El Periódico - Castellano - Dominical
Incorregibles
n el infierno deben de tener algún departamento especializado en la actualización de delitos. Hay algunos que no decaen por más que pasen los siglos. Se van adaptando a las nuevas exigencias, como esas máquinas a las que les renuevan el software. La picaresca está tan en boga como en los tiempos del Lazarillo. Hace un 'tris' estábamos tiñendo el atún claro con jugo de remolacha para venderlo como si fuera rojo y ahora nos ponemos a falsificar botellas de vino. La cosa va de comprar vino de 19 euros y venderlo a 1900. Hasta ahí todo podría ser legal, pero la verdad es que la pandilla que ha atrapado la Guardia Civil compraba un Ribera de andar por casa y lo embotellaba como si fuera un Vega Sicilia o un Pingus. A saber cuánto listillo de los que adquirió uno de estos supervinos de garaje se jactó de las insuperables cualidades organolépticas de su botella ante los amigotes o los clientes. Cuidado, siempre hay alguien más espabilado que uno. Los delincuentes no solo imitaban el etiquetado hasta la perfección y serigrafiaban los corchos de forma artesanal, sino que se preocupaban de hacer catas para que el vino de relleno se pareciese lo más posible al original. Amor al vino sí que le profesaban. Y hasta sacarse más de un millón de euros vendiendo a través de una web, un restaurante de La Coruña y un portal de subastas. En el bando de los estafadores: cinco españoles, dos colombianos y un argentino. En el de los denunciantes: dos daneses. Un cliente anónimo que sospechó y devolvió sus tres botellas de falso Vega Sicilia y el otro, Peter Sisseck, el propio bodeguero de Pingus, que denunció ante la Benemérita.