El Periódico Aragón

El agua no traiciona a ningún cofrade en Jueves Santo

Zaragoza disfruta de su día grande con más de diez procesione­s que recorren sus calles

- ALFONSO TREMUL Zaragoza JAVIER VELÁZQUEZ LÓPEZ

El día en el que Judas Iscariote traicionó a Jesús de Nazaret, la lluvia decidió amainar y no le jugó una mala pasada a los miles de feligreses que siguieron atentos el día grande por excelencia de la Semana Santa de Zaragoza, Jueves Santo, preludio de la crucifixió­n y posterior resurrecci­ón del Señor. Desde el barrio de Torrero hasta el Casco Histórico, varias procesione­s desfilaron por la mañana a lo largo de las calles de la capital aragonesa con salidas desde la Real Maestranza de Caballería, la iglesia de San Antonio de Padua, la parroquia

Posiblemen­te la introducci­ón del tambor en la celebració­n de la Semana Santa de Zaragoza fue una de las decisiones que más relevancia ha tenido en el devenir de esta tradición. Mosén Francisco Izquierdo Molins, promotor de la fundación de la Cofradía de las Siete Palabras y oriundo de una localidad del Bajo Aragón, fue el artífice principal de la idea de que los tambores del Bajo Aragón podrían ser un buen reclamo para anunciar a la ciudad el paso de la procesión y la predicació­n de las Siete Palabras, este sería el punto inicial de los más de 4.000 tambores que salieron a las calles zaragozana­s el último año.

Los tambores que se trajeron a Zaragoza provenían del Bajo Aragón, zona donde el toque del tambor durante la Semana Santa estaba fuertement­e asentado desde hacía mucho tiempo.

Esta comarca aragonesa comparte con algunas otras zonas el componente del tambor en la celebració­n. Localidade­s de la provincia de Albacete como Hellín y Tobarra o de la Región de Murcia como Mula o Moratalla, comparten con el Bajo Aragón la fuerte implantaci­ón del tambor en sus celebracio­nes. Es difícil determinar el origen y la causa de la introducci­ón del tambor en las diferentes zonas, pero sí que parece de Nuestra Señora del Carmen y la iglesia de San Felipe.

Una de las más madrugador­as fue la Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz con su paso de La Elevación del Señor y los tricornios de la Guardia Civil –hermana honorífica de la congregaci­ón–, que se dejaron ver desde primera hora de la mañana por las calles zaragozana­s. A ellos se unían los hábitos blancos y los capirotes negros de los cofrades que formaron parte del desfile, a quienes siguieron atentos los locales y los foráneos, ayer desprovist­os del as que han guardado bajo la manga estos últimos días: el paraguas.

Solo una suave brisa impedía retirar la cazadora a quienes deba

demostrado que este instrument­o nació para usarse en las procesione­s, segurament­e dadas sus caracterís­ticas que encajaban muy bien con estas.

En las localidade­s descritas tuvo un éxito importante y muchos de sus habitantes se unieron a la celebració­n tocando el instrument­o. Con el tiempo, muchas veces se daban comportami­entos fuera de la ortodoxia, como usarlos antes y después de las procesione­s en las que tenían que participar. O, durante las mismas, los que participab­an tocando estos instrument­os no tenían los comportami­entos adecuados. Así se fue dando el caso que, en algunas de las localidade­s, el toque del tambor poco a poco se fue separando de las celebracio­nes oficiales, llegando incluso actualment­e en algunas localidade­s a no tener ninguna vinculació­n con las procesione­s que se celebran durante la Semana Santa.

En el Bajo Aragón se podría hablar de un modelo mixto en la celebració­n, donde los tambores participan tanto en las procesione­s que se celebran en las diferentes localidade­s, como fuera de ellas de un modo más profano. Segurament­e se llegó a este modelo buscando acotar las horas donde el tambor podía participar durante la Semana Santa, y podría dar una explicació­n, por ejemplo a los actos de Romper la Hora, que en muchos casos da el pistoletaz­o de salida de la posibilida­d de tocar el tambor libremente durante unas horas.

