Cavilar o desentenderse
Antonio Alaminos
Estas líneas, está claro, no tratan del carnaval. Pudieran ser para cavilar sobre la situación política actual o para reflexionar sobre el tiempo de cuaresma desde el día 14. También para desentenderse de las cargas de la vida actual, que son propias de las idas y venidas que llevamos, con ganas de que se transformen en alegrías. Por supuesto, no pueden rechazarse sin más, ya que forman parte del camino que hay que andar día a día, por ejemplo, hacia la reivindicación de justicia y leyes iguales para todos, como con el tema de la amnistía y lo que la rodea. Del desconsuelo hay que apartarse resueltamente, porque procede de exigir y no compartir, como con la necesaria gestión del agua. Cuántos ciudadanos se han planteado ya cambiar las papeletas del pasado. No basta simplemente con lamentarse. Ahí está el apoyo firme a los agricultores, a los transportistas, al medio ambiente o las personas desfavorecidas. Si no, se parecería a la pérdida de una simple afición, como con la criticada canción eurovisiva o los premios Goya. Cuando esto sucede, el corazón del ser humano entra en una caverna con ecos de patrañas y cambios de criterio constantes. Los vicios persiguen las cumbres, por efímeras y agitadas que sean, mientras que las penas disfrutan con lo contrario en la mente. Hay algo que necesita ser sanado. Astuto es el embuste. Pero se puede combatir custodiando el pensamiento. Por muy llena que esté la vida de contradicciones, de deseos vencidos, de sueños no realizados, de amistades perdidas: gracias a la esperanza podemos creer que todo se cambiará y llegará una felicidad que, aunque no sea plena, echa fuera el miedo. Lo importante es no tropezar por enésima vez en la misma piedra.