Se buscan neoyorquinos justos
Un juez de Nueva York intenta formar el jurado de 12 miembros y seis suplentes que deberán pronunciarse sobre la culpabilidad o inocencia del expresidente Donald Trump en su primera causa penal. Muchos de los candidatos han renunciado. Anoche, los seis pr
Se anticipaba que iba a ser misión complicada elegir en Nueva York el jurado popular de 12 miembros, y seis suplentes, que debe juzgar a Donald Trump en el extraordinario e histórico juicio contra el primer expresidente de EEUU que se sienta en un banquillo imputado por lo penal. Pero ayer por la tarde, cuando aún no habían concluido las dos primeras jornadas de ese proceso de selección, ya seis manhattanitas se habían asegurado su espacio en el jurado.
El proceso, de potencial explosivo en medio de una campaña electoral presidencial donde Trump vuelve a ser candidato republicano, acelera. Y tras tomar juramento a esos seis neoyorquinos el juez Juan Merchan les ha dicho que se preparen para la posibilidad de que los argumentos de las partes arranquen el lunes a las 9.30 horas de la mañana.
Entre los jurados que han sido seleccionados están un hombre nacido en Irlanda, pero residente en Manhattan (algo obligado por la ley para formar parte de un jurado en el condado de Nueva York) que ha explicado que disfruta de actividades al aire libre. El será el presidente de este jurado, del que formará también parte una mujer negra que, durante su proceso de interrogatorio por juez, fiscalía y defensa se había declarado «no política», aunque reconocía tener amigos con fuertes opiniones sobre Trump.
También habrá un abogado de empresa, que según se supo durante su interrogatorio, lee The New York Times y The Wall Street Journal. Y el futuro del expresidente dependerá también de otra mujer que, cuando había sido interrogada sobre si podría ser imparcial y justa con Trump, había prometido cumplir con su «deber cívico» y «escuchar los hechos», que en este caso se centran en delitos relacionados con los pagos un mes antes de las elecciones de 2016 a la estrella porno Stormy Daniels para silenciar su historia de una relación sexual con Trump.
«Especialmente en este tribunal (Trump) será tratado como se puede
tratar a cualquier otro. Nadie está por encima de la ley», declaró la mujer. Trump está imputado por 34 cargos de falsificación documental por los pagos, elevados a categoría de delito por el fiscal Alvin Bragg al considerar que se realizaron para tratar de interferir en las elecciones, violando leyes federales y estatales de financiación de campaña.
Relativa sorpresa
Solo unas horas antes de la decisión no se podía esperar que la mitad del jurado estuviese seleccionada tan rápido. De hecho, se pensaba que la selección sería mucho más complicada, y había razones. El juicio tiene lugar en Manhattan, un barrio de donde deben salir todos los integrantes del jurado y donde el 70% de los 1,4 millones de adultos están registrados como demócratas.
Ya cuando era empresario inmobiliario que regaba todo de letras doradas, estrella de realities y
habitual de los espacios de corazón, Trump nunca fue un personaje demasiado querido. No era inusual, por ejemplo, que sonaran abucheos del público en las pistas del Abierto de Tenis de Estados Unidos cuando aparecía por allí y salía en las pantallas gigantes que suelen pescar a famosos entre el público. Pero el desamor se disparó aún más cuando entró en 2015 como un elefante en la cacharerría de la política de EEUU, una vez que estuvo en la presidencia del país y cuando intentó impedir la certificación de la victoria de Biden en 2020, al que en Manhattan votaron entonces un 87% de los electores.
El sentimiento antiTrump extendido en la isla, así como el impacto en la población de la publicidad negativa sobre el republicano, son argumentos que la defensa ha tratado de esgrimir para intentar que el juicio se desarrollara en otro lugar. Pero un juez de apelaciones se negó a posponerlo mientras decide un tribunal al que han recurrido. La fiscalía asegura que mucha de la publicidad negativa la han provocado los propios comentarios de Trump. Y el juez Merchan está convencido, como escribió, de que habrá jurados capaces de «aparcar sus sentimientos personales y tomar una decisión basada en pruebas y la ley».
El proceso de selección había empezado, además, con señales preocupantes. Los primeros 96 potenciales integrantes del jurado que empezaron a comparecer el lunes ante el juez Juan Merchan, Trump y su defensa y el equipo de la fiscalía que dirige Alvin Bragg eran una variada mezcla demográfica que representa la diversidad de la ciudad. Pero de ellos, más de la mitad fueron excusados inmediatamente el lunes poco después de tomar juramento. Sucedió cuando admitieron, a mano alzada, que no podrían ser justos e imparciales en este proceso.