Los tractores toman las autovías
Hay una sensación en el agro español de circular siempre por carreteras comarcales, de ser invisible para aquellos que van de ciudad a ciudad, y el trayecto es terreno de nadie. Estos nadies levantan la voz constantemente, lo hicieron en la primavera de 2022 cuando ocuparon Madrid, como si la ciudad no fuera suya, como si la capitalidad del Estado no les representara también a ellos. Vuelven a salir con sus tractores, siempre impresiona más que una manifestación a pie, con un listado de reivindicaciones más largo que un mes de enero. Pero en el fondo, lo que flota es la sensación de ser un sector sin futuro, no solo para sus hijos sino para ellos mismos. Es difícil encontrar jóvenes que se quieran dedicar al campo, no como jornalero cuando acabas de llegar a este país y es una de las pocas opciones posibles. No hay esperanza en que el reemplazo generacional se haga cargo de las propiedades familiares, de las explotaciones pequeñas que han conformado el cooperativismo agrario. Y cuando una actividad resulta tan poco atractiva para el futuro inmediato llega la desolación, ¿para quién luchar si la deserción es generalizada? Así que no les pidan que no enlentezcan el tráfico, que no se concentren en sitios donde puedan molestar porque justo lo que quieren es que les escuchemos, y desde los arcenes ordenadamente no lo hacemos.
Reclamar nuestra atención para que volvamos a mirar hacia ellos, que los focos son muchos y nos despistamos con facilidad. Sin campo no hay ciudad, o si el campo no produce la ciudad no come son versiones de la llamada al reconocimiento como sectores estratégicos de la agricultura y la ganadería. Además de las reivindicaciones económicas o de viabilidad hay un grito sobre que ellos también son la modernidad. En este futuro de inteligencia artificial, de concentración urbana, de rediseño industrial, ellos existen y sobre todo quieren persistir. Criados en la importancia de mantener y cuidar lo que les ha sido dado, renunciar a esa actividad es renunciar a la identidad de lo que son. Y el peligro no viene tanto del cumplimiento de los Objetivos 2030, cuanto, como en el resto de las cosas, de la concentración de la propiedad en unas pocas manos, y que esas lo hagan además transnacionalmente, donde los estados-nación se han visto incapaces de controlar los flujos y ahora parece que la Unión Europea también se va empequeñeciendo cada vez más ante las grandes potencias mundiales. Está ocurriendo todo a la vez en todas partes, como en esa película sobre el metaverso que se llevó siete Oscars; la marea de fondo es la misma la vistamos de joven urbano o de agricultor veterano.
Lo que flota es la sensación de ser un sector sin futuro, ni para sus hijos ni para ellos mismos
REDACCIÓN DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN:
os vendedores de malas noticias económicas llevan bastante tiempo sufriendo un calvario. Y los que pagan a esos vendedores para alcanzar el poder político están descolocados y desorientados, víctimas de episodios espasmódicos de consecuencias impredecibles. Los resultados económicos de los tres últimos años, desde que terminó el covid, son buenos, persistentemente buenos en sí mismos. Y si los comparamos con los países de nuestro entorno, los ricos de la Unión Europea, todavía resaltan más las fortalezas de la economía española. Los datos de esta pasada semana reflejan la realidad de los hechos: el PIB ha crecido un 2,5%, más que todas las previsiones realizadas por entidades públicas y privadas e incluso de las previsiones del propio gobierno. El Banco de España, por su parte, ha presentado resultados de la Encuesta Financiera de las Familias. Señala que la situación financiera de las familias y de las empresas ha mejorado en este pasado año en términos de incremento de las rentas, de reducción del endeudamiento y de un aumento del valor de sus activos. Añadiríamos también a esos datos económicos una consideración de tipo cualitativo: ha habido un mayor reparto de la riqueza en estos años que en otras ocasiones. El crecimiento de las pensiones y el salario mínimo interprofesional y otras mediadas sociales supone una transferencia de rentas a colectivos desfavorecidos o menos protegidos. En resumen, crecimiento y reparto. Cuando se habla de variables económicas como el PIB parece que no tienen incidencia en la vida corriente de las personas española. Pero sí la tienen: empleo y mejora de la situación económica de las familias. Pero creo que no acaban aquí los datos económicos positivos. El crecimiento del PIB hará que el porcentaje del déficit público y de la deuda en relación a este PIB se reduzca al ser mayor el denominador, lo cual nos acercará, si no estamos ya, a los estándares europeos. Una especie de círculo virtuoso, pero con una diferencia respecto a otras veces: no hay burbujas. Cierto que hay fondos europeos y conviene no olvidarlo,
Los resultados económicos desde que terminó el covid son buenos en sí mismos, y comparados con los países de nuestro entorno, todavía resaltan más
pero que se dan con compromisos que se avalan con datos y con la seriedad y responsabilidad de los gobiernos. Una llamada a los que hablan mal de España en Europa ¿quieren que a España le vaya mal, que a los españoles les vaya mal?
Otro indicador que deriva de la bondad percibida por la ciudadanía de estos datos macroeconómicos lo tenemos, si se me permite, en la estabilidad de los apoyos recibidos por las distintas fuerzas políticas y en particular por las que gobiernan. En estos momentos las encuestas apuntan a un apoyo muy sólido para el principal partido del gobierno, algo que concuerda con lo ocurrido el pasado verano en las elecciones del 23J. La opinión publicada y el clima político catastrofista no tienen una conexión estrecha con el mundo real. Sus fantasías y sus creencias, sus pretensiones, la ansiedad del estatus de lo que fueron y mangonearon, les impide ver la realidad. Mandaron durante la dictadura, pero ya no. A pesar de los años de democracia no lo han superado. Todo ello se da en un panorama estresante, frente a las demandas alocadas de unos delincuentes que sin embargo tienen una representación política determinada y nada desdeñable de siete diputados. A pesar de la tensión política y mediática, la sociedad está muy tranquila y conviene señalar que ha habido momentos sociales y políticos mucho peores. En la muy reclamada y aclamada Transición por algunos y denostada por los menos, ocurrían cosas realmente graves. En vez de muñecas de plástico ante la sede del PSOE y apaleamiento de monigotes se asesinaba a manifestantes y a abogados laboralistas. Y ETA hacía lo que hacía. El pasado verano ya señalábamos en contra de ilustradas plumas y encuestas que la economía española iba como una moto y efectivamente así ha ido.
Creo que el gobierno que tenemos, que es de una generación distinta a la de la Transición y que San Preciso hace muchos años que se murió, merece la comprensión y apoyo por lo que está haciendo. Y además sin tacha. Esta semana se sentaban en el banquillo tres ministros que estuvieron en la boda de la hija de Aznar. España no iba bien; ahora sí y podría ir mejor si hubiera una oposición responsable.
*Profesor de la Universidad de Zaragoza