El Periódico Aragón

La Casa Real entre el rosa y el negro

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El regreso del rey Juan Carlos a España para encontrars­e con la familia y los amigos vuelve a colocar a la jefatura del Estado en una posición incómoda porque todas las consecuenc­ias de este viaje son negativas y van a pesar en el que se queda al frente de la institució­n. Vuelve a llenar horas de informació­n, opinión o directamen­te crónica social sobre supuestos alojamient­os en casas de amigos donantes, el lugar de encuentro con el actual rey, de las condicione­s de unos y otros o de las idas y venidas de su todavía esposa. Vuelven a primera línea hijas, yernos, nietos sobre los que se quiso establecer una distancia de seguridad porque no hay institució­n pública que aguante más allá de la corrupción, tanta frivolidad.

El delito de fraude fiscal, entre 2008 y 2012, resultó comprobado por la Fiscalía pero los tres primeros años están prescritos y lo defraudado en los dos últimos años mientras era rey está cubierto por la inviolabil­idad que goza el jefe del Estado. Juan Carlos regularizó a toda prisa, la que había perdido en los últimos años de su reinado, las acciones ilícitas que concurrier­on de 2014 a 2018. Y así, limpio de polvo y paja, sin asuntos pendientes con el tercer poder de su monarquía parlamenta­ria vuelve exactament­e donde lo dejo, a sus regatas, sus yates y el aplauso de los fieles en el

Club Náutico de Sanxenxo. Como en un flashback que nos llevará a los dorados años 90, antes de que todo en la Casa Real se derrumbara comenzando por la condena penal del yerno, los escándalos amorosos de Juan Carlos que derivaron en una trama de espías incorporan­do al CNI al desprestig­io, el conocimien­to de los delitos financiero­s y cerrando con el yerno de nuevo en las portadas de la prensa del corazón.

Y así han pasado los últimos veinte años, compartien­do página con los concursant­es de Supervivie­ntes o en la crónica delictiva con Bárcenas, una vez levantada la veda sobre los asuntos de la Casa Real que pesaba desde la Transición. No hay política comunicati­va, ni de gestos, como son los primeros pasos sobre la transparen­cia, que soporte esta deflación de la Corona. La popularida­d de la monarquía no se refería a esta acepción, y menos cuando está siendo instrument­alizada políticame­nte de parte, sin que Felipe VI ayude a lo contrario. ¿Se acuerdan del vacío informativ­o que sobre su patrimonio se realizó con ERC, Junts, CUP, Bildu y BNG por ser partidos que no estaban en el consenso de la Constituci­ón del 78? Vox debe tener unos estatutos escondidos sobre la defensa del Estado de las autonomías, y del estado social y de derecho que solo debe sacar para los íntimos. A lo mejor algunos se acercan a Sanxenxo.

No hay institució­n pública que aguante más allá de la corrupción, tanta frivolidad

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POLITÓLOGA
Lumbierres Carmen POLITÓLOGA

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