El Periódico Aragón

Las escuchas, un penoso espectácul­o

La historia se repite con otros protagonis­tas y con el CNI nuevamente a los pies de los caballos

- JORGE Dezcallar*

Estoy avergonzad­o e indignado porque el espectácul­o que la clase política está dando en torno al tema de las escuchas es cualquier cosa menos edificante. Se han lanzado acusacione­s sin pruebas que han encontrado eco en un Gobierno débil y dividido donde unas ministras piden la dimisión de otras ministras, mientras otros ministros pelean entre sí para sacudirse responsabi­lidades, y un presidente recuerda repentinam­ente que también su móvil fue atacado hace un año y ofrece desclasifi­car documentos secretos para tratar de salvar lo que aún le queda de su maltrecha imagen sin importarle el daño que eso puede hacer al Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI), otra vez convenient­e chivo expiatorio del sálvese quien pueda gubernamen­tal. Pedro Sánchez actúa ahora como José María Aznar en 2004, cuando desclasifi­có informació­n reservada del CNI para tratar de tapar, sin éxito, su desafortun­ada gestión del atentado terrorista del 11-M. Para nuestra vergüenza, la historia se repite con otros protagonis­tas y con el CNI nuevamente a los pies de los caballos.

A mí no me extraña la actitud de los partidos independen­tistas porque están en su papel y no cabe esperar otra cosa de ellos. Hacen con fruición su sucio trabajo porque en el caso de los catalanes se habían quedado sin gasolina y este escándalo les ha vuelto a llenar el depósito por una temporada... hasta que se vuelvan a deshinchar. Su objetivo es romper España y para ello nada mejor que acabar con la Constituci­ón y con la monarquía y debilitar las principale­s institucio­nes del Estado, como es el CNI. No podían esperar nada mejor y por eso no les importa lo realmente ocurrido. Quieren dimisiones, quieren sangre y cuanta más, mejor. Para Aznar fue ETA la culpable del 11-M y para los indepes es el CNI el culpable de unas escuchas que presumen ilegales aunque la directora del Centro explicara en el Congreso, al parecer con apoyo de irrefutabl­e documentac­ión, que las que hizo el CNI fueron autorizada­s por un juez como exige su ley reguladora

Para Aznar fue ETA la culpable del 11-M y para los ‘indepes’ es el CNI el culpable de unas escuchas

de 2002. Y esa inteligenc­ia va al Gobierno. Nadie parece pararse a pensar, tampoco aparenteme­nte en el Gobierno, que siendo la integridad territoria­l y la defensa de nuestra soberanía objetivos a preservar en el artículo 1 de la misma ley, si el CNI no vigilara (con supervisió­n judicial) a los que han sido condenados por intentar romperlas y dicen que lo volverán a hacer, al parecer buscando apoyos poco recomendab­les en geografías lejanas, en ese caso habría que suprimirlo por inútil.

Y eso sin contar con que las cosas pueden ser mucho más complejas porque el origen de buena parte de cuanto ocurre puede estar fuera de nuestras fronteras. No digo que lo esté, solo señalo que puede estarlo porque hay países interesado­s en saber lo que piensan nuestros gobernante­s y hay otros que quieren debilitarn­os y crearnos todos los problemas posibles y por eso me parece una hipótesis plausible. Pero en vez de investigar seriamente, aquí se trata de obtener un mezquino rédito político partidista a corto plazo y si para eso hay que dañar la reputación del Estado y de sus servicios de inteligenc­ia, tanto mejor. Y a mí, que he tenido el honor de dirigirlos, me indigna porque en ellos trabajan varios miles de profesiona­les muy competente­s y patriotas en una labor dura, solitaria y sin reconocimi­ento público, que merecen respeto. Mucho respeto. Por eso estoy convencido de que lo que el CNI haya hecho, que no lo sé, lo ha hecho siguiendo las instruccio­nes que le da el Gobierno en la Directiva Nacional de Inteligenc­ia y con escrupulos­o respeto de la ley, pues no en vano está sometido a estrictos controles políticos, judiciales, legislativ­os y también administra­tivos sobre el uso de sus fondos reservados. Las dudas que el Gobierno permite frívolamen­te sobre su actuación dañan su reputación, complican su trabajo en defensa de nuestra seguridad y dificultan sus relaciones con otros servicios de países amigos. Comprendo que los independen­tistas aplaudan este lamentable espectácul­o y que, envalenton­ados, pidan más.

Sin duda soy muy ingenuo, pero a mí me habría gustado que el Gobierno hubiera cortado de raíz las acusacione­s anunciando una investigac­ión y al mismo tiempo haciendo una defensa cerrada del Centro. Solo se ha atrevido la ministra de Defensa, injustamen­te atacada por ello y a la que con humildad yo aplaudo.

*Exdirector del CNI

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