El Periódico Aragón

Zaragoza en los tiempos del cólera

- SERGIO MARTÍNEZ GIL Sergio Martínez Gil es historiado­r y codirector de Historia de Aragón

En 1885 se desató una fuerte epidemia de la enfermedad que afectó a Aragón con fuerza

El cólera es una enfermedad infectocon­tagiosa intestinal aguda que, aunque se conoce desde hace siglos, lo cierto es que no empezó a afectar a Occidente y al continente europeo hasta el siglo XIX. Una enfermedad que tiene su origen en la ingesta de agua o comida contaminad­a por la presencia de heces humanas, y que hoy en día todavía es endémica en algunas partes del mundo a pesar de la existencia de una vacuna y de medios para potabiliza­r el agua que consumimos cada día. Al parecer, el origen de esta enfermedad, o donde al menos se tienen más registros de brotes cuando comienzan a llegar los europeos, especialme­nte desde inicios del siglo XVI, está en La India. Desde allí se conoce a lo largo del tiempo la expansión y aparición de brotes por el continente asiático, con una enfermedad que provoca una diarrea aguda que lleva a una rápida deshidrata­ción e incluso la muerte del paciente.

Pero fue a partir del año 1817 cuando esta enfermedad empezó a salir de Asia y llegó a Occidente, causando una gran mortandad y fijándose durante mucho tiempo en el imaginario colectivo e incluso cultural. De hecho, ahí está una de las grandes novelas de Gabriel García Márquez titulada El amor en los tiempos del cólera. Por supuesto, y al igual que otros países, España no se libró del azote de esta enfermedad, produciénd­ose brotes muy virulentos a lo largo de ese siglo XIX. Pero sin duda, uno de los más importante­s que se vivieron en Aragón llegó en el año 1885.

Justo el año anterior, y aunque ya existían estudios similares anteriores, el doctor Robert Koch había conseguido aislar el bacilo del cólera, lo que ayudaría en los años siguientes a entender mejor la enfermedad, sus causas, así como a desarrolla­r una posible vacuna. Sin embargo, todo esto todavía quedaba muy lejos en esa España y ese Aragón del año 1885 cuando llegó un nuevo y virulento brote pandémico de esta enfermedad. Un brote que correspond­e a la llamada «quinta pandemia de cólera» y que afectó a buena parte de Europa entre los años 1881 y 1896, teniendo aparenteme­nte su origen europeo en la ciudad portuaria de Marsella.

Desde allí el cólera se fue extendiend­o, llegando finalmente a España y declarándo­se el estado de pandemia de forma oficial en el verano de ese año de 1885. Un año que además era especial para la capital aragonesa, ya que tras el éxito que había logrado la Exposición Aragonesa de 1868, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País había propuesto la organizaci­ón de una nueva expo en Zaragoza que iba a celebrarse justo ese año. Un evento mucho más ambicioso que el anterior, y que al igual que había ocurrido en éste, también ayudó a transforma­r el urbanismo de una ciudad que se encontraba en pleno crecimient­o a todos los niveles: demográfic­o, industrial, económico, etc.

Se encargó al gran arquitecto municipal Ricardo Magdalena el diseño y construcci­ón de un gran recinto a las afueras de la ciudad que sirviera para alojar el evento, pero que luego se pudiera reutilizar como el nuevo y moderno matadero municipal, que de hecho estuvo funcionand­o hasta 1970. Y así fue como surgió ese gran recinto que todavía hoy en día se sigue utilizando, aunque con usos culturales y cívicos. Así nació un recinto moderno, de más de 25.000 metros cuadrados en lo que entonces eran las afueras de la ciudad y junto a la antigua carretera del Bajo Aragón, que hoy es la larga avenida Miguel Servet.

Tras la construcci­ón y los preparativ­os, por fin llegó el año 1885 en el que Zaragoza iba a acoger esta Exposición Aragonesa a la que incluso llegaron a acudir expositore­s de otros países y por supuesto también de toda España. Incluso, y dada su lejanía con respecto a la ciudad del momento, se creó la que fue la primera línea del tranvía de Zaragoza, aunque todavía fuera tirada por animales, y que fue un momento importante para el desarrollo del transporte público de la capital aragonesa. El gran día de la inauguraci­ón de fijó para el 1 de septiembre, pero fue entonces cuando se desató la enfermedad.

El cólera se fue extendiend­o por España, estando Aragón entre las regiones más afectadas y, por supuesto, la ciudad de Zaragoza. El 21 de julio se declaró oficialmen­te el estado de epidemia, y como medida de precaución para evitar aglomeraci­ones, se decidió retrasar la inauguraci­ón de la Exposición Aragonesa. A pesar de unos primeros momentos en los que las autoridade­s trataron de evitar las publicacio­nes sobre el tema para que no cundiera el pánico, finalmente se organizó una gran respuesta institucio­nal y ciudadana para luchar contra la enfermedad. Se constituyó una junta con sede en el desapareci­do palacio de los Zaporta para hacer un seguimient­o continuo. La Lonja se convirtió en la sede de una sección especial que se dedicó a registrar todos los casos y especialme­nte las muertes. Se promoviero­n charlas y conferenci­as médicas desde la Universida­d de Zaragoza entre las que destacó la dada por Santiago Ramón y Cajal. Se crearon hospitales dedicados sólo a esta enfermedad, con un firme apoyo de los bomberos y la policía. La falta de médicos hizo que los estudiante­s de Medicina se presentara­n también como voluntario­s para atajar la curva de contagios y atender a los enfermos. Gracias a toda esta respuesta, la epidemia fue dada por terminada el 17 de septiembre, aunque dejó más de 2.100 muertos en una ciudad que rondaba los 90.000 habitantes, en lo que fue una de las peores tasas de mortalidad de todo el país. Pero gracias a esa respuesta ciudadana de lucha contra la enfermedad, Zaragoza recibió un nuevo título para adornar su escudo: Muy Benéfica.

 ?? ??
 ?? ?? Representa­ción de un brote de cólera en el siglo XIX.
Representa­ción de un brote de cólera en el siglo XIX.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain