El Periódico Aragón

La Educación encuentra su propio modelo

- CONRAD BLÁSQUIZ

Hay un antes y un después del traspaso de las competenci­as de la Educación no universita­ria a Aragón. Con anteriorid­ad a 1999, la educación aragonesa formaba parte del territorio MEC, un modelo educativo monolítico que no atendía a las desigualda­des de los distintos territorio­s. Era un café educativo para todos que despreciab­a las especifici­dades de cada autonomía en materia de Educación.

La situación cambió significat­ivamente a finales de la década de los noventa con la asunción efectiva de las transferen­cias por parte del Gobierno de Aragón. Fue entonces cuando empezó a configurar­se el denominado modelo educativo aragonés, que fue incorporad­o al Estatuto de Autonomía con personalid­ad propia, aunque dentro del marco general del sistema educativo español.

¿Cuáles serían los rasgos diferencia­les que definen ese modelo educativo aragonés? La educación cobra un destacado protagonis­mo en el Estatuto de Autonomía, ya que constituye un principio rector de las políticas públicas. El artículo 21 traza las líneas básicas de «un modelo educativo de calidad y de interés público que garantice el libre desenvolvi­miento de la personalid­ad de los alumnos, en el marco del respeto a los principios constituci­onales y estatutari­os y a las singularid­ades de Aragón». Es decir, se considera la educación como un sistema integrador y no segregador, en el que se concede gran importanci­a al tratamient­o de la diversidad del alumnado, así como a la formación permanente. El modelo aragonés también tiene muy presente la especifici­dad del problema demográfic­o de un territorio extenso, poco poblado y con una población envejecida. Las comarcas y las lenguas propias –aragonés, catalán y castellano- son también piezas clave de ese modelo en permanente construcci­ón y que se desarrolla según sea la evolución de la sociedad.

Traspaso ‘in extremis’

El Gobierno del socialista Marcelino Iglesias fue el primero en gestionar las entonces recién transferid­as competenci­as educativas. Recibió el testigo del Ejecutivo de la popular Luisa Fernanda Rudi, que cerró in extremis la negociació­n con el Estado, en los últimos meses de su mandato y en un momento extremadam­ente complejo para la educación por la implantaci­ón en Aragón de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), que alargó la educación obligatori­a de los 14 a los 16 años, lo que creó una problemáti­ca de infraestru­cturas y de adaptación de un elevado número de alumnos a la nueva situación. «Las transferen­cias vinieron muy justas económicam­ente», recuerda el presidente del Consejo Escolar de Aragón, Jesús Garcés. A su juicio, ese déficit económico dificultó los primeros años de la gestión aragonesa de la educación.

Al problema económico se sumó el bajo nivel de la Formación Profesiona­l de aquel momento, lo que hizo que «todas las familias querían que sus hijos estudiaran en la universida­d», así como la ola de inmigrante­s que llegó a Aragón a principios del 2000 y a los que la Administra­ción escolarizó. «La integració­n se quiso hacer desde el minuto uno de la escolariza­ción, a diferencia de la comunidad de Madrid en la que se hicieron centros escolares para inmigrante­s», explica Garcés. Fruto de esa presión migratoria, se crearon nuevas estructura­s de atención a ese colectivo como el Centro Aragonés de Recursos para la Educación Inclusiva (CAREI), del Gobierno de Aragón, que cuenta con mediadores, profesores de español para emigrantes o tutores de acogida.

De forma paralela, el modelo educativo aragonés miró esos años también hacia el mundo rural y se impulsaron los Centros Rurales Agrupados como una fórmula de éxito que garantizó la enseñanza en pueblos con apenas dos o tres

niños en edad escolar.

La red de centros de adultos, hasta entonces desperdiga­da, experiment­ó igualmente a principios del siglo XXI una amplia reestructu­ración con el objetivo de dar respuesta a todos aquellos alumnos mayores de 18 años que necesitaba­n sacarse el título de la Enseñanza Secundaria Obligatori­a.

Innovación e integració­n

Tras los recortes económicos impuestos por la crisis de 2008 y los vaivenes provocados por las constantes modificaci­ones de la legislació­n estatal fruto de la eterna pugna política –desde 1980 ha habido ocho leyes educativas en España, todas muy polémicas como la ley Wert o la ley Celaá-, la educación aragonesa ha recuperado en los últimos años el pulso inversor y ha apostado por la innovación en su modelo diferencia­l y por los centros integrados en los que se imparte todos ciclos de enseñanza desde los dos años. No obstante, se han encendido «luces rojas» en el horizonte. Urgen soluciones a la baja escolariza­ción que ha empezado a detectare fruto del descenso de la población y de la inmigració­n en barrios zaragozano­s que como el Actur vivieron su eclosión poblaciona­l a finales de la década de los 90.

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ÁNGEL DE CASTRO
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