«Escribir este libro ha sido un gozo pero también una pesadilla»
La escritora Mónica Ojeda presentó su última novela, ‘Chamanes eléctricos en la fiesta del sol’, en la librería Cálamo de Zaragoza
«Cantando se hace más dulce el llorar», dijo Boesio. El pensador no podría haber imaginado hasta qué punto ese potencial de la música se podía llegar a convertir en una realidad colectiva de la sociedad. Mónica Ojeda (Ecuador, 1988) lo ha corroborado con su última novela, Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, un viaje místico al corazón primitivo de la música y la danza; un recorrido emocional a la búsqueda de un padre y de un sentido de pertenencia en un mundo que solo conoce la pérdida y el desamparo. La librería Cálamo de Zaragoza acogió ayer la presentación del último trabajo de la escritora ecuatoriana.
En la novela se presenta un mundo distópico a través de algunos elementos como que el tiempo es en calendario andino, va diez años por delante de la actualidad y se presenta un festival futurista. A pesar de esto, Ojeda confiesa que no fue tanto imaginación, sino que se basó en la realidad de Ecuador en ese mismo momento. De hecho, en su libro habla de situaciones que están ocurriendo actualmente en el país: «Las narcobandas han tomado muchas ciudades, hay una situación de estado-decepción, muchas muertes, mucha violencia... Y, simultáneamente, hay erupciones volcánicas, terremotos e inundaciones», cuenta la escritora. «Como si la violencia del hombre no fuera suficiente, también está la naturaleza. Ese escenario casi apocalíptico se vive en Ecuador, no ahora, desde siempre», añade.
En este sentido, Ojeda decidió «agarrar» está situación y «disociarla». «Más que invención es, simplemente, digerir la realidad y ponerla de otra manera en un libro», subraya. La escritora tenía «muchas ganas» de escribir una novela donde la música fuera un lugar de refugio en medio de la violencia de este mundo. Pero también mostrarlo como un lugar en el que poder sentir «hondamente» la tristeza y la pérdida.
En Chamanes eléctricos en la fiesta del sol dos amigas van a un festival de música experimental en las faldas de un volcán para huir de la violencia de sus ciudades, pero, sobre todo, para recordar que están vivas y que son jóvenes. «Parece que la violencia de repente te quita la juventud, pero ellas recuperan esa sensación de estar jóvenes», añade Ojeda. La música y el arte tienen un papel importante en la novela. «Es una experiencia universal buscar refugio en la música cuando nos sentimos desamparados», cuenta la autora.
La novela, a pesar de ser una ficción, contiene elementos autobiográficos: «La experiencia de violencia en Ecuador, la conozco de primera mano; también el lidiar con la pérdida y la muerte a través del arte; y la relación compleja con mi padre, aunque no me abandonó como en la novela». Este libro ha sido para Ojeda lo que para los personajes de la historia es la música. «Por una parte, muy gozosa y, por otra, una pesadilla. Creo que la escritura de los libros te lleva a momentos aparentemente contradictorios: al cansancio, pero también a la diversión, a la fascinación, pero también al terror», confiesa. «Es como una montaña rusa», concluye así la escritora.