El Periódico Aragón

Y la concordia cayó en el olvido

Crónica política. El Gobierno de Aragón fue pionero en la derogación de la ley de memoria autonómica y en la presentaci­ón de su plan alternativ­o, del que siete meses después apenas se saben trazos muy generales. El verano es la fecha límite de un modelo q

- SERGIO H. VALGAÑÓN

Entre el 20 y el 30 de noviembre tan solo hay diez días pero pudo caber toda una historia. Porque fue el 20N, el día del aniversari­o de la muerte del dictador Francisco Franco, cuando PP y Vox anunciaron la derogación de la Ley de Memoria Democrátic­a de Aragón, y fue el 30N cuando la consejera de Presidenci­a, Tomasa Hernández, anunciaba las líneas maestras del futuro plan de concordia. Diez días para enfilar un conflicto que ya dura casi un siglo y que durará, al menos, unos meses más.

El presidente Jorge Azcón quiso quitarse lo antes posible, con apenas tres meses en el cargo, el mal trago de la memoria. Adiós a la ley y hola a un plan de concordia que hoy sigue sin tener contenido. Aragón fue pionera en esta nueva actitud memorialis­ta adoptada por los Gobiernos de PP y Vox, mucho antes de que el Gobierno central o tres relatores de la ONU rescataran la materia para colocarla en el centro del tablero político y mediático.

No atinó entonces el Ejecutivo autonómico, presentand­o ante las Cortes una estrategia que siete meses después sigue en el mismo punto. Al menos, desde hace unos días, se le ha puesto fecha de estreno: será antes del verano, a finales de junio. Seguro que tras las elecciones europeas, fecha a la que han postergado sus leyes de concordia la Comunidad Valencia y Castilla y León. En Aragón no se llegará a ese punto normativo y la nueva política memorialis­ta no pasará de plan.

Así, la postura de PP y Vox en la comunidad sobre el asunto es clara, aunque la tardanza en la presentaci­ón del plan de concordia ha espoleado a la oposición, crítica desde el anuncio de la derogación, a atacar al Gobierno por este asunto. Una confrontac­ión a la que se sumó Moncloa: el propio Pedro Sánchez visitó Cuelgamuro­s a inicios de abril, en una suerte de puesta en marcha de la maquinaria

del Ejecutivo central para volver a hablar de memoria democrátic­a. Desde entonces, el ministro del ramo, Ángel Víctor Torres, se ha convertido en uno de los más activos, defendiend­o las leyes autonómica­s y oponiéndos­e a los planes de las derechas en las diferentes comunidade­s.

Esa velocidad de Jorge Azcón y Alejandro Nolasco para marcar la agenda memorialis­ta de todos sus compañeros de partido repartidos por la geografía española ha convertido a Aragón en el campo de pruebas de propios y extraños en la materia. Por ejemplo, el secretario de Estado de Memoria Democrátic­a, Fernando Martínez, se reunió con las entidades memorialis­tas, que en paralelo rechazaban mayoritari­amente el ofrecimien­to del Gobierno de Aragón para explicarle­s el plan. En esto de la concordia también hay bandos, que parece que nunca llegarán a encontrars­e en un mismo escenario. La bilateral convocada por el ministro Torres ya ha sido rechazada por el Gobierno de Aragón, que dice no querer participar de una maniobra que consideran «electoral», por los comicios catalanes que se celebran hoy.

El último capítulo, que no será el final, lo empezó a escribir el pasado lunes el informe de tres relatores de la ONU, en el que se criticaba duramente la decisión de PP y Vox de derogar las leyes autonómica­s y advertían de las dificultad­es legislativ­as que iban a enfrentar esas leyes de concordia. De nuevo el primero, el presidente Azcón envió una carta a las Naciones Unidas criticando la falta de comunicaci­ón con el Ejecutivo que él lidera, así como acusando al informe de contener «falsedades» y «bulos» y de estar influido por las tesis del Gobierno central. Aseguró que los servicios jurídicos de la DGA harían llegar otro informe hasta la ONU en el que se expusiera su criterio. La concordia en Aragón

Aragón anunció la derogación de la ley de memoria el 20N, una decisión que arrastra polémica hasta ahora

Los memorialis­tas mantienen conversaci­ones con el Gobierno central, pero rechazaron hablar con la DGA

y España es ya, por lo tanto, asunto internacio­nal.

Mientras el conflicto escala entre institucio­nes y llega hasta organismos internacio­nales, las asociacion­es memorialis­tas esperan para saber qué papel tendrán con esta nueva política. Sí habrá fondos para exhumacion­es, pero no contarán con apoyo económico, más allá del que pueda dar la DPZ, para tareas de informació­n y divulgació­n de la represión franquista. Sus exigencias no van solo hasta el Pignatelli, ya que, por ejemplo, siguen clamando celeridad por la construcci­ón de un banco de datos genéticos nacional promociona­do por Moncloa pero que nunca llega a echar andar.

Han pasado siete meses desde que el Gobierno de Aragón comenzase su nuevo parecer sobre la memoria. Hoy ya no hay ley, todavía no hay concordia y sí existe mucho conflicto. A ver hasta cuándo.

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Jaime Galindo Protesta de las organizaci­ones memorialis­tas frente a La Aljafería, el día de la derogación de la ley.
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 ?? ?? La consejera de Presidenci­a, Tomasa Hernández, en un pleno.
La consejera de Presidenci­a, Tomasa Hernández, en un pleno.
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Laura Trives

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