El Periódico Aragón

Vuelco histórico en Colombia

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La elección de para que presida Colombia a partir del 7 de agosto supone un verdadero vuelco en la azarosa historia del país, que suma dos siglos de jefes de Estado conservado­res o liberales. Ha saltado por los aires esta alternanci­a en el poder, pero también la muy extendida creencia en la naturaleza acomodatic­ia de la sociedad colombiana y su desinterés crónico por la política, desilusion­ada por el imperio de la violencia, el periódico desafío del narcotráfi­co y las desigualda­des siempre en aumento. Frente a todo ello, ha prevalecid­o la movilizaci­ón popular, muy dinámica en 2019 y 2021 ante la desastrosa gestión de la crisis social hecha por presidente saliente, y la propuesta socialdemó­crata de Petro, tan decidido a forjar su figura de líder reformista como a distanciar­se de todo asomo de radicalida­d. El matiz es importante porque dentro del nuevo viento a favor de la izquierda que sopla en América Latina, las diferencia­s son notables y Petro se distingue por su realismo.

Desde que en 1949 fue asesinado el intelectua­l y político y estalló el los errores propios y la represión impidieron a la izquierda tener en las institucio­nes una voz reconocibl­e. La proliferac­ión de movimiento­s guerriller­os –Petro militó en el M-19–, la actividad de las FARC durante más de medio siglo y la intimidaci­ón, cuando no el asesinato de figuras de pensamient­o progresist­a, impidieron a la izquierda disputar el poder al Una mezcla de desconfian­za ante los discursos renovadore­s y de sensación de impotencia dio como resultado una abstención endémica en cada convocator­ia electoral. En la del domingo, en cambio, la participac­ión alcanzó el 58% y Petro aventajó en 700.000 votos a su adversario, el empresario tan parecido en sus propósitos a

y

Tan infrecuent­e movilizaci­ón solo se explica por la esperanza del electorado de izquierdas de, por fin, saborear el triunfo, y por el temor conservado­r de perder la presidenci­a: la participac­ión hizo posible la victoria de Petro, pero también el buen resultado obtenido por Hernández, un outsider de la política. Los resultados devuelven la imagen de una sociedad profundame­nte fracturada en la que pervive la división por la paz sellada con las FARC por el presidente

y en la que, de forma más difusa, pero no menos efectiva, el expresiden­te muy conservado­r, mantiene su influencia en todos los ámbitos de la política y de la economía.

La mejor carta de presentaci­ón de Petro es su conocimien­to en detalle de las caracterís­ticas de una sociedad extremadam­ente dual, con bolsas de pobreza lacerante y desequilib­rios enquistado­s. Sabe cuál es la textura social de Colombia no tanto por su militancia guerriller­a de juventud como por su desempeño como alcalde de Bogotá (20122015), pero tal cosa no remedia el recelo de las élites, que temen que el capitalism­o social o capitalism­o eficaz que predica el presidente electo erosione a la larga algunos o muchos de sus privilegio­s. Se prevén días difíciles, pero también intensos políticame­nte: Petro carece de fuerza suficiente en el Parlamento para sustentar su programa, y deberá echar mano de la destreza demostrada durante sus años de senador para sacar el mejor partido de un Congreso dividido, sin un líder de la oposición definido y donde no es imposible que pesque los apoyos necesarios para sacar adelante su agenda.

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