El grupo Low hace un pacto entre la voz y la máquina
El dúo de EEUU, clásico del indie-rock, extrema su lenguaje sonoro en ‘Heywhat’
Los caminos del lenguaje rock siguen abiertos a la evolución y la expansión, y Low sigue demostrándolo, aunque pueda parecer que el suyo es un tránsito opaco o volcado hacia adentro. Heywhat es otra obra quizá apta para oídos abiertos a la ralentización de los tempos y al diálogo de la melodía con la polución sonora, aunque sin dejar nunca de lado la idea de canción. Música de belleza acaso algo retorcida, violentada por soluciones abruptas, pero no hay que tenerle miedo. El álbum sigue la senda del ovacionado Double negative, con su paso al frente en materia de manipulación sonora digital y sus planos sonoros enrarecidos, allá donde no se sabe muy bien si los sonidos proceden de la guitarra o del laboratorio (o de ambos lugares a la vez). Las líneas melódicas flotan ahora con un plus de pureza, redoblándose así el contraste con las intranquilas soluciones sonoras.
Es la versión de Low surgida de su alianza con el productor B. J. Burton, cómplice del último Bon
Iver, acaso un tercer miembro del tándem titular, que ahora, tras la marcha del bajista Steve Garrington se reduce a la pareja Alan Sparhawk-Mimi Parker.
Si en su estreno con Burton (el trabajo coproducido Ones and sixes, de 2015) el seminal slowcore de otros tiempos destapó nuevos espacios y escenarios acudiendo a la percusión electrónica, y Double negative tensó la cuerda introduciendo loops contaminantes y capas de zumbidos post-rock, ahora Heywhat suena algo más diáfano al aislar las armonías vocales y dejar que campen con cierta suficiencia, a la espera de que la electricidad se interponga en su camino. Una fórmula que repite en varias de estas canciones, que comienzan de un modo y terminan de otro, transformándose, mutándose, desdibujándose o dejando que el corte seco altere su dinámica musical. Lo ilustra el par de temas de apertura: White horses, con sus voces de resonancias folk sobre un bucle de ruido que, tras ganar la partida, deriva en una coda minimalista (no es la única del álbum) hasta fundirse en I can wait.=