El Periódico Aragón

‘Bienplegau­s’ vascos

- *Periodista SERGIO Ruiz Antorán*

Fuera vascos. El mensaje mancha una piedra en un punto estratégic­o, en medio de la caminata que asciende desde Linza hacia el Hiru Erregeen Mahaia. O Meseta d’os Tres Reis. O Table des Trois Rois. En tres idiomas un mismo pico, vértice de tres regiones, tres reinos medievales (Navarra, Aragón y Bearn), y una cumbre muy buscada para los euskaldune­s que surcan nuestro Pirineo, el mayor de Navarra y del término nacionalis­ta de Euskal Herria.

La pintada logra su objetivo. Mosquea. Alguien ha utilizado otro pedrolo para rasgar una respuesta. ¿Qué ganamos emitiendo odio? Lo sé. Más odio.

A mi me hace meditar y escribir esta columna. ¿Por qué somos así? ¿Por qué queremos cerrar nuestras fronteras a los otros?

¿Por qué hay que echar a nadie?

Porque puedo entender el agobio que cada fin de semana supone la avenida de miles y miles de turistas a nuestros pueblos. Lo vivo. Y en la Jacetania o el Alto Gállego, como en otros valles del Pirineo, por cercanía y amor montañero, los vascos son multitud todo el año. Nos guste o no, en el actual sistema, donde el turismo es principal motor económico del mundo rural, querer ser excluyente es tirarse esa piedra de la pintada sobre nuestra cabeza. Porque muchos servicios y negocios se mantienen por ellos. Como el destino turístico existe porque hay locales que resisten.

Tampoco entiendo ese «Fuera vascos» porque me he emocionado escuchando el Txoria Txori de Mikel Laboa, porque me suena bien una txalaparta, soy fan de los fans del Baskonia, del txuleton, de la tortilla de bacalao, del membrillo con nueces del menú de una sagardoteg­ia, de las películas de Medem o las palabras de Unamuno. Y de tantos y de tanto.

Y así me gustaría que otros se emocionara­n escuchando S´ha Feito de Nuei, les suene igual de bien una gaita de boto o la trompa de Ribagorza, prefieran pedir un buen ternasco con un Somontano que unos pintxos en Jaca, bajen al Matarranya o a tierras del Moncayo, sean fans de Goya o Buñuel. Y de tantos y de tanto.

Que observemos nuestras similitude­s y aprendamos de nuestras diferencia­s. Que no sintamos invasiones sino expandamos nuestra mente. Que aprendamos a querer y defender lo nuestro tanto como lo hacen otros para saber querer y defender lo ajeno sin mirarlo por encima o por debajo de nuestro ombligo. Porque no hablo de aragoneses y vascos, hablo de cualquier pueblo, otra cultura, otra raza, otra etnia, otra religión, otra ideología, otra identidad sexual, otra clase social, otra capacidad o diversidad. Porque el mensaje del odio solo empobrece, separa y nos hace más débiles a todos, cambiemos ese fuera por un bienplegau­s.=

El odio contra el otro solo nos empobrece, separa y nos hace débiles

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