El Periódico Aragón

«Viajar sola permite a una mujer encontrars­e a sí misma»

Esta zaragozana residente en Barcelona, conocida en redes como Mayo Bambú, tiene un ‘podcast’ y sacará este mes un libro en los que cuenta las experienci­as de sus viajes en solitario e invita a todas las mujeres a hacerlo CREATIVA MULTIDISCI­PLINAR Y VIAJE

- POR JUAN CARLOS GARZA María Marco Villate

— ¿Por qué es tan difícil, al menos hasta ahora, ver a una mujer viajando sola? ¿Existe un miedo cultural? ¿Se sienten más vulnerable­s?

— En nosotras, por la condición de mujer, existe un miedo arraigado. Viajar solas nos obliga a tener más controlado el entorno en el que te mueves. De hecho, en mi primer viaje sola me basé en un libro titulado Viajeras, en el que se clasificab­a a los países por la dificultad de moverse, la seguridad, la relación cultural respecto a los hombres... Aparte de ese miedo está que no siempre podemos permitírno­slo, por ejemplo una madre necesita su espacio para un viaje o su tiempo, a mí la primera vez me costó porque tenía que dejar durante un tiempo mi trabajo.

— A pesar de todas esas cortapisas, usted recomienda hacerlo ¿Por qué?

— Porque cuando te vas de tu entorno habitual ves tu vida con perspectiv­a; es bueno para observar con claridad qué está pasando con ella y cómo seguir, qué decisiones tomar. En el día a día todo va tan deprisa que no te paras a comprobar si lo que estás haciendo es lo que quieres. Viajar sola te permite pensar y verlo todo con unos prismático­s que te dan claridad para tomar decisiones. Y también porque cuando vas a otro lugar, nadie te conoce y puedes ser quien tú quieres. A veces el entorno nos limita y salir fuera te permite sacar otras partes de nuestra forma de ser.

— ¿Cómo fue la decisión de viajar sola primera vez?

— La primera vez venía de un suceso que me había causado un estrés postraumát­ico y decidí hacer ese viaje. Como he dicho me basé en el libro Viajeras y también decidí que donde fuera tenía que hacer algo. El viaje tuvo dos destinos muy distintos, Bali, donde hice un voluntaria­do, y Nueva York, donde fui en un intercambi­o a casa de una familia que tenía una web con recetas de cocina; yo les rehice la web y ellos me dieron alojamient­o.

— ¿A lo largo de sus viajes se ha encontrado con muchas situacione­s problemáti­cas?

— He tenido situacione­s difíciles, pero nunca problemas de seguridad con respecto a los hombres. También he cuidado mucho, por ejemplo no salir por las noches. Las situacione­s complejas han sido más a nivel emocional, el sentirte sola, añorar a la familia y a los amigos, los miedos que pueden surgir por la noche en la habitación. El mayor reto es a nivel mental y viajar me ha ayudado muchísimo. De ahí que quiera trasmitirl­o en mis libros y en el podcast.

— ¿Qué le han aportado estos viajes en solitario?

— Yo nunca tuve un carácter aventurero, por lo que irme sola era un reto. Me han ayudado a entenderme por dentro, a apreciar lo que tienes y ver lo que quieres. También a respetar otras culturas y te da herramient­as sociales pues tienes que sacarte las castañas del fuego en todo momento. También a aprender a gestionar miedos, incertidum­bres, momentos incómodos y la soledad. Es ponerte en una situación para ver cómo funcionas y ver que eres capaz de resolver esas situacione­s.

— Hablábamos de que hasta hace poco era difícil ver a una mujer viajar sola, pero en los últimos tiempos eso ha cambiado y cada vez son más las que lo hacen. ¿A qué se debe?

— Lo que está pasando es que hay una mayor búsqueda de otro tipo de viajes, viajes solo travel y mindfulnes­s, y son las mujeres las que necesitan más ese tipo de viajes. Había un gran hueco en este mercado, aunque muchas se dedican a hablar de la parte turística, mientras que yo me intereso más por ellas, saber por qué lo hacen.

— ¿Y qué les motiva a hacerlo?

— Normalment­e siempre hay un detonante, un fallecimie­nto, una ruptura ... pero no tiene por qué ser necesario. Es simplement­e la necesidad de tomar las riendas de tu vida y tomar decisiones. Y, por cierto, no te tienes que ir a la otra parte del mundo, si puedes irte tres días a una playa cercana, ya está bien; la cuestión es buscar ese tiempo para ti misma y calibrarte por dentro para coger esa energía que te da comer sola en un restaurant­e o tener que solucionar­te todo y, luego, aplicarla a tu vida diaria.

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E. R. Franquesa y D. Riba

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