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Los alumnos opinan que la medida «no va a ser efectiva» porque ya estaba en vigor en muchos centros y no se cumplía
La consejería de Educación del Gobierno de Aragón publicó ayer la orden que limita el uso del móvil en las aulas aragonesas. Sin embargo, los afectados por esta medida, los alumnos de los colegios e institutos de la comunidad, no creen que la prohibición vaya a ser efectiva. «Aquí siempre ha estado prohibido y se ha seguido usando. Así que se seguirá utilizando. No creo que cambie nada», decía un joven a las puertas del IES Goya, en Zaragoza.
Es la hora del recreo y los jóvenes aprovechan para salir del centro y almorzar. Se sientan en corrillos en los alrededores de la estación de Goya. «Prohibido ya estaba –insistían–. Pero depende un poco del profesor. Hay algunos que te lo quitan si te ven usándolo y otros que no te lo confiscan. Los que no quieren atender van a seguir sin atender. Y si se distraen con el móvil por lo menos no dan mal y no molesta al resto. Yo no lo uso», reflexionaba un alumno de este centro educativo
Otros no temían las consecuencias de la prohibición. «El año pasado me ponían un parte a la semana por usar el móvil. Y este año lo uso hasta más», decía un joven sin pudor. «Pues yo creo que este curso están más pendientes», le respondía una amiga. Son todos de Segundo de Bachiller.
Otras dos jóvenes, en otro corrillo, opinaban que «es lógico» que no dejen usar el móvil en clase para usar las redes sociales, pero afirmaban que puede ser una «herramienta útil» en algunas clases, puesto que desde el dispositivo se puede acceder a «material didáctico» a través de internet. «Siempre ha estado prohibido. No te dejan usarlo si no es para alguna actividad concreta», explicaban ambas.
Henar, Mónica, Adriana e Inés estaban aprovechando el recreo para comerse un bocadillo. «A ver, el móvil nos distrae, eso es así, pero también puede ser una herramienta en algunas asignaturas. Todo tiene sus pros y sus contras», decía una. Y reflexionaba: «Creo que es más perjudicial que lo usemos entre clase y clase, porque da rabia que estando todos juntos no hablemos entre nosotros», comentaba otra integrante del grupo.
Y todas insistían de nuevo: «Ya estaba prohibido y quien quiera usarlo lo va a seguir usando. Hay quienes tienen mucha técnica. Es una habilidad –reían–. Se lo ponen detrás del estuche o debajo del pupitre y si les piden que se levanten lo esconden rapidísimo», insistían.
También opinaban que la dureza del castigo depende del profesor. «Hay algunos que te lo confiscan y otros que no», admitían, y señalaban que tienen compañeros que sí que se pasan clases enteras mirando redes sociales. «Y eso sí que es un problema», decían.
«Hay compañeros que se pasan clases enteras mirando las redes sociales», comenta una joven