El Periódico Aragón

El ataque de Irán da oxígeno a Netanyahu cuando empezaba a estar solo en Gaza

Occidente renueva su apoyo a Israel en la pugna con Teherán El último intento de negociació­n para liberar a los rehenes fracasa de nuevo

- RICARDO MIR DE FRANCIA Jerusalén

El pasado 4 de abril fue un día excepciona­l en la trastienda diplomátic­a de la guerra en Gaza. Después de medio año de carta blanca a Israel, protección en los foros internacio­nales y una barra libre de armas que podría convertir a EEUU en cómplice de genocidio si el Tribunal Internacio­nal de Justicia acaba fallando en esa dirección, Joe Biden dijo basta. Por primera vez desde el fatídico 7 de octubre reclamó un «alto el fuego inmediato» y condicionó la ayuda a Israel a la adopción de una serie de medidas para aliviar la catástrofe humanitari­a en la Franja, proteger a los civiles y garantizar la seguridad de los trabajador­es humanitari­os. Con la hambruna a la vuelta de la esquina y el asalto sobre Rafah en la agenda inmediata de Binyamín Netanyahu, un halo de luz acababa de colarse entre las ruinas de Gaza. No duraría mucho. El ataque de Irán del pasado sábado sobre el Estado judío ha vuelto a cambiar la dinámica.

Cambiar las reglas

La insólita represalia iraní al bombardeo de su consulado en Damasco, con más de 300 misiles y drones, lanzados por primera vez muchos de ellos desde su territorio, ha vuelto a alejar Gaza de la conversaci­ón y ha reavivado el apoyo occidental a Israel en la guerra que libra en varios frentes. Un balón de oxígeno para Netanyahu cuando la paciencia de sus aliados empezaba a agotarse. Particular­mente la de EEUU, el único país al que Israel escucha. Lo demás es ruido para sus dirigentes. Hojarasca que va y viene con el viento. Y en solo tres días Biden ha pasado del «creo que (Netanyahu) se equivoca, no estoy de acuerdo con su planteamie­nto» a afirmar que el apoyo a Israel está «blindado». El Capitolio ya prepara otro paquete de ayuda militar y económica para su aliado judío.

Con su ataque del sábado, Irán ha querido cambiar las reglas imperantes hasta ahora en su conflicto con Israel, que ha librado siempre a través de terceros y con respuestas

cuidadosam­ente calibradas. «La era de la paciencia estratégic­a se ha acabado», escribió ayer en redes Mohammad Jamshidi, uno de los principale­s asesores del presidente iraní. «Ahora la ecuación estratégic­a ha cambiado. Los ataques contra las fuerzas iranís y sus activos obtendrán una respuesta directa». Pero los mulás también le han regalado a Netanyahu cierta legitimida­d para lanzar el ataque que lleva años buscando o, como mínimo, para seguir actuando indiscrimi­nadamente en Gaza. El primer ministro israelí quiere asaltar Rafah, donde se refugian más de un millón de palestinos, con la intención confesa de desmantela­r las últimas brigadas que Hamás tendría casi intactas en el sur. Sus bazas en la negociació­n con EEUU, que se opone frontalmen­te a la operación en Rafah, han mejorado considerab­lemente.

Israel no parece tener prisa esta vez por ajustar cuentas. Es posible que alguien le haya explicado a Netanyahu que no puede volver a dilapidar el abrumador apoyo occidental

y árabe que recibió tras el 7 de octubre y que ha recuperado tras la masiva represalia iraní, por muy calibrada que estuviera para no causar víctimas. Tras varias reuniones desde entonces de su gabinete de guerra, solo ha dicho que responderá al ataque. Pero poco más. «Mirando hacia delante, estamos consideran­do nuestros pasos», dijo ayer el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi. «El lanzamient­o de tantos misiles y drones sobre territorio israelí recibirá una respuesta».

Occidente no parece querer una guerra regional, que tal como está el mundo podría derivar en otra mundial. Washington, París, Londres y Berlín le han pedido que evite la escalada, cante victoria y deje el asunto donde está. Tampoco Teherán dice querer más. Pero Netanyahu se enfrenta a una creciente presión interna. No solo fracasó en prevenir la matanza de Hamás , sino que ahora muchos le acusan de haber dilapidado también el poder de disuasión israelí frente a Irán, una obsesión para la élite político-militar del país. «Este gobierno, este primer ministro, se han convertido en una amenaza existencia­l para Israel. Han hecho añicos la disuasión israelí», dijo ayer Yair Lapid, el líder de la oposición. Una idea en la que ahondó también Ben Caspit, uno de los columnista­s más influyente­s del país. «¿Cómo lo había dicho Netanyahu? Cuando el terror huele debilidad, ataca».

Más gasolina al fuego

Nada de eso son buenas noticias para aquellos que quieren evitar más gasolina sobre el fuego regional, dado que Israel hace tiempo que dejó de concebir la diplomacia y el acuerdo como un medio para

«El lanzamient­o de tantos misiles y drones recibirá respuesta», señaló Halevi

«Este primer ministro es una amenaza existencia­l para Israel», dijo ayer el líder de la oposición

obtener seguridad. Como tampoco son buenas noticias en ese sentido, la oportunida­d que una confrontac­ión directa con Irán le otorgaría a Netanyahu para seguir amarrado al cargo y posponer un poco más su cita con la justicia israelí, donde tiene varios asuntos pendientes por corrupción.

Y, entre tanto, el desastre en Gaza sigue empantanad­o. El último intento de negociació­n para liberar a los rehenes a cambio de una tregua ha fracasado. El hambre avanza, pese a se ha incrementa­do algo el número de camiones que entran, y las fotos de niños raquíticos que llegan del enclave –donde no se permite el acceso a la prensa internacio­nal– son cada día más numerosas. El Ejército acaba de movilizar además a dos brigadas de reservista­s para volver a la Franja. Y el tormento de la población, con cerca de 35.000 muertos y un territorio en la ruina, no cesa.

Columnas interminab­les de miles de palestinos trataron de regresar desde el domingo a lo que poco que queda de sus hogares en el norte de Gaza. Pero fueron recibidos a disparos por las tropas israelíes. Al menos cinco personas murieron y otras 23 resultaron heridas, según la agencia de noticias Wafa. «El Ejército no permitirá el regreso de los residentes. Por su seguridad, no se acerquen a las fuerzas que operan allí», dijo un portavoz militar.

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Mohammed Saber / Efe Una mujer palestina muestra la destrucció­n cerca del campo de refugiados de Al Maghazi.
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