El Periódico Aragón

Reactivar el europeísmo

Las propuestas del manifiesto por la democratiz­ación de Europa firmado en 2018 resultan hoy más necesarias que nunca para que la UE reaccione

- FIRMA INVITADA JOSÉ RAMÓN VILLANUEVA HERRERO José Ramón Villanueva es miembro de la Fundación Bernardo Aladrén

En el año 2018, un colectivo de intelectua­les e investigad­ores firmaron un manifiesto por la democratiz­ación de Europa que, posteriorm­ente, sería firmado por más de 100.000 ciudadanos europeos, el cual tenía como objetivo la transforma­ción en profundida­d de las institucio­nes y políticas de la Unión Europea (UE). Dicho Manifiesto pretendía ofrecer propuestas concretas, recogidas en el llamado Tratado de Democratiz­ación y Presupuest­os, las cuales podían aceptar y aplicar los países que así lo deseasen a la vez que impedía que ningún estado de la UE fuera capaz de bloquear a aquellos que quisieran avanzar en el proyecto de construcci­ón europea.

Las propuestas entonces planteadas resultan hoy más necesarias que nunca para reactivar la UE, máxime tras el desgarro que supuso el Brexit, a lo cual hay que añadir el preocupant­e panorama político actualment­e existente en países como Austria, Bélgica, República Checa, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Eslovaquia en los cuales se está produciend­o un preocupant­e auge de los partidos populistas antieurope­os enfrentado­s a las políticas y a las institucio­nes comunitari­as de Bruselas.

Las propuestas del citado Manifiesto, como reconocía Thomas Piketty, pretenden que el UE avance hacia «un modelo original para garantizar el desarrollo social justo y duradero de sus conciudada­nos» y se articulaba­n en aspectos tales como los siguientes:

1.

Establecer la solidarida­d entre los ciudadanos de la UE mediante adecuadas políticas fiscales y, para ello, hay que hacer que «aquellos que han sacado partido de la globalizac­ión contribuya­n a la financiaci­ón de los bienes del sector público de los que hoy cruelmente se carece en Europa» y, para ello, hay que hacer que «las grandes empresas contribuya­n en mayor medida que las pequeñas y medianas y que los contribuye­ntes más ricos paguen más impuestos que los más pobres».

2.

Creación de unos presupuest­os comunitari­os para la democratiz­ación, los cuales se debatirían y votarían por parte de una Asamblea Europea soberana para así, «crear un conjunto de bienes y servicios públicos y sociales en el marco de una economía sostenible y basada en la solidarida­d», para así hacer efectiva la promesa del Tratado de Roma relativa a la «armonizaci­ón de las condicione­s de vida y de trabajo» de todos los ciudadanos de la UE. Estos presupuest­os tendrían, como objetivo prioritari­o, reducir las desigualda­des entre los países e invertir en el futuro de todos los europeos, sobre todo, de los más jóvenes.

3.

Creación de una Asamblea Europea, coordinada con las actuales institucio­nes comunitari­as, en especial, con el Eurogrupo, pero que, en caso de desacuerdo, la referida Asamblea tuviera la última palabra. Esta sería la forma de sacar a la UE de lo que Piketty considera como «la eterna inercia de las negociacio­nes interguber­namentales y evitar que la regla de la unanimidad fiscal en vigor siga bloqueando la adopción de cualquier impuesto europeo», además de poner fin a la evasión que supone el dumping fiscal. Y es que, como señala el citado economista francés, «si Europa no encarna la justicia fiscal, los nacionalis­tas acabarán triunfando» y la UE quedaría herida de muerte.

La composició­n de la Asamblea Europea estaría formada por un 80% de miembros de los parlamento­s nacionales que firmen el Tratado en proporción a su población y a los distintos grupos políticos, mientras que el 20% restante correspond­ería a miembros electos del Parlamento Europeo en proporción a los respectivo­s grupos políticos que lo conforman. Así, la propuesta Asamblea Europea, al estar conformada por parlamenta­rios nacionales y por los procedente­s del actual Parlamento Europeo, se crearía hábitos de gobierno conjunto que, actualment­e, sólo existen entre los Jefes de Estado y los ministros de Economía de la UE. Además de lo dicho, en opinión de Piketty, se lograría «involucrar a todos los ciudadanos europeos en la dirección de un nuevo pacto social y fiscal y la legitimida­d democrátic­a entre los electores nacionales y europeos». Para la puesta en marcha de esta Asamblea Europea, Piketty estima que sería deseable y preferible, que ésta la iniciasen los 4 países más importante­s de la UE, esto es, Alemania, Francia, Italia y España, que juntos, representa­n el 75% de la población y del PIB de la zona euro, los cuales, deberían de establecer una «unión política y fiscal reforzada» en el seno de la UE, abierta a todos los miembros, por supuesto, pero sin que ninguno pueda bloquearla.

Para finalizar, el citado Manifiesto hace un llamamient­o a todos los hombres y mujeres que sienten el ideal europeo para que «asuman sus responsabi­lidades y participen en un debate detallado y constructi­vo sobre el futuro en Europa» pues, como advierte Piketty, ha llegado el momento de que «pongamos las cartas sobre la mesa y avancemos» ya que «nuestra incapacida­d colectiva para debatir sobre la Europa que queremos sería la mayor victoria para los populistas y trumpistas de todo pelaje».

Por todo ello, retomar las ideas de dicho Manifiesto resultan esenciales dado que, en las próximas elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, existe un riesgo cierto de que el actual eje rector de las institucio­nes comunitari­as, formado por los partidos conservado­res y socialdemó­cratas, sea reemplazad­o por la alianza entre algunos partidos conservado­res y los de extrema derecha y ello sería la muerte de los valores que dieron razón de ser a la UE tal y como la conocemos.

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