En Zaragoza se trajo el tambor para participar en la procesión y anunciar el discurrir de las mismas y más de ochenta años desde su llegada aún no ha salido de las mismas. Poco a poco se fue introducie­ndo en la Semana Santa zaragozana y generaliza­ndo en las diferentes cofradías, hasta convertirs­e en el elemento más identitari­o de la celebració­n.

La introducci­ón del tambor en la celebració­n de Zaragoza fue una de las decisiones más relevantes para su devenir

Bajo Aragón

Mosén Francisco Izquierdo, promotor de Las Siete Palabras, fue el artífice de la idea

El año pasado, más de 4.000 tambores salieron a las calles de la capital aragonesa

tían sobre ello mientras esperaban la salida del paso y escuchaban, de fondo, el relinchar de los caballos. Todos los chascarril­los, desde los nuevos champús que se pueden encontrar en el mercado hasta otros tantos términos anglosajon­es, comenzaron a interrumpi­rse pasadas las 10.50 horas con la llegada de la banda de música y su llamada a filas en la calle del Lucero.

Real Maestranza de Caballería

Con una puntualida­d que afinó el primer segundo de las 11.00 horas, un redoble de bombos y tambores llamaba la atención de todos los presentes. El silencio echó a correr por los recovecos que rodean a la Real Maestranza, aunque no fue hasta once minutos más tarde cuando se abrieron las puertas del edificio y dio inicio la procesión con las primeras percusione­s.

Luego se afinó la banda de música para dar la bienvenida a la imagen al mismo tiempo que algunos se atrevían a corear La muerte no es el final en homenaje a los caídos de las Fuerzas Armadas y los civiles hasta que, entre aplausos, los cofrades sacaron la imagen. También fue reconocida con aplausos la interpreta­ción del himno nacional.

A la misma hora, la Cofradía de la Verónica exhibió a su titular con salida desde la iglesia de Nuestra Señora del Carmen y la Cofradía de la Crucifixió­n hizo lo propio con la procesión de las Llagas desde la iglesia de San Antonio de Padua. A las 12.00 horas, desde la iglesia de San Felipe partió la Cofradía de la Coronación de las Espinas con la mayor parte de los asistentes ya apoyando los chaquetone­s entre sus brazos. Entre el olor a incienso y los toques de corneta, los cofrades iniciaron su particular vía crucis para orar en las diferentes estaciones repartidas a lo largo del recorrido que abarca el centro de Zaragoza.

Con el lavado de pies y la traición de Judas a Jesús ya de cerca, la lluvia continuó a resguardo y permitió a los parroquian­os disfrutar de más de una decena de procesione­s vespertina­s. Los primeros que dieron el paso fueron los costaleros de la Cofradía de la Institució­n de la Sagrada Eucaristía desde la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre otras tantas procesione­s, los cofrades del Señor Atado a la Columna tiñeron de rojo el Casco Histórico y, ya en Viernes Santo, La Piedad abandonó la iglesia de Santa Isabel de Portugal.

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 ?? ?? Procesión titular de la Cofradía del Señor Atado a la Columna, con salida desde la iglesia de Santiago.
Procesión titular de la Cofradía del Señor Atado a la Columna, con salida desde la iglesia de Santiago.
 ?? Asociación para el Estudio de la Semana Santa ??
Asociación para el Estudio de la Semana Santa
 ?? L Ángel Gracia ?? La Elevación del Señor, a su paso por La Seo.
L Ángel Gracia La Elevación del Señor, a su paso por La Seo.
 ?? Miguel Ángel Gracia ?? El Descendimi­ento, desde la iglesia de Santa Isabel.
Miguel Ángel Gracia El Descendimi­ento, desde la iglesia de Santa Isabel.
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 ?? Jaime Galindo Jaime Galindo ??
Jaime Galindo Jaime Galindo
 ?? ?? Cofradía de la Institució­n de la Sagrada Eucaristía.
Cofradía de la Institució­n de la Sagrada Eucaristía.
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La Verónica, con salida de la iglesia del Carmen.
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Miguel Ángel Gracia

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