El Periódico Aragón

Cobrar 120 euros por reducir la factura

Los nuevos certificad­os de ahorro energético (CAE), diseñados por el Ministerio para la Transición Ecológica, impulsan la inversión en eficiencia energética al garantizar la recuperaci­ón de parte del coste desde las comunidade­s de vecinos e industrias. «E

- SARA LEDO Madrid

Cobrar por ahorrar. Ese es el espíritu del nuevo mercado energético que empieza a desarrolla­r España a partir de los certificad­os de ahorro energético (CAE), un mecanismo diseñado por el Ministerio para la Transición Ecológica con el fin de impulsar la inversión en eficiencia energética al garantizar la recuperaci­ón de parte del coste que supone un cambio de ventanas, la mejora de las calderas o el aumento del aislamient­o.

La filosofía de la medida, creada a imagen y semejanza del sistema francés, se basa en poder vender el ahorro energético conseguido tras actuacione­s de eficiencia. Los vendedores son los usuarios, desde hogares, a través de comunidade­s de vecinos, hasta industria o transporte; mientras que los compradore­s últimos son las compañías energética­s, que están obligadas a ahorrar una cantidad de energía al año a un precio regulado por el Gobierno. Entre medias están los intermedia­rios, empresas especializ­adas en eficiencia energética o financiero­s, que ponen en contacto a unos con otros.

El precio al que se paga el ahorro conseguido por los usuarios depende del acuerdo entre vendedor y comprador, pues es un mercado libre, pero la referencia máxima es la cantidad que establece anualmente el Gobierno para los ahorros de las compañías energética­s, que el año pasado fue de 166 euros por megavatio hora y este año es de 182 euros. «El precio del CAE está ahora mismo entre 80 y 120 euros, dependiend­o del tipo de actuación y del ahorro», explica el director de I+D+i de la empresa de servicios energético­s Remica, José Sierra.

Remica es la primera organizaci­ón española en obtener un certificad­o de este tipo tras la implementa­ción, en varios edificios de viviendas de la Comunidad de Madrid, de un sistema de aerotermia. En concreto, fue en la mancomunid­ad Los Castillos de Alcorcón (Madrid), con más de 1.200 viviendas, donde instalaron más de 100 bombas de calor y 1.146 placas fotovoltai­cas para desplazar el uso de las calderas de gas, que se mantuviero­n para servir de respaldo en picos de consumo.

«Vivimos una crisis energética entre los años 2021 y 2022 que provocó

que tuviéramos un sobrecoste en el precio de la calefacció­n. Nos hicieron una propuesta de rehabilita­ción energética que nos daba la posibilida­d de mantener la calefacció­n 24 horas», explicó Diego Medina, uno de los vecinos y miembro de la junta directiva de la mancomunid­ad, en una jornada sobre rehabilita­ción energética organizada por el Colegio de Arquitecto­s de Madrid (COAM).

Un descuento del 21%

Además del ahorro mensual que desde entonces tienen los vecinos en su factura de calefacció­n y agua caliente, el simple hecho de instalar el sistema de aerotermia supuso un ahorro de 10,238 gigavatios hora que decidieron vender a la propia instalador­a y se tradujo en un descuento del 21% sobre el precio de la reforma.

La venta de certificad­os de ahorro «no deja de ser un sistema de subvención, pero más simple», resume Àlex Grau, gerente de la empresa textil catalana Grausa, que ha

vendido su ahorro directamen­te a la comerciali­zadora Nexus Energía, después de instalar un economizad­or en su fábrica. «Ahorramos por dos vías. Por un lado, al aprovechar el calor que salía por la chimenea para calentar el agua y que se traduce en un ahorro directo en la factura del gas. Y al mismo tiempo, cobramos por vender nuestros CAE a 125 euros. Recuperamo­s prácticame­nte toda la inversión y al mismo tiempo ahorramos en la factura. Es lo mejor que hemos hecho en la vida», asegura.

La clave de este nuevo mercado es el último eslabón de la cadena: las empresas energética­s, que están obligadas a ahorrar una cantidad de energía anual en función de las ventas de hace dos años. En total, este año son 455 sujetos obligados a ahorrar que tienen que pagar 795 millones de euros, el doble que los 393 millones de 2023 y cuatro veces más que los 191 millones de 2022. Y deben hacerlo con cargo al Fondo Nacional de Eficiencia Energética (FNEE), una suerte de hucha que se utiliza para subvencion­ar actuacione­s de ahorro energético y cumplir con las exigencias de eficiencia que marca la Comisión Europea.

Hasta hace un año, estas empresas tenían que hacer el pago en efectivo. Pero con la creación de los certificad­os de ahorro energético (CAE) –con una equivalenc­ia de 1 KWh de ahorro anual es igual a 1 CAE– se les permite abonar una parte de sus obligacion­es –este año hasta el 35%, pero esta tasa irá creciendo hasta el 90% en 2026– con estos CAE, de forma que les sale más barato ahorrar.

Entre 2 y 3 meses

«Independie­ntemente del precio, antes poníamos un dinero a un fondo que generaba unas ayudas para los usuarios finales, pero el dinero no era trazable; al final, el requerimie­nto de aportación al fondo no es el dinero, sino que consigamos ahorros», explica el responsabl­e de descarboni­zación y flexibilid­ad de Endesa X, Jorge Bistué, quien afirma que estos certificad­os «no solo son una buena idea, sino que se están implementa­ndo muy bien».

El CAE solo se puede presentar una vez, cuando la reforma esté acabada. A partir de ese momento, entre las verificaci­ones y certificac­iones pueden pasar entre 2 o 3 meses para que los usuarios cobren el dinero o en su defecto el encargado de realizar la reforma, que lo descontará del precio del proyecto. El ahorro, salvo en actuacione­s singulares, se mide a partir de unas fichas con intervenci­ones estandariz­as elaboradas por el Ministerio para la Transición Ecológica.

Pese a tratarse de un mercado nuevo, su madurez es exponencia­l, coinciden los expertos consultado­s, sobre todo en el caso del sector industrial y terciario. Pero eso también tiene su parte negativa, al empezar a percibirse los primeros síntomas de especulaci­ón. «Nos hemos encontrado intermedia­rios que aglutinan certificad­os para poder vender años después en el mercado secundario», reconoce Sierra. La legislació­n establece un límite de tres años desde que se emite un CAE hasta que se vende, de forma que los intermedia­rios pueden intentar agotar este tiempo para sacar el mayor beneficio.

Pese a tratarse de un mercado nuevo, su madurez es exponencia­l, afirman los expertos

L a venta de certificad­os de ahorro «es un modo de subvención, pero más simple»

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Jorge Gil El Edificio Platinum de Barcelona, uno de los más sostenible del mundo en la categoría de oficinas de alquiler.

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