ábalos, siendo diputado raso promovió por este asunto una moción del grupo socialista en el Congreso.
El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, titular también de Memoria, hizo hace unos días un viaje político emotivo a París para recordar a los republicanos de La Nueve que liberaron la ciudad en la Segunda Guerra Mundial. Y bajo el Arco del Triunfo de la capital francesa yace un soldado desconocido, igual que en países como Reino Unido o EEUU. Bolaños afronta este otoño la tramitación parlamentaria de la ley de memoria democrática de un país en el que aún no es concebible uno de esos monumentos.
Sin enterrar...
Este agosto cumple este esqueleto nueve años esperando destino. En el verano de 2012, su cresta ilíaca sobresaliendo muy blanca entre la hojarasca oscura de la Sierra de El Toro (Castellón) atrajo la mirada de expertos del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica (GRMH) de Valencia. Arqueólogos de guerra de la agrupación Arqueoantro, originaria de la Universidad Complutense, rescataron los restos sin tener que cavar. A este hombre lo tapó la maleza y una fina capa de tierra, no arrojada por la piedad de un enterrador, sino traída por escorren«No sabemos de dónde vino este hombre a morir ahí. Es curioso lo mucho que se parecen los esqueletos de un franquista y de un republicano», ironiza Matías Alonso, uno de los rescatadores del cadáver, coordinador del GRMH, secretario de Memoria del PSPV-Valencia y miembro del grupo de memoria del PSOE. En 2013, el arqueólogo Miguel Mezquida y el antropólogo forense Javier Iglesias, miembros de Arqueoantro, llevaron el esqueleto al único lugar en el que lo han podido guardar. Alonso impulsa desde entonces el empeño de darle una tumba simbólica que acabe con lo que él llama «clasismo en los honores».
Y tras teorizar se explica: «En España hay monumentos funerarios para los generales, pero nunca para los humildes que un día traspasaron el umbral de su casa para no volver. Los que murieron como este hombre en la Guerra Civil cayeron igual que los donnadie de Ypres o Verdún,
El esqueleto lleva nueve años en la Universidad
No tenía más
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