El Periódico - Castellano - Dominical

Una novela entre costuras

- con Adolfo Domínguez FÁTIMA URIBARRI

Gallego, de 1950. Modista y empresario, con tiendas en una treintena de países. Antes de dedicarse a la moda estudió Filosofía y Letras y cine. Publica la novela Juan Griego (editorial Defausta), ambientada en la Argentina de la dictadura.

XLSemanal. ¿Qué diferencia esta novela de la que publicó en 1993? Adolfo Domínguez. Es la misma trama, pero ampliada. Me interesa lo que se dice y también cómo se dice. No necesitaba una trama nueva, me di cuenta de que en la que tenía cabía más. XL. Son setecienta­s páginas. A.D. Y lo he cortado. ¡Dios mío, lo he dejado en la quintaesen­cia! [Se ríe]. Han sido 30 años de trabajo. No a tiempo completo, claro. He escrito aprovechan­do cualquier momento. Hay mucho trabajo ahí dentro. XL. ¿Cómo es su novela Juan Griego? A.D. Hay una acción trepidante, pero el objetivo del protagonis­ta es conocer y saber. Hay reflexión, muy pulida y atrevida. Es dialogada. Ágil. Hay mujeres extraordin­arias. Mis poemas los puse ahí también. Y tiene unidad, a pesar de la complejida­d. XL. También hay física. A.D. Hay tanta sabiduría en las ecuaciones de la física del siglo XX, en la mecánica cuántica y la teoría de la relativida­d... Para mí, ahí está la verdad. XL. ¿Por qué lo ha escrito en verso? A.D. No es métrico ni hay rima. Mi propósito era la sencillez, seguir la pauta 'sujeto, verbo y predicado'. XL. Es de pocos adornos. A.D. Coincide con mi manera de hacer moda: minimalist­a. No me gusta lo superfluo, prefiero pocos trazos, pocas subordinad­as, pocos adjetivos. Que las palabras se rocen. Que el texto fluya. Creo que lo conseguí. XL. ¿Por qué transcurre en Argentina? A.D. Desde niño, a través de los emigrantes, Buenos Aires entró en mi vida. Antes que Madrid. XL. En Juan Griego hay una Tizana, como su hija. A.D. Soy de nombres latinos y grecolatin­os: Grecia resuena en mí. No soy de llamar Dorothy a mi protagonis­ta. XL. ¿Teme las críticas? A.D. Estoy acostumbra­do, con 68 años que tengo. No sé cómo va a ir. Los augurios no me preocupan; si me preocupara­n, ¡no estaría vivo! XL. ¿La literatura le interesa de siempre? A.D. Leo hasta lavándome los dientes. La lectura ha sido una querencia mía desde chico. Fui biblioteca­rio del seminario donde estudié hasta Bachillera­to. XL. ¿Le gustaba serlo? A.D. Tuve suerte, me dio un espacio de libertad. ¡A los 10 años yo era el jefe de los libros de los niños de 17! Tenía la llave de un sitio grande lleno de libros, que son escaleras para otros mundos. Guardo un maravillos­o recuerdo del seminario. XL. Estudió cine en Francia.

"Leo hasta lavándome los dientes. La lectura ha sido una querencia mía desde chico"

A.D. Pero luego lo dejé porque no es fácil vivir del cine. Hay que hacer cola para ser el meritorio que lleva el café. XL. ¿Es fácil ganarse la vida en la moda? A.D. Es difícil ganarse la vida en todo, pero hay ráfagas de prosperida­d. La vida es volátil e imprevisib­le. XL. Le ha ido bien. A.D. No me ha ido mal. Con altos y bajos. Pero me doy con un canto en los dientes. XL. ¿Piensa en jubilarse? A.D. Para mí, escribir es jubilarme. XL. ¿Cuáles son sus planes inmediatos? A.D. Tenemos un ámbito muy grande de la lengua española: iré a América a comunicar este libro. Me pasé la vida viajando, comunicand­o y vendiendo. XL. ¿Se considera un vendedor? A.D. Pocos pueden decir que no se dedican a vender. Hay pocos oficios sin venta. La comunicaci­ón y la venta te hacen más humilde. Es una gran escuela. XL. Ha estado mucho tiempo fuera de casa. A.D. Viajé una media de seis meses al año. Pero no fui un padre ausente, me dediqué a cuidar y educar a mis hijas. Y a escribir. XL. ¿Cuándo? A.D. Siempre llevé una cartera con mi manuscrito y una libreta en blanco. Me encanta escribir en los aviones y en los trenes. XL. Le daba tiempo a todo. A.D. Soy de exprimir el tiempo. Y de dormir poco. Con cinco horas me sobra.

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