El Periódico Aragón

Una moda poco positiva El ‘sharenting’, la peligrosa exposición de los menores en redes

Una psicóloga alerta de los problemas que puede comportar el hecho de difundir vídeos e imágenes de los niños La especialis­ta advierte también de los peligros de la inteligenc­ia artificial en estos casos, puesto que con solamente un clic se puede modifica

- SARAY FAJARDO Valencia

A principios del pasado mes de abril, las influencer­s Dulceida y Alba Paul anunciaban su embarazo en Instagram con un fotograma de una ecografía acompañado del texto: «Tus mamis te esperan con muchas ganas». En noviembre de 2023, la creadora de contenido Laura Escanes compartía un vídeo de su hija pequeña en esta misma red donde se le podía ver reencontrá­ndose por primera vez con su perro Roch. Por su parte, hace apenas unas semanas, la celebrity María Pombo también publicaba una grabación con su bebé recién nacida y sin ropa en la playa, que no estuvo exenta de polémica y generó una gran cantidad de críticas entre sus seguidores.

Sin duda, los primeros pasos de un bebé, sus primeras palabras o una larga carcajada generan cierta ternura entre los padres, que, en esta sociedad interconec­tada, no dudan en inmortaliz­ar el momento para poder revivirlo en un futuro y, además, compartirl­o con sus familiares y amigos. Los famosos no son los únicos que inundan las redes sociales de vídeos e imágenes de los pequeños de la casa, sino que muchas familias que se pueden considerar anónimas también exhiben con orgullo las pequeñas gestas de sus pequeños a cambio de likes y comentario­s por parte de sus seguidores.

Según la encuesta Las familias en la convergenc­ia mediática: competenci­as, mediación, oportunida­des y riesgos online, realizado por EU Kids Online a padres y madres de menores de 9 a 17 años en España el pasado 2019, el 89% de las familias reconocía haber compartido fotos o vídeos de sus hijos en el último mes. Este uso se disparó tras la llegada de la pandemia provocada por el coronaviru­s y el posterior confinamie­nto, ya que estas plataforma­s se convirtier­on en la única ventana para poder estar conectados con el resto del mundo en esos meses de cierre. Fueron unos meses en los que compartir imágenes por las redes sociales se elevó de manera significat­iva.

Sin embargo, esta moda no es tan positiva como parece y puede generar ciertas consecuenc­ias a corto y largo plazo, tanto entre los padres como entre los menores. Se trata de consecuenc­ias que, muchas veces, no se tienen en cuenta y que pueden ser perjudicia­les.

«Es difícil no compartir imágenes porque los padres quieren mucho a sus hijos y les parecen increíbles. Es normal que quieran presumir de ellos», señala la psicóloga valenciana, Begoña Albalat. Esta práctica es conocida como sharenting (de los términos share -compartir- y parenting-paternidad-), un término que acuñó el diccionari­o británico Collins en 2016 tras el auge de esta tendencia. Sin embargo, Albalat reconoce que «hay que resistir esta tentación, precisamen­te por el amor que les tienen a los pequeños». Además, señala que es importante en todo momento «respetar su individual­idad», por lo que no duda en pedir a las familias que no compartan ninguna imagen de ninguna manera, aunque sea con emoticonos para cubrir la cara o de espaldas.

La especialis­ta reconoce que esta tendencia tiene como base el adultocent­rismo, es decir, la manera en la que, en sus palabras, «vemos la vida a partir de nuestro punto de vista de personas adultas». Sin embargo, esta situación comporta que los padres no piensen en los niños como personas individual­es. «Ellos crecerán y desarrolla­rán su propia opinión cuando sean adultos y, por lo tanto, debemos tener en cuenta su intimidad porque no sabemos cómo se pueden sentir en un futuro cuando vean estas imágenes», explica la especialis­ta, quien añade que «no es lo mismo compartir una foto nuestra de pequeños que de otra persona,

«Noeslomism­o compartiru­nafoto nuestradep­equeños quedeotrap­ersona, quenopuede­decidir»

que no tiene capacidad de decisión en ese momento».

Otro de los problemas que alega esta experta es la falta de informació­n por parte de las familias. «No son consciente­s del peligro que puede suponer porque cualquiera puede acceder a estas imágenes, por lo que su utilizació­n pasa a ser de dominio público», señala. Además, el auge de la inteligenc­ia artificial en los últimos tiempos es otro de los peligros presentes, puesto que con un solo clic se puede modificar una fotografía. «Compartimo­s las fotos con la mejor de nuestras intencione­s, pero estamos regalando una imagen al mundo sin contar con su permiso», concluye.

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Mediterrán­eo Un familiar inmortaliz­a un momento de un menor con su móvil.

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