El PSC exprime poderío metropolitano en una campaña sin Sánchez
Illa promete estabilidad en el frente catalán pendiente de la decisión del presidente
Si una cosa ha quedado demostrado en esta campaña, es que no hay tierra firme y que nadie escapa de la marejada. Lo ha comprobado en carne propia un Salvador Illa que precisamente promete estabilidad en el frente catalán mientras está a expensas de si hoy Pedro Sánchez anuncia su dimisión y se abre en canal la legislatura española. Pero incluso cuando parece que todo se tambalea, siempre hay refugios que nunca fallan. Y el del PSC es el área metropolitana, el caladero de voto irredento que ha estado a las duras y a las maduras, y el cojín que lo
sostiene tanto para amortiguar los momentos difíciles como para alcanzar los horizontes que se fija. En este caso, una victoria que roce los 40 diputados y el millón de votos.
Ayer, en la víspera de la decisión del presidente del Gobierno y horas después de la movilización en Ferraz, Illa exhibía poderío desde Santa Coloma de Gramenet, ciudad de la inexpugnable alcaldesa Núria Parlon, ahora también convertida en una de sus principales escuderas como portavoz del partido. De nuevo, la vacante que Sánchez dejó en el escenario la cubrió el ministro de Industria y exalcalde de Barcelona, Jordi Hereu. Se posterga así una estampa que hubiera sido significativa: la del líder del PSOE junto a la dirigente, Parlon, que en 2017 dimitió de su ejecutiva por el apoyo a la aplicación
del 155. Siete años después, los socialistas han concedido la amnistía y la alcaldesa forma parte del núcleo duro del líder del PSC.
«Resistencia colectiva»
Como Sabadell, donde arrancaron la campaña haciendo un llamamiento a la «resistencia colectiva», Santa Coloma es uno de los grandes feudos en los que el PSC gobierna con mayoría absoluta. La parada de hoy, cuando ya se habrá hecho público el futuro de Sánchez, será Mataró, otra ciudad del cinturón en cuyo mando se han consolidado los socialistas. Y el martes, en plena resaca por lo que haya decidido el presidente, se refugiarán en L’Hospitalet de Llobregat de Núria Marín, otro enclave histórico proclive al fervor socialista cuando pintan bastos y cuando no.