A la UE que ponga en marcha contramedidas
Estados Unidos ha emprendido una nueva guerra comercial contra la Unión Europea (UE) al cerrar en la práctica el mercado norteamericano a los automóviles eléctricos fabricados en Europa. La nueva ley norteamericana de reducción de la inflación, que entró en vigor el 16 de agosto, reserva los subsidios públicos de hasta 7.500 euros por la compra de un coche eléctrico exclusivamente para los fabricados en EEUU, Canadá o México. Además, las baterías deben contener un porcentaje de metales extraídos o reciclados en EEUU, Canadá o México. La ley de carácter marcadamente proteccionista fomenta «comprar norteamericano» e incluye unos 270.000 millones en subvenciones, reducciones fiscales y beneficios energéticos para las compañías norteamericanas.
La ley, que perjudica gravemente a la industria y economía de la UE, ha sido promovida por la Administración del presidente Joe Biden, teóricamente aliada de la UE, en especial en la actual confrontación con Rusia por su invasión de Ucrania. Esto muestra el profundo arraigo del nacionalismo económico norteamericano, pese a los discursos oficiales en defensa del libre mercado, y la gran vulnerabilidad de Europa ante los dictados de Washington, acostumbrado a tratar a sus aliados como súbditos.
EEUU es el principal mercado de exportación de coches de la UE (20% del total por un valor de 25.000 millones anuales en 2021). Una victoria republicana en las elecciones legislativas de medio mandato del próximo 8 de noviembre reforzará aún más el proteccionismo económico norteamericano, como quedó de manifiesto durante la anterior presidencia de Trump con sus guerras comerciales contra Europa.
Ley proteccionista europea
La UE, Japón y Corea del Sur criticaron de inmediato que esos subsidios exclusivos para la compra de coches eléctricos fabricados en América del Norte violan las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La Administración Biden desestimó las quejas europeas de competencia desleal y argumentó que la ley impulsará la industria e innovación norteamericana, reducirá la dependencia de China y reforzará el liderazgo tecnológico de EEUU.
El desdén norteamericano por las protestas de la UE llevó al presidente francés, Emmanuel Macron, a proponer el 26 de octubre una legislación europea para proteger a su industria automovilística de la competencia desleal de EEUU y de China. Macron subrayó que la UE debe abandonar su ingenuidad y adoptar represalias comerciales contra Estados Unidos si no rectifica. «Necesitamos una Buy European Act (ley para fomentar la compra de productos europeos) como los norteamericanos, debemos reservar nuestros subsidios para nuestros fabricantes europeos», añadió Macron. «China y Estados Unidos protegen sus industrias, mientras que Europa está a merced de los cuatro vientos», lamentó Macron.
Alemania, que teme una deslocalización industrial por los desorbitados precios energéticos en la UE, respalda a Francia y coincide en que la nueva legislación norteamericana busca incentivar que las compañías trasladen su producción a Estados Unidos. El canciller alemán, Olaf Scholz, considera que la UE necesita desarrollar contramedidas similares al esquema norteamericano si Washington persiste en penalizar a los coches europeos.
El malestar de los miembros de la UE por la exclusión de facto de los coches eléctricos europeos del mercado norteamericano fue el tema estrella del Consejo de Ministros de Industria y Comercio de la UE del 30 y 31 de octubre en Praga. Las abiertas amenazas europeas de adoptar represalias comerciales forzaron a Washington a prestar al fin atención a las quejas de la UE y la Representante de Comercio norteamericana, Katherine Tai, se desplazó a Praga para intervenir en la reunión. Pero el comisario europeo de Comercio, Valdis Dombrowskis, admitió que será muy difícil resolver la disputa con EEUU.
La República Checa, que desempeña la presidencia semestral del Consejo de la UE, ha calificado de «inaceptable» esa ley norteamericana diseñada contra las exportaciones europeas. Suecia, que asumirá en enero la presidencia semestral europea, comparte la misma posición. «La UE exige simplemente el mismo estatus que Canadá o México», resumió el ministro checo de Comercio, Jozef Sikela. Bajo la presión de los Veintisiete, la Comisión Europea, que parece cautiva de Washington desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, acaba de crear un grupo de trabajo con EEUU para abordar este conflicto trasatlántico.
Ucrania no ha tocado techo y que sigue utilizando una «retórica nuclear irresponsable». «El uso de armas químicas, biológicas o nucleares por parte de Rusia tendría graves consecuencias», alertaron en una nota en la que rechazan las «falsas afirmaciones» de Moscú de que Ucrania prepara una «bomba sucia» radiológica.
«Las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) han confirmado que estas alegaciones son infundadas», sostienen, condenando también la incautación y militarización continua por parte de Rusia de la central nuclear ucraniana de Zaporiyia.
Todos los países del G-7 volvieron a cerrar filas con la política de sanciones económicas contra Rusia y contra otros países, personas o entidades que aporten «apoyo militar» a Moscú, como es el caso de Irán, y podrían haberlas también contra Bielorrusia. «Si las autoridades bielorrusas implican más directamente a Bielorrusia en la guerra de Rusia, el G-7 impondrá al régimen unos costes adicionales abrumadores», amenazaron ayer.
El canciller Scholz reclama