La nueva colonización cultural A comienzos del siglo XXI la colonización cultural es mucho más sutil y pacífica
Desde mediados del siglo XVI la cultura anglosajona ha ninguneado y despreciado a la hispana. Para ello utilizó como arma ideológica la llamada Leyenda negra, que se desarrolló a partir de difundir la imagen de Felipe II como «el demonio del mediodía» y de los españoles como unos tipos sanguinarios, incultos y retrasados que habían inventado la Inquisición para reprimir la libertad y el progreso. A partir de ahí se escribieron decenas y decenas de obras históricas y literarias que acabaron por asentar en medio mundo esas taimadas ideas. En España, especialmente esa Izquierda de salón compuesta por hijos de la burguesía acomodada que no saben distinguir la gimnasia de la magnesia, se han seguido ciegamente esos postulados; por su parte, la nueva Derecha ha reaccionado difundiendo una Leyenda rosa, según la cual España realizó entre los siglos XVI y XIX «una altruista labor en beneficio de toda la humanidad». Incluso hay quien dice que en la imaginaria batalla de Covadonga (que nunca existió) se sentaron poco menos que las bases de la democracia. Ambas visiones de la historia de España, la blanca y la rosa, son tendenciosas, parciales, maximalistas y reduccionistas, cuatro errores que debe evitar un historiador riguroso.
La cultura anglosajona ha trabajado por imponer su relato al mundo. Racistas y supremacistas hasta la náusea, los ideólogos y políticos ingleses (no suele faltar de vez en cuando algún que otro escocés), a los que desde 1778 se unieron entusiásticamente los estadounidenses una vez lograda la independencia, han proclamado la superioridad de su cultura (léanme algunos tratados de autores ingleses del siglo XIX sobre su visión de otros pueblos del mundo y se indignarán).
Ya en el siglo XX, el cine y la televisión han contribuido de manera exponencial a asentar esa supremacía. Recuerden cómo se aplaudía con verdadera euforia en los cines españoles cuando el Séptimo de caballería liquidaba en las praderas de Montana a los siux, esa tribu de criminales indios que violaban, asesinaban y masacraban a los pacíficos colonos que no pretendían otra cosa que civilizar el salvaje oeste (entiendan la ironía).
A comienzos del siglo XXI la colonización cultural es mucho más sutil y pacífica. Así, año tras año, gota a gota, nos cuelan los festejos de Halloween, nos recomiendan que leamos a autores ingleses y norteamericanos y nos inundan con su propaganda y sus productos. Y por aquí, buena parte de la población parece encantada con ello. Pues nada, que aproveche. =