El Periódico Aragón

La Corona de Aragón en Albania

- SERGIO MARTÍNEZ GIL Alfonso V de Aragón Sergio Martínez Gil es historiado­r y co-director de historia de Aragón*

De sobra es conocida la enorme influencia que llegó a tener la Casa de Aragón en el Mediterrán­eo a lo largo de varios siglos en la Edad Media. Al fin y al cabo, la Corona de Aragón acabó volcada hacia el Mediterrán­eo desde el primer tercio del siglo XIII, cuando a partir de la grave derrota que sufrió Pedro II el Católico en la Batalla de Muret, en el año 1213, se empezaron a cerrar las puertas de ese sueño de una Gran Corona que fuera desde el valle del Ródano por el norte, hasta el valle del Ebro por el sur.

El hijo y sucesor de Pedro, Jaime I el Conquistad­or, volvió su mirada hacia al-Andalus conquistan­do las islas Baleares y Valencia, mientras sus sucesores en el trono aragonés, Pedro III el Grande, Alfonso III el Liberal, Jaime II el Justo y Alfonso IV el Benigno prosiguier­on esas políticas expansioni­stas lanzándose directamen­te hacia el mar Mediterrán­eo y las grandes riquezas que este ofrecía gracias a las lucrativas rutas comerciale­s que lo recorrían. Desde entonces, buena parte de la influencia política y de las fuentes de riqueza de la Casa de Aragón provendría­n precisamen­te de la fuerza naval y de ese comercio que había que proteger y hacer crecer ante peligrosos y poderosos rivales como Génova, Venecia, Francia o el Imperio romano de Oriente. A la ya previa tradición comercial catalana, se uniría el pujante reino de Valencia y, aunque en menor medida, también el reino de Aragón y sus comerciant­es aun a pesar de que esta entidad política nunca llegó a contar con su propia salida al mar. Pero como ya se ha comentado en varias ocasiones, esto no significa que el reino aragonés no participar­a en el esfuerzo comercial y naval conjunto de la Corona.

Toda esa influencia alcanzó muchos rincones de toda la cuenca del Mediterrán­eo; a veces por vías diplomátic­as y en otras ocasiones por la fuerza. Sin embargo, uno de los episodios quizás menos conocidos salvo para aquellos conocedore­s de ese periodo histórico o que hayan podido viajar y hacer turismo por Albania, nos lleva a mediados del siglo XV. En Oriente, el Imperio bizantino, que había frenado durante varios siglos el avance islámico, estaba sumido en una profunda decadencia que en 1453 llegaría a su final con la conquista de la misma ciudad de Constantin­opla (actual Estambul), a manos de los turcos otomanos. Pero estos ya llevaban mucho tiempo a ambos lados

dio apoyo al caudillo albanés Skanderbeg en su lucha contra los turcos

del Estrecho del Bósforo y del mar Egeo, dominando ya amplias zonas de los Balcanes.

Fue en ese momento cuando reinos como el de Hungría, o la figura del príncipe de Valaquia Vlad Tepes, también conocido como el Empalador, y quien acabó inspirando en parte la leyenda del conde Drácula, empezaron a asumir cuando podían la lucha contra ese aparenteme­nte imparable avance del Imperio otomano. Mientras tanto, y al otro lado del mar Adriático, Alfonso V de Aragón había conseguido conquistar tras una larga guerra el reino de Nápoles, el cual de hecho nunca abandonó falleciend­o allí en 1458. Desde la corte que estableció en el Castel Nuovo de Nápoles, Alfonso V se convirtió no sólo en todo un caballero renacentis­ta y mecenas de las artes, sino que también quiso aumentar la influencia de la Casa de Aragón en los Balcanes apoyando a esos líderes que luchaban contra los otomanos mostrándos­e así como un paladín de la cristianda­d. Segurament­e fue el albanés Jorge Castriota, más conocido como Skanderbeg, quien más apoyo recibió por parte del monarca de la Corona de Aragón, quien le envió dinero, tropas y pertrechos para que hiciera frente a los ataques otomanos. Gracias a apoyos como este, Skanderbeg, hoy considerad­o como héroe nacional en Albania, derrotó a los ejércitos enviados en 1457 por el sultán Mehmed II, el orgulloso conquistad­or de Constantin­opla. Y no fue, ni mucho menos, la única victoria que consiguió. El apoyo dado por Alfonso V no quedó ahí, pues acogió al albanés como vasallo suyo desde 1451 y siempre le ofreció a él y a los suyos un hueco en su corte napolitana en caso de que la defensa de Albania se derrumbara. Además, Skanderbeg también mantuvo intensas relaciones diplomátic­as con el papa Calixto III buscando así el apoyo de Roma. Y este pontífice no era un cualquiera, pues su nombre secular era Alfonso de Borja, nacido en el reino de Valencia convirtién­dose entre 1455 y 1458 en el primero de los dos papas de la familia Borgia, provenient­e de la Corona de Aragón, que llegaron a ocupar la cátedra de San Pedro. De ahí que no sea raro encontrar hoy en día referencia­s a la Corona de Aragón en la actual Albania.

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 ?? ?? Retrato de Jorge Castriota o Skanderbeg.
Retrato de Jorge Castriota o Skanderbeg.

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