Nadal se agarra a Madrid tras dar una lección
El astro balear se impone con autoridad De Miñaur (7-6(6) y 6-3) en dos horas y se cita con el argentino Cachín en la tercera ronda del torneo
Repetía una y otra vez Rafa Nadal antes de sus partidos que no está en Madrid para ganar. Que estaba para disfrutar de su última vez en casa, del torneo que más veces ha jugado en su carrera. Pero en el primer punto del choque, y tras un peloteo intenso con el siempre correoso Álex de Miñaur, cerró con un golpe ganador y gritó a los cuatro vientos su característico «¡vamos!». Y en el segundo juego, ya al resto, rompió el servicio del australiano y se giró, puño cerrado mediante, hacia su palco, donde su hermana y su mujer imitaban su gesto.
Mirada enrabietada de todos los suyos y de pronto, los más de 12.000 espectadores que abarrotaron la Caja Mágica viajaron, por un momento, a 2017, año en el que ganó el último de sus cinco entorchados en la capital. Cualquiera diría que eso de que está en la capital «por una cuestión emocional más que tenística» era un farol, a juzgar por la victoria (7-6(6) y 6-3, en 2 horas y 2 minutos), y lo que es más importante, por las sensaciones.
Lo de ayer no era un homenaje, como muchos de los presentes podrían haber pensado, sino un partido de tenis. Uno que desde el primer hasta el último punto, afrontó De Miñaur en modo pared, paciente, sabiendo que el tiempo juega a su favor. Nadal sacando el martillo, mandando, intentando acortar los puntos porque, con el correr del partido, el australiano se empezó a imponer en los peloteos. Y tomó la iniciativa dándole, rompiendo dos veces seguidas el servicio del balear para dar la vuelta al 2-0 inicial. Pero ahí resurgió el Nadal «competitivo», ese que él mismo no veía a estas alturas. Y se regaló un duelo más, el lunes ante el argentino Pedro Cachín. «Es una sorpresa», reconoció Nadal.