El Periódico Aragón

«En Ramadán la gente pregunta más pero no me siento juzgada»

Dos jóvenes cuentan su experienci­a durante este mes de ayuno en una sociedad en la que las nuevas generacion­es son cada vez menos creyentes. Una lo hace por religión y la otra por tradición.

- IVÁN TRIGO Zaragoza

Le pese a quien le pese, Zaragoza ha sido durante muchos siglos de su larga historia una ciudad multicultu­ral y en la que han convivido, con más o menos roces, diferentes religiones. Testigo de esos tiempos pasados son, por ejemplo, la torre de la iglesia de La Magdalena, de la que hay estudios que apuntan a que antes de la conquista cristiana de la ciudad era el alminar de una mezquita. Hoy en día, en la capital aragonesa viven miles de musulmanes que durante estos días están celebrando el Ramadán.

«Nunca he sentido racismo por parte del resto ni que tuvieran prejuicios sobre mí, pero es verdad que cuando llega el Ramadán te hacen muchas preguntas. Cada año tienes que repetir muchas veces que no, que no quieres un café ni un agua, que hasta que no se rompa el ayuno no puedo. Pero es más la curiosidad que tiene la gente. Quieren saber, pero no me he sentido juzgada», explica Aziza Zerrouk, una joven marroquí de 28 años que vive en Zaragoza desde hace dos años y medio, donde está haciendo un doctorado con un contrato FPI.

Zerrouk se declara musulmana «practicant­e». «Pero no, no llevo hiyab si es lo que preguntas», responde amable al otro lado del teléfono. ¿Y cómo vive en España una joven su religiosid­ad en una sociedad cada vez menos creyente? «No he tenido problemas y es cierto que no conozco a nadie de mi círculo ni en el trabajo que sea religioso. Mi experienci­a es que esta es una sociedad muy tolerante. Lo más complicado es encontrar sitios para comer en los que haya carne halal o por lo menos opciones de pescado o vegetarian­as», comenta entre risas en un perfecto castellano.

La identidad

Hablando de tolerancia, cabe preguntarl­e a Zerrouk sobre las palabras contra el islam del vicepresid­ente del Gobierno de Aragón, Alejandro Nolasco, de Vox. «No las conocía. Qué mal. Pero hay gente así en todos lados... no me quiero enfadar, pero es injusto hablar mal de los demás por la religión que practican», dice apenada. Sobre la igualdad entre hombres y mujeres y su relación con la religión, la joven asegura que ella no percibe que el islam sea machista. «Al revés», dice. Estos días de Ramadán intenta rezar todos los días. «Sino me siento mal. Pero como no llevo hiyab es complicado porque tengo que llevar la ropa para poder hacerlo», explica.

«Es verdad que cuando estuve aquí ya haciendo el máster tenía amigas con hiyab y sí que recibían más miradas. Pero siempre lo interpreté como curiosidad, no como racismo», zanja la joven. ¿Lo que más le sorprende de España? «Las palabrotas. En mi país sería impensable estar con la familia y decir mierda, por ejemplo», cuenta. Su caso es el de muchos musulmanes en Aragón, pero también hay otros tantos (más del 30%), que no son extranjero­s, sino españoles nacidos a orillas del Ebro.

«Yo soy igual de española que el resto», afirma Fátima Bouhafa, de 23 años. «Por mi aspecto físico puede que no, pero por mi apellido sí que hay mucha gente que cree que soy de fuera. Y no», insiste rotunda.

Bouhafa también hace el Ramadán, aunque no se considera musulmana practicant­e. «Es una cuestión de tradición. Es un momento de unión con mi familia en el que tengo que ponerme ciertos límites y alejarme de ciertas cosas. Y lo hago porque, de momento, quiero. Mi hermana no lo hace y no pasa nada. Y mis amigos lo tienen muy normalizad­o. Ellos mismos son los que no me proponen planes hasta ciertas horas, cuando ya puedo comer. Para el café de las mañanas no me avisan», ríe. «Es más, hay veces que quedamos por la tarde y ellos no empiezan a comer hasta que yo no lo hago. Y eso nunca se lo he pedido, les sale. Pero no espero que nadie se tenga que adaptar a mí», explica.

Bouhafa ha realizado Estudios Ingleses y el máster de Profesorad­o

«Yo soy igual de española que el resto. Nací aquí», dice Fátima Bouhafa, de 23 años

y en la actualidad trabaja dando clases de inglés. «Fíjate, a mis alumnos sí me ha dado vergüenza decirles que estoy haciendo el Ramadán. Coincide que tengo que romper el ayuno en mitad de la clase y claro, necesito comer delante de ellos porque llevo todo el día sin nada. Pero no les he dicho por qué», cuenta.

Los padres de la joven llegaron a España desde Marrakech dos años antes de que ella naciera. «Mi padre es profesor de árabe en una mezquita y mi madre lleva hiyab, pero nunca me han pedido que yo lo llevara. ¿Les gustaría? Puede, pero cuando me he planteado ponérmelo es porque pensaba que me podría quedar bien», explica. «Nunca ha supuesto ningún drama en mi familia», añade.

Bouhafa habla sin tapujos sobre sí misma. «Nunca he tenido un conflicto de identidad. Soy muy pragmática. Mis padres son de fuera y yo española. Nací aquí. Me he criado entre dos culturas que, es verdad, a veces parecen incompatib­les, pero yo siempre lo he llevado bien», admite. «Creo que acabaré diciéndole a mis alumnos lo del Ramadán», concluye pensativa.

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Aziza Zerrouk tiene 28 años.

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