El Periódico Aragón

Al menos un millar de muertos en un seísmo en Afganistán y Pakistán

El temblor afectó sobre todo a una zona pobre y rural de la provincia de Paktiká, en el oeste del país El Gobierno talibán implora ayuda a la comunidad internacio­nal ante la escasez de recursos

- ADRIÀ ROCHA CUTILLER ESTAMBUL BALANCE TRÁGICO INUNDACION­ES

Cerca de mil personas murieron ayer en Afganistán por un terremoto de 6,1 en la escala de Richter ocurrido en la frontera con Pakistán, el país vecino al sureste. El seísmo afectó sobre todo a una zona rural, remota y pobre, con casas construida­s con materiales baratos por sus propios inquilinos. El número de heridos se sitúa cerca de los 1.500, y se espera también que la cifra de fallecidos crezca durante las próximas jornadas. «Es probable que el número aumente, ya que algunos de los pueblos en el epicentro están en zonas alejadas, arriba de las montañas, y cuesta tiempo recoger detalles de la situación», afirmó el ministro de Interior del Gobierno talibán de Afganistán, Salahuddin Ayubi.

El seísmo, que según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) tuvo su epicentro a unos 44 kilómetros de la ciudad de Khost, se pudo notar en todo Afganistán, Pakistán y parte de la India. Por el momento, no hay noticias de víctimas mortales en los demás países afectados, aunque sí se han detectado desperfect­os materiales en Pakistán. «Pedimos a todas las agencias de ayuda humanitari­a que manden a sus equipos inmediatam­ente a la zona afectada para evitar que la catástrofe empeore», pidió uno de los portavoces talibán, Bilal Karimi.

Desde agosto de 2021, con la toma de Kabul por el grupo extremista, la capital del país, Afganistán vive aislada del mundo, sumida en una crisis de alimentos descontrol­ada y con un Gobierno que ha visto cómo el dinero del tesoro afgano desaparecí­a de sus manos. Asia Central –y Afganistán en particular– es una región asentada entre varias fallas tectónicas, que van a encontrars­e en lo alto de las montañas afganas. En la zona, los terremotos son constantes: según Naciones Unidas, más de 7.000 personas en los últimos 10 años han muerto en Afganistán a causa de los constantes seísmos; una media, según la Oficina para la Coordinaci­ón de Asuntos Humanitari­os de la ONU, de 560 muertes al año.

Esta vez, sin embargo, es distinta. El de la madrugada de ayer fue el terremoto más mortífero en el país centroasiá­tico desde el ya lejano 2002, poco después de que Estados Unidos, tras el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, depusiese el anterior Gobierno talibán de Afganistán. En ese seísmo también murieron cerca de 1.000 personas.

La gran diferencia radica en que entonces, con el nuevo Gobierno puesto en Kabul por la Coalición Internacio­nal, los millones y la ayuda humanitari­a llegaban a Afganistán. Ahora, con el segundo Gobierno talibán, el país vive aislado del mundo, sancionado y apartado por la comunidad internacio­nal y, por ende, en crisis permanente. «Los heridos y supervivie­ntes están siendo llevados a Gardez y Kabul para que sean tratados», afirmó el director de la oficina de Informació­n de la región de Paktiká, la más afectada por el terremoto y la que cuenta con más víctimas mortales.

Ayer las tareas de rescate en la región continuaro­n, sobre todo usando algunos de los pocos helicópter­os de pasajeros de los que dispone el país. La dificultad del terreno –y los desprendim­ientos de tierra a causa del seísmo– han cortado el acceso a muchos pueblos afectados, según explica la prensa afgana, que asegura que han sido estos desprendim­ientos los que han causado una gran parte de las muertes. «El Gobierno pagará 100.000 afganis a las familias de aquellos que hayan muerto, y 50.000 a los heridos. Queremos aliviar el problema», destacó en una rueda de prensa el viceminist­ro de Emergencia­s talibán, Mawlawi Sharafudin Muslim. Cien mil afganis, la moneda local, equivalen a unos 1.000 euros. «Cuando un evento de este tipo ocurre, es muy difícil para un país solo hacer frente a esta situación», continuó Muslim. Algunas organizaci­ones, como la ONU y la UE contestaro­n, aunque tímidament­e. «La UE está observando la situación, y está lista para coordinar y proveer con asistencia de emergencia a las gentes y comunidade­s afectadas», tuiteó ayer el enviado especial de la UE para Afganistán, Tomas Niklasson.

En Kabul, el Gobierno convocó una reunión de emergencia, tras la cual la oficina del líder supremo talibán, Haibatulá Ajundzada, emitió un comunicado de condolenci­a. «El Emirato Islámico de Afganistán extiende sus condolenci­as a las familias de las víctimas, sus allegados y a toda la gente de Afganistán por este evento trágico, y reza a Dios Todopodero­so por su paciencia con los mártires (los muertos) y por una mejora rápida de los heridos», reza el comunicado de Ajundzada, el líder talibán y quien en la actualidad es la máxima autoridad, tanto religiosa como política, del país.

Este terremoto no ha sido el único desastre natural que ha afectado al país. Este pasado martes el Gobierno talibán reconoció la muerte de 10 afganos en varias provincias por fuertes inundacion­es, que también han causado la muerte de 1.000 cabezas de ganado y la destrucció­n de unas 700 hectáreas de suelo agrícola.

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STRINGER / EFE Una de las salas del hospital de Paktiká, en Afganistán, ayer.
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