El Periódico Aragón

Respuesta de hierro

El Zaragoza ha mostrado su mayor firmeza en el momento más crítico, cuando menos colchón tenía y con dos duras salidas a Huesca y Leganés para sumar 4 puntos vitales

- S. VALERO Zaragoza

Pintaba el panorama oscuro para el Real Zaragoza tras el empate ante el Elche en La Romareda, con cinco puntos de margen sobre el descenso, siete partidos por delante, la dificultad para sumar triunfos, solo uno con Víctor hasta entonces y cinco desde aquella racha inicial del pleno al 15 con Escribá en el arranque de Liga y con la vista puesta en dos salidas consecutiv­as, en Huesca y Leganés. Eran dos enemigos en buena dinámica, con la recuperaci­ón oscense por entonces y el liderato pepinero que aún mantiene, teniendo en cuenta que el conjunto aragonés llevaba trece salidas ligueras consecutiv­as y seis meses sin ganar a domicilio.

Sin embargo, en el contexto más difícil, la respuesta ha sido de hierro, repleta de convicción para que, aunque las matemática­s no lo puedan decir todavía, las sensacione­s sí proclamen que este Zaragoza no se va a ir a la categoría de bronce, un infierno que tendría funestas consecuenc­ias y que está muy cerca ya de regatear. Lo ha gritado a los cuatro vientos con dos partidos muy serios, con un cambio de dibujo aprovechan­do también el carácter específico de esos dos enemigos (habrá que ver si Víctor lo mantiene ante el Burgos el domingo), en los dos duelos exhibiendo capacidad de reacción ante el golpe del enemigo para sumar un triunfo en El Alcoraz y una empate en Butarque, cuatro puntos de seis posibles para poner más tierra de por medio con el peligro y acariciar la salvación.

El derbi ante el Huesca tenía un claro síntoma de peligro para el Zaragoza, más cerca que nunca antes en la temporada de la zona roja. Venía de tres partidos, ante el Tenerife, con victoria, el Levante, con derrota, y el Elche, con empate, en los que se había expuesto en demasía, con claras ocasiones para el rival en esos duelos y con un partido ante el conjunto ilicitano en el que el salvador gol de Azón tras un demoledor comienzo del rival en la Romareda en la segunda parte marcó un antes y un después en ese choque y quizá en la temporada, porque esa derrota ante el cuadro franjiverd­e, que se había adelantado con una diana de Gaspar, era un mazazo absoluto.

Reflexionó Víctor entonces, con dos encuentros vitales y difíciles ante Huesca y Leganés por delante ante equipos muy fuertes en defensa, los dos menos goleados de la Liga, dos enemigos muy intensos y que combinaban la defensa de tres centrales y la línea de cuatro, pero que en todo caso basan su fortaleza en la solidez. Un cambio de esquema con un paso a los tres centrales, reforzando el eje y la medular y reduciendo la presencia ofensiva, aunque con una idea mucho más valiente que con Velázquez, que usó ese dibujo con una apuesta más en función del enemigo de turno, y con Azón y Liso para buscar la velocidad y el vértigo, con Bakis y Valera como los damnificad­os en ataque ya que los goles de Maikel Mesa le convierten en intocable.

Para encarar el derbi, el Huesca había perdido en Ferrol, pero sumaba 11 partidos sin derrota antes de caer en A Malata, con 3 victorias y dos empates en su feudo y con mucha seguridad defensiva. La apuesta zaragocist­a tuvo un inicio titubeante en El Alcoraz, con la diana marcada por Loureiro, pero el gol de Liso, como una semana antes el de Azón, lo cambió todo para que Mesa sentenciar­a una remontada antes del descanso que el Zaragoza llevaba sin vivir desde enero de 2023, más de 15 meses.

En la segunda parte, el equipo de Víctor supo sufrir sin desmoronar­se, con menos posesión que su rival, pero tuvo la mejor ocasión en

El cambio de esquema ha dado más solvencia a un equipo que siempre se levanta con Víctor

los pies de Maikel Mesa que Álvaro mandó al larguero.

Esa victoria marcó un punto de inflexión. El Zaragoza de Víctor ya había demostrado antes que estaba más vivo que cuando llegó al equipo y que tenía una buena capacidad de respuesta a los golpes. A eso le añadió una mayor solidez que ante el Leganés aumentó por el tamaño del enemigo. El líder, que llevaba siete citas sin caer y una sola diana recibida en esos duelos, apenas le generó peligro. Un remate de Arambarri, una salida de Badía ante Brasanac y, eso sí, el gol de Miguel tras un buen centro de Raba en el que Lluís López y el portero no estuvieron a la altura.

El Zaragoza, firme, ordenado y serio, con más balón y muchos más remates (17 por solo tres pepineros), creyó antes de esa diana y también después, aunque tuviera que esperar al descuento para, con un penalti avisado por el VAR, empatar de forma más que merecida el duelo. La meta, los 50 puntos, está a cuatro y eso da tranquilid­ad, pero la da mucho más la respuesta exhibida en el momento crítico.

 ?? Carlos Gil-Roig ?? Maikel Mesa celebra el gol del empate ante el Leganés en Butarque.
Carlos Gil-Roig Maikel Mesa celebra el gol del empate ante el Leganés en Butarque.

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