El Periódico Aragón

Víctor Fernández y el mensaje que necesita el Zaragoza

El técnico ha ido dejando recados. Hoy, la victoria ante el Ferrol es imprescind­ible

- SERGIO PÉREZ Redactor Jefe de Deportes de El Periódico de Aragón

Desde la ilusionant­e temporada 19-20, dinamitada por la pandemia en marzo cuando el equipo viajaba a una estupenda velocidad de vuelo y apuntillad­a después por errores propios en el regreso del fútbol sin público, el Real Zaragoza ha malvivido en Segunda y ha acumulado nuevos años de condena fuera de la élite. En la campaña posterior a aquello, la 20-21, terminó la Liga decimoquin­to a 17 puntos del sexto y sólo 4 por encima del descenso. En la 21-22, fue décimo, a 12 del playoff y 13 por encima del infierno. En la 22-23, la pasada, a 14 y 9, respectiva­mente. La campaña en curso ha dado continuida­d a una tendencia bajista y de resultados discretos en los últimos cuatro años, lejos siempre de los puestos de privilegio y, por lo tanto, de los objetivos iniciales de cada curso.

A falta de tres jornadas para que concluya otra temporada de este terrible ciclo, el equipo ha vuelto a quedar a años luz de sus metas originales y todavía no ha asegurado la permanenci­a. Hace meses que el ascenso directo y el playoff se convirtier­on en un imposible. A este momento se ha llegado por una concatenac­ión de causas diversas, decisiones erróneas, reacciones peores y con numerosos responsabl­es.

No debería haber simplement­e una figura sobre la que focalizar las culpas, aunque ya se sabe que el fútbol y sus intereses son muy dados a buscar chivos expiatorio­s y refugios exculpator­ios. Lo justo, más bien, sería repartir las cargas, desde el presidente, Jorge Mas, hasta el primer ejecutivo de la SAD en la plaza, Raúl Sanllehí, pasando por el director deportivo, Juan Carlos Cordero, por todos y cada uno de los entrenador­es que han dirigido el equipo, Fran Escribá,

Julio Velázquez y Víctor Fernández, y evidenteme­nte los futbolista­s. De la quema en la que ha ardido gran parte de la plantilla habría muy pocos nombres que salvar.

Por ser quien más tarde se incorporó al proyecto, Fernández es el que menor responsabi­lidad debería tener. Cuando recogió el equipo ya no había más objetivo que la salvación. Sin embargo, lo está haciendo mal también, zarandeado por otro de los hándicaps de este año, las lesiones, y porque sólo ha logrado aportar un efecto amortiguad­or de aquella caída en picado que describía el Zaragoza de Velázquez. Nada más: los 9 puntos de 27 reflejan una realidad inopinable.

Al lugar que le encumbró para siempre, Víctor regresó con una gran carga de emotividad, un discurso muy poderoso y directo al corazón del zaragocism­o. Conforme fueron pasando las jornadas y las cosas no salían muy allá, el entrenador fue lanzando diferentes recados. Hubo para Mas, cuando desveló que ni siquiera le había llamado, para Cordero por la configurac­ión de la estructura de la plantilla y, tras algún partido, como el del Burgos, para los futbolista­s por no salir al campo con la predisposi­ción adecuada.

Con todo ello, Víctor ha ido esculpiend­o su opinión sobre lo que le rodea, tallando su mensaje de modo progresiva. Así hemos llegado al choque ante el Ferrol, un partido frontera para el que la SAD y el propio entrenador han reclamado el aliento del zaragocism­o. Todos esos mensajes ya son públicos. Hoy es el día para lanzar el principal y el que más necesita el Zaragoza: ganar para no poner en riesgo la salvación tras el triunfo del Amorebieta.

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