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Se han empoderado gracias a un plan de inclusión de la asociación Romí Calí
«A los gitanos siempre nos ha costado avanzar en la educación un poquito más que al resto. En las escuelas, nos sentimos algo apartados al estar rodeados de gente que no es gitana, porque tenemos tantos estereotipos que nos machacamos solos». Son las palabras de Rocío Jiménez, una de las 94 niñas y adolescentes que se ha beneficiado desde 2021 del programa de empoderamiento de la mujer gitana de la asociación Romí Calí, que ayuda a jóvenes como ella con sus estudios durante toda la semana en la sede de la Federación de Asociaciones Gitanas de Aragón (FAGA) y en el Centro Cívico Oliver, con objetivos ambiciosos como la reducción del absentismo escolar.
En su caso, Jiménez admite que, pese a que en la escuela siempre le ha «costado mucho», gracias a esta iniciativa ha conseguido «motivarse». «Tengo una FP, y para el próximo curso quiero acceder a un grado medio», dice la joven de 21 años, quien sueña con dedicarse «a trabajar ayudando a los niños». Un sueño que, en cualquier caso, compaginaría con su otra pasión, la poesía. En ese sentido, Jiménez ya publicó un libro hace unos meses, gracias también a la ayuda del asociacionismo gitano. «Siempre me ha encantado escribir, ha sido algo muy mío. Me contactaron y me dijeron que me iban a ayudar a publicar un libro, porque yo no tenía ni idea de qué medios había que tocar para poder hacerlo», explica.
En cualquier caso, Jiménez reconoce que los estereotipos con los que cuentan los gitanos son bidireccionales con el resto de la sociedad. «En clase notaba bastante rechazo, y creo que no ha cambiado mucho la situación», lamenta. Precisamente, acabar con esa situación y dar un futuro a las mujeres gitanas es uno de los pilares básicos de este proyecto, en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza, cuya área de Políticas Sociales destina 25.000 euros anuales, que este 2024 incrementan hasta los 30.000. «La educación es la mejor herramienta para la inclusión», subraya al respecto la concejala del ramo, Marian Orós.
Una sensación que comparte Pilar, docente desde el pasado año del programa de empoderamiento: «Los gitanos tienen muy claro que quieren para sus hijos lo mismo que queremos todos, lo mejor». Así, la segunda pata de la iniciativa, más allá del refuerzo escolar, reside en la segunda oportunidad a madres que, por diversas circunstancias, dejaron los estudios. Una de ellas es Verónica, quien afirma que «conforme más pasa la vida, más te das cuenta de las cosas».
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El proyecto abarca refuerzo escolar, la reinserción en el sistema educativo y la mediación familiar
«Con este programa estamos viviendo cosas que son nuevas para nosotras. A mí me ha ayudado bastante, y quiero que mis hijos se formen en todas las áreas», prosigue Verónica, quien además ha cumplido el hito de integrarse en una Asociación de Madres y Padres, el del colegio María Moliner, rompiendo barreras «impensables» hasta hace no mucho. «Me siento genial en las reuniones, todo el mundo me trata muy bien y ayudo en lo que puedo», asevera. En total, desde la puesta en marcha del proyecto hace tres años se han beneficiado 31 mujeres en segunda oportunidad y 73 madres en Escuelas de Familia.
Por otro lado, la última rama de este ambicioso plan abarca tam
bién el trabajo de mediación, que permite a los responsables contactar con las familias para incidir en la importancia de la escolarización y de la educación, con resultados que ya empiezan a notarse, con 15 bebés en edad preescolar, hijos e hijas de alumnas de Aulas Adultas, que han sido atendidos en la Ludoteca Tía Rona.
El sueño de la tía Rona
Y es que, sea como fuere, el empoderamiento de la mujer gitana no se entendería sin la figura de la histórica activista Pilar Clavería, la tía Rona o doña Pilar, según con quien se hable. Su hija, Carmen Dual Clavería, es la presidenta de la FAGA, puesto en el que ha relevado a su madre, fallecida el pasado 30 de diciembre.
«Doña Pilar Clavería Mendoza era una mujer genuina, una visionaria que sabía a qué apostar, y apostó por la educación», comenta orgullosa a este diario, mientras ve a decenas de adolescentes y madres atender a las lecciones en el aula
que la asociación ha facilitado. Una visión que, más allá de los libros, es «transversal», como define Beti, una de las fieles escuderas de la Rona en su recorrido. «Abarcamos áreas como el respeto, el civismo, la convivencia. Yo ya estoy jubilada, pero sigo amando este proyecto tan ambicioso y empoderante, y ayudaré hasta que pueda», señala.
Dual, por su parte, reivindica que hay un grupo de jóvenes «que viene pisando fuerte». «Estamos cambiando la visión mayoritaria de la sociedad», subraya la nueva presidenta de la FAGA (también lidera Romí Calí), quien recalca los logros que, tras tantos años de lucha, empiezan a florecer: «Vemos a niñas que se motivan para seguir estudiando, que terminan la FP o que se sacan el inglés, que hasta hace nada era impensable en la mujer gitana». Y concluye: «Nuestro objetivo es la educación, a nivel político y de pueblo. Queremos dar una oportunidad a los gitanos que antes no tenían».