Sobre autocrítica y punto de vista
que deberían ser la tónica pero que, en esta sociedad que prioriza maquillar los errores, eludir las responsabilidades y recolocar en la agenda justificaciones cada vez más sorprendentes, se muestran como un incómodo ejercicio de deslealtad.
El cruce de comentarios no se hizo esperar. Araujo, un futbolista enorme, le replicó: «Prefiero guardarme para mí lo que pienso. Tengo códigos y valores que creo que hay que respetar». Se supone que es una lúcida forma de salir del paso, evitando que la cosa vaya a mayores, pero esta rocambolesca respuesta también dice mucho sobre lo que calla y, en todo caso, se debería poner en valor que Gündogan también tiene valores y código de conducta que sanamente ayudan a hacer mejor al fútbol, si éste es sincero y acepta la autocrítica como manera de comunicar los conflictos. La cosa mejorará a plazo si se prioriza por todos la denuncia de actitudes por encima de los lamentos de derrota, o de los comentarios sobre el estado del césped, claro.
Por otro lado y bando, el Real Madrid volvió a realizar una nueva gesta de las que ya nos tiene acostumbrados. Tras caer eliminados en duelo Little Bighorn a favor de los blancos –33 remates el City frente a 8, 18 corners frente a 1, 846 pases frente a 373 y 67% de posesión versus 33%–, el centrocampista del City Rodrigo Hernández declaró en zona mixta que «para ser sincero, hoy sólo he visto un equipo» y, claro, la cosa es cuál, porque el internacional español debería recordar que es un deporte que requiere materializar las ocasiones de ataque y, también, saber defender, cuestión que Ancelotti orquestó a las mil maravillas para pasar la eliminatoria.
Adenda. Pero tranquilos, esto no es nada. Los malos modos y el espíritu antirreglamentario de El Dibu se siguen llevando la palma. Por mucho bailecito que hiciera el pasado jueves con el Aston Villa de Emery y desfilaran las tarjetas, su bochornosas gestas en el Mundial seguirán alimentando nuestro asombro, che.