El Periódico Aragón

«Esto es imparable»

El jefe de la Brigada de la Policía Judicial repasa cómo ha cambiado la forma en la que los ciberdelin­cuentes cometen sus golpes en la red desde que lo hicieran aprovechán­dose de las llamadas en las cabinas telefónica­s hasta las más frecuentes a día de ho

- A. T. B. Zaragoza

La evolución de la sociedad a lo largo del siglo XXI ha quedado muy ligada a los cambios que han experiment­ado las formas de comunicaci­ón entre la población. Atrás quedaron el envío de las cartas manuscrita­s y las llamadas desde las cabinas telefónica­s para dar paso a pequeños móviles de teclas minúsculas que evoluciona­ron para convertirs­e en dispositiv­os inteligent­es con los que pagar un café, hacer la compra o encargar el regalo de cumpleaños de un familiar. Quienes tampoco han permanecid­o ajenos a los cambios comunicati­vos han sido los delincuent­es hasta el punto de ir moldeando sus estrategia­s delictivas con el paso de los años. Y es que los cacos de la red han aprovechad­o cualquier tipo de dispositiv­o tecnológic­o, desde los más rudimentar­ios, para hacer de las suyas. «Ahora mismo, esto es imparable. En el momento en el que históricam­ente estamos mejor dotados de una herramient­a para el desarrollo es cuando peor la vamos a utilizar», afirma Carlos Falcón, jefe de la Brigada Regional de Policía Judicial.

La investigac­ión de estos ilícitos corre a cargo del Grupo de Delitos Tecnológic­os de la Jefatura Superior de Policía en Aragón y de ello da buena fe Falcón al repasar cómo ha evoluciona­do la ciberdelin­cuencia desde que él entró a formar parte del Cuerpo Nacional de Policía. «He visto un despegue hacia arriba y esto sigue hacia arriba. Es una evolución sin control y es impredecib­le lo que pueda pasar en un año porque nos puede afectar una depresión económica, una nueva guerra u otro virus», dice Falcón al aludir, concretame­nte, al incremento de las compras online con motivo de la pandemia y de cómo los hackers han intentado aprovechar­se de ello.

Pero, antes de que la gente se lanzara al comercio online, los ciberdelin­cuentes fijaron sus miras hace ya muchos años en las cabinas telefónica­s. Lo hicieron con las llamadas tarjetas de cabitel, es decir, un medio de prepago con el que efectuar las llamadas desde las cabinas. El modus operandi era muy

sencillo: un módulo rudimentar­io permitía la recarga y la posterior distribuci­ón de aquellas tarjetas cuyo importe ya se había agotado. «Localizamo­s a un pakistaní en Vic que las iba recargando y las iba vendiendo. En aquel momento fue un fraude bestial», recalca.

Los cambios del siglo XXI

La irrupción de Internet dejó a un lado este tipo de prácticas para dar lugar a otras como, por ejemplo, la defraudaci­ón de fluido que evolucionó con la salida al mercado de la conexión a tiempo real a la red y la tarjeta de crédito como medio de pago. Las primeras, recuerda Falcón, se valían del uso ilícito de las telecomuni­caciones y nada tenían que ver con la manipulaci­ón telemática de los dispositiv­os. «Había mafias de indios y pakistanís que pedían a Telefónica 20 líneas para instalarla­s en un local. En pocos días defraudaba­n millones de pesetas porque hacían lo que era una llamada a tres. Era como un locutorio: llamaban a Arabia Saudí, automática­mente la desviaban a otro país y ese canon que hay que pagar a las compañías extranjera­s lo pa

gaba Telefónica. Los que estaban en los otros dos locutorios no pagaban línea porque se les llamaba desde España», indica.

Pero la ciberdelin­cuencia no finalizó ahí y a día de hoy ya ha alcanzado otras técnicas denominada­s como SIM swapping –la copia de la tarjeta SIM–, smishing –el engaño a través de mensajes de texto al incorporar enlaces fraudulent­os–, phising –la suplantaci­ón de la identidad– o man in the middle. «Se lo hacen a las empresas al conseguir meterse en medio de la comunicaci­ón con un proveedor y, cuando se está pendiente de hacer un pago, te infectan y piden la transferen­cia», señala Falcón.

A todas estas artimañas se ha sumado el reto de la Inteligenc­ia Artificial (IA)–«poner una cara en una foto está a la orden del día», concreta– contra el que los investigad­ores del Grupo de Delitos Tecnológic­os combaten con «talento» e «ilusión». «El delincuent­e siempre encuentra una brecha, la utiliza y el sistema se adapta a la empresa defraudada y a la Policía, los investigad­ores, los ingenieros...», finaliza.

 ?? Laura Trives ?? Carlos Falcón, jefe de la Brigada Regional de Policía Judicial en Aragón, en su despacho, el pasado viernes.
Laura Trives Carlos Falcón, jefe de la Brigada Regional de Policía Judicial en Aragón, en su despacho, el pasado viernes.

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