&M OFHPDJP QPS FODJNB EFM BSUF
Lorenzo Caprile ofrece una clase magistral sobre la importancia de las etiquetas en las prendas de ropa = Su concepto de la moda sorprendió a más de uno
Cascarrabias, detallista y todo un experto en la historia de la moda. Así se define Lorenzo Caprile, célebre modista madrileño que ayer presentó una clase magistral en el Patio de la Infanta de Ibercaja. Bajo el título El origen de la moda de etiqueta, Caprile acercó al centenar de asistentes al ciclo la importancia del etiquetado en la ropa y la tardía aparición de este elemento, hoy imprescindible en las prendas.
Caprile pilló a paso cambiado a los numerosos estudiantes de moda que asistieron a la ponencia al afirmar que el modista «no es un artista, solo un miembro de una industria muy dura».
Tanto repudia que, en la actualidad, se refieran a su gremio como arte que el diseñador admitió que no le interesa «la moda como arte, pero sí me interesa la cuenta de resultados a final de mes». Hasta tal punto llega el desencanto de la moda como arte que Caprile, seis años después, sigue sin saber «por qué me dieron la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes» en 2016.
Sobre la etiqueta, Caprile aseguró que es un fenómeno «muy reciente» y, entre risas, comentó que su llegada a España se dio con «las primeras apariciones de Anne Igartiburu en las campanadas». Voz autorizada en el circuito, Caprile recordó que muchos de los pintores del siglo XVIII «ganaban más dinero diseñando casacas que pintando sus retratos, aunque hoy los conocemos por lo segundo, porque antes no era prestigioso ser diseñador de moda». Los que sí lo fueron eran los sastres españoles durante la mayor expansión del imperio, y se convirtieron «en un elemento del que presumir en cualquier corte europea».
En una relación constante entre la actualidad y el viaje al pasado, Caprile conectó el consumo de ropa que hoy se ha extendido en Occidente con la forma de vestir de hace varios siglos. «El armario lleno de prendas que hoy podemos tener todos no existía hasta hace nada», mencionó el modista, que señaló el «carísimo» proceso que en la antigüedad enfrentaban los sastres para conseguir sus
prendas: «El hilado era caro, las telas eran caras y las propias prendas eran caras, lo que hacía que la ropa de calidad solo estuviera a mano de las altas esferas».
Ante la atenta mirada del centenar de personas que se acercaron hasta la sala, así como otras muchas que lo seguían por videoconferencia, Caprile presentó una clase magistral en la que convenció –o al menos lo intentó– de que la moda es más negocio que arte: «La creatividad en la moda es un auténtico cuento. Es mucho más importante saber cuadrar las cuentas y sacar adelante tu taller».