La trampa de la comparación
Teruel, con su encanto medieval, su patrimonio mudéjar y su rica historia, tiene un potencial turístico indudable
La reciente propuesta de la alcaldesa de Teruel de tomar como referencia turística a Málaga debería generarse sobre un amplio y participado debate sobre el futuro de este sector en nuestra ciudad.
La idea de emular a una localidad como Málaga puede parecer, a priori, atractiva, es fundamental analizar tanto las oportunidades como los desafíos que esta comparación conlleva, especialmente en lo que respecta a los pisos turísticos y su impacto en el centro urbano.
Es cierto que Málaga ha logrado posicionarse como un destino turístico que ha impulsado su economía, pero no sin consecuencias negativas. La proliferación de pisos turísticos ha derivado en problemas de gentrificación, aumento de los precios de la vivienda y la transformación de barrios tradicionales en zonas eminentemente turísticas. Este fenómeno ha desatado protestas entre los residentes locales, que ven cómo su calidad de vida se deteriora frente a una masificación turística que prioriza el beneficio económico sobre el bienestar comunitario.
Por otra parte, Teruel, con su encanto medieval, su patrimonio mudéjar y su rica historia, tiene un potencial turístico indudable. No obstante, el «modelo Málaga» puede resultar contraproducente. La infraestructura y la escala son significativamente diferentes, y aunque podemos aprender de las estrategias de promoción y desarrollo turístico debemos adaptar dichas estrategias a nuestra realidad específica.
Uno de los mayores riesgos que enfrentamos al adoptar un modelo turístico similar es la proliferación descontrolada de pisos turísticos. En Teruel, donde la oferta de vivienda es limitada, un incremento en la conversión de viviendas residenciales a alojamientos turísticos podría tener efectos devastadores. La subida de precios de alquiler y la reducción de la disponibilidad de viviendas para los residentes locales ya son problemas observados en otras ciudades que han seguido este camino.
En el contexto de Teruel, un aumento significativo en el número de pisos turísticos podría desplazar a los residentes del centro, alterando el tejido social y convirtiendo barrios residenciales en meros escaparates para turistas.
El impacto en el mercado inmobiliario es evidente: con una mayor rentabilidad potencial en el alquiler turístico a corto plazo, quienes tengan una vivienda en propiedad podrían preferir esta opción en lugar de ofrecer contratos de alquiler a largo plazo a los residentes locales. Esto no solo encarece el coste de la vivienda, sino que también puede llevar a la pérdida de identidad y cohesión comunitaria. El centro de Teruel, con su carácter histórico y su vida de barrio, podría transformarse en una zona fantasma fuera de la temporada turística.
La regulación de los pisos turísticos es un paso esencial. Políticas que limiten el número de licencias, establezcan zonas específicas y fomenten el alquiler de larga duración pueden ayudar a mitigar los efectos negativos observados en otras ciudades. Además, es importante fomentar un turismo que respete y valore la identidad local, que aprecie la autenticidad de nuestra ciudad sin transformarla en un mero producto de consumo.
Sin olvidar que Málaga dispone de estación de alta velocidad y aeropuerto de pasajeros pero Teruel no. El impacto del vehículo privado está servido si ese va a ser el modelo.
Aprender de los éxitos y errores de otras ciudades es sensato, pero es aún más importante desarrollar un modelo turístico que sea sostenible, inclusivo y que preserve la calidad de vida de nuestros residentes. Solo así podremos asegurar un futuro en el que Teruel siga siendo un lugar atractivo para visitar, pero también un hogar acogedor para vivir.
Políticas que limiten el número de licencias, establezcan zonas específicas y fomenten el alquiler de larga duración pueden ayudar a mitigar los efectos negativos observados en otras ciudades