En sus comunidades a Vox, que incluso creció menos en Madrid
La histórica victoria electoral del PP en Andalucía ha dado un vuelco al tablero político en su conjunto, pero también dentro de la formación que lidera Alberto Núñez Feijóo, reequilibrando el poder interno y sumando a la organización la figura de Juanma Moreno como el nuevo gran barón territorial. El presidente andaluz comparte estrategia y estilo político con el presidente del partido, al que también le une una profunda amistad, como recalcan en sus respectivos núcleos duros. La gesta de Moreno en el mayor feudo del PSOE no tiene posible equiparación, a pesar de que las comparaciones con lo que representa Isabel Díaz Ayuso han sido constantes desde la noche electoral del 19J.
Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso son más parecidos de lo que dicen Feijóo da libertad de modelo pero exige resultados
Ambos han frenado
Sobre todo, porque Moreno consiguió 58 diputados (tres más de los que marca la mayoría absoluta) con un discurso de moderación y guiños continuos a los votantes del partido socialista frente a la hoja de ruta seguida por Ayuso, que se basó en un modelo de confrontación absoluta con el Gobierno de Pedro Sánchez tras la gestión de la pandemia. Dos discursos con aparentes diferencias que, sin embargo, también guardan muchas similitudes.
Y precisamente por eso en Génova reconocen que Feijóo no exigirá una línea moderada ni una estrategia calcada a sus barones. Es más, el líder del PP dio total libertad a los presidentes y futuros candidatos, exigiendo a cambio resultados, a pesar de que exhibió total sintonía con el dirigente andaluz en el cuartel general de los populares frente a la presidenta madrileña, que comprendió que es hora de compartir el trono como principal activo electoral. Pero, según ha podido saber este diario, el espaldarazo de Feijóo a Ayuso es absoluto: «Que siga siendo como es y siga ganando elecciones», zanjan en la dirección.
«El partido del pueblo»
El día 5 de mayo de 2021, cuando no habían pasado ni 24 horas de la victoria de Ayuso (44,7% del voto y 65 diputados, a cuatro de la mayoría absoluta), comparecía pidiendo «mucha prudencia». Usó palabras muy parecidas a las que ha ido pronunciando estos días Moreno. «Me da la sensación de que tengo mucho voto prestado. Sí veo que esto ha trascendido las siglas del PP y eso me hace muy feliz porque somos los populares, somos el partido del pueblo. A eso nos debemos».
Si algo ha repetido durante la campaña el andaluz es que «pedía
Modelos el voto prestado» para no depender de Vox. Con los resultados en la mano (43,13% de los votos), Moreno fue consciente de que este voto prestado había sido cuantioso. El presidente de la Junta presentó su proyecto político como algo propio, «la marca Juanma», decían en su entorno. Hasta el punto de que en el cartel electoral había que usar lupa para encontrar el «PP».
Señas andalucistas
Venció en las ocho provincias y en más del 70% de los municipios. «Somos un partido y tengo un proyecto con claras señas andalucistas», reiteró Moreno. Las banderas de Andalucía en sus mítines (muy superiores a las nacionales) y la defensa del andalucismo hacía innecesaria cualquier aclaración. Pero también en el caso de Ayuso se vio el fenómeno del «madrileñismo» más vivo que nunca en una comunidad en la que esa identidad propia nunca había sido clave.
Como explican personas de su equipo, la apertura económica y social durante la pandemia llevó a un debate identitario no visto antes y que terminó con el eslogan de «vivir a la madrileña».
La realidad es que durante las semanas previas a las elecciones en Sol veían crecer la transversalidad de sus votantes, percatándose de que una inmensa mayoría la votaba «a ella y no al PP». Y todo ello a pesar de que la Comunidad de Madrid es un territorio de mayorías absolutas populares. No hay un solo dirigente veterano que no afirme que «el fenómeno Ayuso superó al de Esperanza Aguirre» más allá de escaños.
La participación en las elecciones del 4-M en Madrid alcanzó el 71,74%. De los 3,6 millones de ciudadanos que votaron, 1,6 millones lo hicieron por la papeleta de Ayuso. En Andalucía (la comunidad más poblada de España) la participación fue más baja, del 58,3% (3,7 millones de electores) y 1,5 millones quisieron apostar por Moreno.
La otra lectura de las autonómicas del 19-J fue el freno que puso el PP a Vox después de las elecciones de Castilla y León y su primera entrada a un gobierno autonómico. Sobre todo porque el partido de Santiago Abascal hizo una apuesta decidida por una de sus principales dirigentes, Macarena Olona, aunque eso significaba prescindir de ella en el Congreso. Y la campaña estuvo basada en la exigencia de entrar en el ejecutivo autonómico, aunque a Moreno le faltara «un solo escaño».
Vox y el voto útil
Abascal fracasó porque reforzó el voto útil hacia Moreno. Y en el PP están convencidos de que el discurso duro e histriónico de Olona espantó sus posibilidades electorales. Los ultras crecieron dos diputados (consiguió 14) con respecto a 2018.
En Madrid tuvieron un peor resultado. Rocío Monasterio, apenas logró el 9% del voto (creció un 0,27%) aunque se transformó también en un diputado más, hasta los 13. Igual que en Andalucía, Vox tuvo un discurso duro en temas nucleares como la seguridad y la criminalización de los menores extranjeros no acompañados: en política económica y en otras cuestiones como la dureza contra Sánchez tenían escaso margen con Ayuso en frente. Uno de los problemas que acusó Vox en la campaña madrileña era precisamente ese: les penalizaba atacar a su principal adversaria.