El Periódico Aragón

El legado de Joaquín Costa en Huesca, no en Madrid

- JOAQUÍN Palacín Eltoro*

Joaquín Costa nació en Monzón en 1846, pero pasó su infancia y parte de su adolescenc­ia en Graus y Huesca, ciudad esta última donde estudió el bachillera­to (1864) y donde obtuvo el título de maestro (1869). En 1867 una beca como observador de la Exposición Universal de París abre su mente a nuevos mundos e influencia­s y le sirve para publicar Ideas apuntadas en la Exposición Universal de 1867 para España y

para Huesca, o para copiar el aparato que había creado Ernest Michaux en 1860, la primera bicicleta a pedales, que a posteriori serviría para que el herrero Mariano Catalán realizara, junto a otro oscense, el administra­tivo Gregorio Barrio, el 20 de marzo de 1868 el primer viaje en bicicleta del que se tiene constancia en España, el trayecto Huesca-Zaragoza-Huesca.

Costa inició su intervenci­ón en la vida pública con la creación en 1891 de la Liga de Contribuye­ntes de Ribagorza, en 1900 participó activament­e en el movimiento Unión Nacional y, tras su fracaso, se unió al Partido Republican­o como candidato a las elecciones a Cortes en 1903. Enfermo, se retiró poco después a Graus donde pasó escribiend­o los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1911.

Joaquín Costa fue autor de numerosas monografía­s, artículos en revistas especializ­adas y colaboraci­ones en la prensa periódica de su época. El objeto de sus publicacio­nes es muy amplio y abarca diferentes disciplina­s: derecho, educación, antropolog­ía, política, historia, geografía, colonialis­mo, agricultur­a, filología, etc.

En el Archivo Histórico Provincial de Huesca se conserva actualment­e una parte importante de lo que fue archivo de Joaquín Costa, compuesto por tres lotes de procedenci­a diferente:

Cajas 1 a 33, con documentos adquiridos por el Ministerio de Cultura en subasta celebrada en la Sala Durán de Madrid el 24 de junio de 1983; cajas 34 a 96, documentos adquiridos por el Ministerio de Cultura en 1984, directamen­te a los propietari­os tras quedar desierta una segunda subasta en la Sala Durán; cajas 97 a 123, documentos procedente­s del Archivo Histórico Nacional, Sección de Diversos, Títulos y Familias. Estos últimos documentos se encontraba­n tras la guerra civil en un baúl hallado en la Biblioteca Nacional, donde se cree que habían llegado durante la guerra procedente del archivo de Tomás Costa en Los Navalmoral­es (Toledo). Su traslado al Archivo Histórico Provincial se autorizó por Orden del Ministerio de Cultura de 14 de noviembre de 1984.

Estamos hablando de documentos producidos o reunidos por Joaquín Costa en sus ámbitos familiar, profesiona­l o político, con una tipología documental muy variada, que van desde datos sobre costumbres populares recogidos en pueblos del Alto Aragón a, de forma destacada, la correspond­encia, formada por casi 10.000 cartas enviadas o recibidas de las personas más influyente­s de la época, por eso los estudiosos de Joaquín Costa tienen como referencia principal el archivo oscense.

En el despacho de la casa de Graus, quedaba un grupo numeroso de legajos con correspond­encia, notas, recortes de prensa, unos 50.000 documentos en total, que recienteme­nte han sido adquiridos por el Ministerio de Cultura y trasladado­s a Madrid, concretame­nte al Archivo Histórico Nacional para su digitaliza­ción y conservaci­ón.

Desde Chunta Aragonesis­ta consideram­os que el legado adquirido debe tener como destino final el Archivo Histórico Provincial de Huesca, por dos principale­s motivos: que debe ser un único lugar donde se guarde todo el archivo personal de Joaquín Costa y que este debe estar ubicado en su tierra, el Alto Aragón. Su traslado solo depende de la voluntad política, dado que estamos hablando de una institució­n que tiene transferid­a al Gobierno de Aragón el personal y la gestión, pero que es de titularida­d estatal, por lo que se trata de un cambio de ubicación física, de Madrid a Huesca, sin cambio de propiedad.

Y es que en un momento en el que se habla desde el Gobierno de España de desconcent­ración de las institucio­nes del Estado y deslocaliz­ación de la Administra­ción, no se entiende que con el dinero de todos y todas se tomen caminos en la dirección contraria.

En 1911, cuando murió Joaquín Costa, su hermano Tomás dio autorizaci­ón para que el cuerpo del difunto fuera enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, pero este nunca llegó a destino porque una gran cantidad de personas detuvo en Zaragoza el tren que transporta­ba sus restos mortales, y tras una impresiona­nte manifestac­ión popular tuvo que ser sepultado en Aragón, en el cementerio de Torrero en Zaragoza, donde se construyó un mausoleo cuyo proyecto ganador fue firmado por el escritor Manuel Bescós (Silvio Kossti) y el pintor Félix Lafuente Tobeñas, oscenses ambos.

Si su cuerpo descansa en Aragón, su legado también debe estar en Aragón. Estamos seguros que así lo hubiera querido el León

Graus.= de

*Presidente de Chunta Aragonesis­ta

El legado

adquirido debe tener como destino el Archivo Histórico Provincial de Huesca

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