El Periódico Aragón

El otoño de los bolsillos rotos

El verano será un espejismo en un horizonte presidido por los altos precios, la subida de los tipos de interés y el frenazo del consumo

- RICARDO

Aprovechen el verano. Es lo mejor que pueden hacer. Intenten no anticipar lo que se avecina, traten de desconecta­r y cargar pilas en la medida de lo posible, y olvídense de todo lo que no sea el hoy y el ahora porque no merece la pena. Ya habrá tiempo para afrontar la cuesta de otoño, que comienza a dibujarse en el horizonte con nubarrones negros.

Algunos aragoneses han comenzado ya a disfrutar de las primeras vacaciones pospandemi­a. Ahora sí. Serán como las de antes, como las de aquel 2019 que parece tan lejano después de tener que sufrir la larga travesía del covid. La única diferencia es que entonces habíamos superado una de las peores crisis económicas que se recuerdan en décadas y ahora nos adentramos en un horizonte que no pinta nada bien.

Los organismos nacionales e internacio­nales avanzan que habrá problemas, no solo en España y Europa sino también en Estados Unidos, donde la fuerte subida de los tipos de interés de la Reserva Federal hará que la economía norteameri­cana comience a retroceder. El propio presidente de Aragón, Javier Lambán, advirtió el pasado viernes, en los Desayunos-coloquio organizado­s por este diario, que no es descartabl­e una recesión. Palabras mayores. Se mostró preocupado e inquieto por lo que pueda suceder en los próximos meses y qué efecto puede tener el nuevo escenario en el ánimo colectivo. Precisamen­te, atribuyó parte del batacazo electoral del PSOE en Andalucía a los efectos de la inflación y el elevado coste de la vida. Porque sabe que, en definitiva, el ciudadano suele votar con la cabeza, con el corazón, pero también con el bolsillo. Y los bolsillos están cada vez más vacíos.

La subida de los carburante­s es la punta del iceberg de una crisis que comienza a anunciarse a bombo y platillo. Con la gasolina y el gasóleo por encima de los dos euros por litro en la mayor parte de las estaciones de servicio, y las bonificaci­ones del gobierno engullidas por la guerra de Ucrania y los elevados márgenes de las petroleras, el paraguas del Estado parece ser el único salvavidas para muchas familias. Las medidas aprobadas por el Gobierno en el Consejo de Ministros, celebrado ayer, van en esa dirección. El problema es que nadie sabe cuál será la intensidad y la duración de esta espiral inflacioni­sta que amenaza con agotar la paciencia de los sectores más expuestos.

Las empresas y familias de Aragón afrontan un reto mayúsculo porque, precisamen­te, el sistema productivo de la comunidad es uno de los que más pueden sufrir esta coyuntura. El sector agroalimen­tario, uno de los pilares de la economía regional, sufre cada día el aumento de los costes de producción y la escasez de materias primas procedente­s de Ucrania. No es el único. Las compañías vinculadas al transporte y la logística también echan cuentas. En este caso, Aragón aglutina la mayor parte de las principale­s firmas del sector en el top ten nacional. Mientras, los negocios vinculados con el automóvil y los electrodom­ésticos, con Stellantis y BSH al frente, intentan sortear la crisis de los semiconduc­tores que parece que da señales de recuperaci­ón.

La inestabili­dad internacio­nal y la pérdida del Producto Interior Bruto (PIB) de las economías europeas también impactarán, casi con toda probabilid­ad, en las exportacio­nes aragonesas que suponen un tercio de la riqueza de Aragón. Si los países a los que vende la comunidad crecen menos, también comprarán menos.

A todo ello se suma el cada vez más importante peso del sector servicios, que sufrirá un descenso del consumo de los hogares en los próximos meses, al menos eso es lo que proyectan los expertos. Porque la bolsa de ahorros comienza a agotarse y el coste de la vida no da tregua, y eso retrae las compras. Pero esa situación se puede ver agravada si hay hipotecas de por medio a interés variable porque las subidas de tipos del Banco Central Europeo (BCE) están a la vuelta de la esquina y eso encarecerá los créditos hipotecari­os.

En definitiva, disfruten este verano lo máximo que puedan antes de iniciar un otoño de bolsillos rotos.

El sistema productivo aragonés es uno de los más expuestos a la crisis

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